TRAS LAS HUELLAS DE HEMINGWAY

Durante más de 20 años, el escritor Ernest Hemingway, galardonado con el premio Nobel de Literatura, vivió en La Habana y sus alrededores, bebió en sus bares, pescó en sus costas y usó Cuba como el escenario de algunas de sus obras más famosas, entre ellas el Viejo y el mar. A menudo se le llama sencillamente Ernesto o Papá, y es el yanqui preferido de los cubanos. José Martí es el único que recibe más elogios literarios, e incluso Fidel le ha llenado de alabanzas: cuando fue a la Sierra Maestra durante la Revolución, Castro llevó consigo Por quién doblan las campanas – en la que Hemingway describe la guerra civil española – para aprender sobre la guerra de guerrillas.

El interés de Heminway por Cuba  empezó a finales de la década de 1920, cuando desde su hogar en Cayo Hueso comenzó a cruzar el estrecho de Florida para pescar agujas. El ambiente relajado y sensual de la isla parecía el antídoto perfecto contra los valores de su educación protestante del centro de Estados Unidos, y no tardó en convertirse en un cliente habitual de los bares de La Habana Vieja. A su vuelta de la guerra civil española, en 1938, se mudó al Hotel Ambos Mundos, en la calle Obispo; desde allí podía pasear  por las nueve manzanas que lo separaban de su bar preferido, El Floridita, con su aspecto característico: vestido con una camisa de algodón, unas desaliñadas bermudas caqui y unos mocasines.

La periodista Martha Gellhorn, que no tardaría en convertirse en la tercera esposa de Hemingway, no estaba muy contenta de vivir en una habitación de hotel. Encontró una casa llamada Finca Vigía, una antigua alquería ganadera situada en el emplazamiento de un fuerte español y con magníficas vistas sobre La Habana; la pareja la compró en 1940 por 18.500 dólares estadounidenses en metálico y, aunque más tarde Gellhorn se divorció de él, Hemingway se quedó allí prácticamente durante el resto de su vida.

Los escritores y las estrellas de cine más famosos del mundo fueron en peregrinación a este refugio tropical, y acompañaban al escritor en sus salidas a pescar espetones en su lujoso yate, construido especialmente para él: el Pilar.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Hemingway acentuó su lado aventurero y convirtió a Pilar en un barco de combate en busca de submarinos alemanes por la costa de Cuba; por suerte para él no encontró nunca ninguno, aunque dijo haber visto uno que se sumergió antes de que pudiera acercársele. Dejó Cuba por un trabajo de corresponsal de guerra en Europa y después volvió para instalarse durante un período dominado por el alcohol.

Su pesada figura y su crecida barba blanca llegaron a ser tan conocidas en La Habana que adonde quiera que fuese se destacaba. Sin  embargo, los extranjeros que se le acercaban no eran siempre bienvenidos, ya que el borracho escritor tanto podía darles un puñetazo – aunque después siempre se disculpaba – como saludarles amablemente.

A mediados de la década de 1950 Hemingway donó su galardón como premio Nobel de Literatura al pueblo cubano
. Fue colocado en la iglesia de la Vírgen de la Caridad, en el Cobre, cerca de Santiago de Cuba, y permaneció allí hasta 1988, año en que fue robado durante un breve período; sin embargo, fue recuperado y ahora se encuentra en la cámara acorazada de un banco, en Santiago. Hemingway permaneció en Cuba hasta 1960, cuando un cáncer lo obligó a regresar a Estados Unidos para seguir un tratamiento oncológico, que resultó infructuoso: en 1961, se suicidó en Idaho con una carabina.

El viejo y la revolución

La postura de Hemingway respecto a la Revolución sigue siendo causa de acaloradas discusiones, y tanto las fuerzas favorables a Fidel como las contrarias reivindican su apoyo. Mientras estuvo en Cuba, Hemingway se mantuvo a distancia de la activa comunidad artística de La Habana, y aunque su postura durante la guerra civil española veinte años antes había sido muy ruidosa, se mantuvo en silencio con respecto a la situación de su patria adoptiva.

Reservaba su opinión para las conversaciones privadas. Los biógrafos coinciden en que Hemingway estaba verdaderamente cansado de cómo Batista había estado transformando Cuba. Y los instintos aventureros del escritor se vieron estimulados por el drama de la guerra de guerrillas y los personajes de Fidel y el Che. Una vez escribió a un amigo: ¨Esta es una buena revolución; una revolución honesta¨. Cuando Batista huyó, comentó: ¨ Ahí se va el hijo de puta¨.

Hemingway y Fidel coincidieron en el Campeonato de Pesca Hemingway en La Habana, en 1960. Fidel Castro ganó un puñado de premios y Ernest entregaba los trofeos. Tras la muerte de Hemingway, Fidel escoltó a su viuda, Mary Welsh Hemingway, al antiguo hogar, que el gobierno había confiscado, para recuperar algunas posesiones y papeles.

Precisamente, a partir de septiembre próximo comenzará a rodarse en Cuba la película El retorno de Hemingway. Quien protagonizará al genial escritor será el actor cubano Jorge Perugorría, quien se hiciera famoso internacionalmente a través de su trabajo profesional en los filmes Fresa y Chocolate y Guantamera.

No son pocos los cubanos que están ansiosos por ver en la pantalla grande, distintos  aspectos de la vida de un talentoso escritor, narrador y periodista que se ha ganado un lugar de prestigio en la historia de la literatura universal.

Osvaldo Piñero
AW (Agencia Walsh)

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