Aunque difieren en las cifras de la gente movilizada, diarios como El País, de España, Der Spiegel, de Alemania y Le Soir, de Francia, coinciden en señalar que pudo haber llevado a las calles a por lo menos medio millón de personas.
Por su parte, las organizaciones convocantes y el canal latinoamericano Telesur, informaron que los asistentes llegaron a los 800 mil en todo el país. Cualquiera haya sido la cantidad real, no le quita brillo y fuerza a la más importante lucha contra el programa económico del Partido Popular.
El conductor del programa Dossier, Walter Martínez, expresó el viernes por la noche que se trató de “Un viernes inolvidable” para los trabajadores españoles, pero también para el gobierno del reino de España y para la Comisión Europea, los dos responsables del desastre económico que vive el pueblo español.
La televisión española, mostró casi 80 marchas correspondientes a una cantidad similar de ciudades donde fueron convocadas desde el martes.
Las dos principales por su número y beligenrancia en consignas y actuaciones de sectores medios, fueron las de Madrid y Barcelona, donde se calculan unas 80 a 100 mil personas en cada lugar.
Aunque fue convocada por un amplio arco de organizaciones sociales, que incluyó a las dos centrales sindicales del país, UGT y CCOO, las vanguardias más entusiastas y creativas fueron los activistas del movimiento de Indignados, los sindicatos mineros de Castilla y Asturias y los gremios que agrupan empleados públicos. Fue notoria la participación de la clase media profesional.
El sector que más llamó la atención por sus iniciativas y cantos de consignas radicales, y por tratarse de una entidad sin tradición de lucha, fue el de los bomberos de Madrid. En los hechos, encabezaron y animaron con sus cantos de consignas la marcha y trasgredieron ordenanzas municipales al mostrar sus traseros debajo de una pancarta que decía: “Nos dejaron en pelotas”.
Las principales consignas gritadas contra el gobierno, la banca y las instituciones del capitalismo español, fueron, “El próximo parado que sea un diputado”, “Si quieres ganar, luchar sin descansar” o una dirigida al Jefe de Estado en persona: “Mariano, Mariano, no llegas al verano“. Una pancarta decía “Este gobierno nos deja con el culo al aire”, tal como lo escenificaron los bomberos frente al parlamento.
Las protestas recrudecieron en la noche de este jueves, cuando se registraron choques entre policías y manifestantes, con el saldo de varios heridos y detenidos.
Es la segunda vez en siete días que hay incidentes. El gobierno, empero, tiene mayoría absoluta en el Parlamento y no está dispuesto a dar su brazo a torcer. Así que los bloqueos de calles, las marchas y los disturbios podrían extenderse.
Los efectos fueron inmediatos tanto en el mundo económico como en el político. Los especuladores bursátiles se dedicaron a comprar y vender papeles hasta crear el desconcierto financiero y la caída de la prima de riesgo del país hasta los 600 puntos.
En pocas horas, la Comisión Europea, entidad encargada de monitorear los casi 100 mil millones de Euros entregados al gobierno español, dio una respuesta institucional en nombre de la Unión Europea y del BundesBank alemán, el principal acreedor de las deudas y el comercio de Europa.
En su corto mensaje, el titular de la Comisión Europea, Herman Van Rompuy, aclaró que los recursos aportados tenían como destino “Salvaguardar el sistema financiero español”, lo que significa que no deben ser usados para el gasto social o presupestos del Estado. Todos los gobiernos socialdemócratas expresaron su apoyo a la Declaración de Van Rompuy.
Un empleado público español obtiene como ingreso una suma media de 1.200 Euros, contra una canasta de gastos de casi 3.000 Euros, declaró para el canal Telesur una funcionaria municipal en la marcha de Barcelona.
Al final de la movilización declararon los jefes sindicales de la UGT y de las CCOO, ambos corresponsables al lado de los gobiernos socialdemócratas del PSOE, de la poca o nula resistencia del movimiento obrero desde que la crisis española comenzó hace tres años.
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