LA PELEA DEL VERANO: PERFIL VS CLARÍN

Como se sabe, el verano es un momento prolífico para las peleas en la farándula. Problemas de cartel entre las vedettes, polémicas armadas para promocionar diversas obras de teatro, programas chimenteros hechos desde los centros de de veraneo son los platos livianos que suele servir la televisión privada argentina durante las tardes.

En enero y febrero, en tanto, se desarrolló otra polémica veraniega que quedó atrapada en los pliegos del diairo papel. Lejos de los focos televisivos. Fue la que sostuvo el CEO de Perfil, Jorge Fontevecchia, con dos periodistas de Clarín (Miguel Wiñazki y Facundo Landívar).

La polémica entre Clarín y Perfil se inscribió enla relación que ambos grupos periodísticos mantuvieron y mantienen con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Diario sobre Diarios (DsD) presenta aquí una síntesis de la pulseada mediática y algunos datos sobre los cambios que las dos empresas periodísticas operaron en los últimos tiempos y que, en el fondo, fue el eje de la discusión. Para quienes estuvieron de vacaciones y no pudieron leer las notas cruzadas y para aquellos a los que les importan los debates dentro de la profesión.

Landívar y Fontevecchia

En su edición nº 1725, Noticias publicó una nota firmada por José Antonio Díaz en la que incluyó las versiones que corrieron por aquellos días impulsadas por el Gobierno nacional, de una supuesta “conspiración” contra la Casa Rosada montada por Martín Redrado, Julio Cobos y el Grupo Clarín. La nota fue ilustrada con las fotos de los dos primeros y del CEO del holding, Héctor Magnetto.

En Clarín no cayó bien. Y el viernes 22 de enero, en su sección “Medios” publicó una nota firmada por Facundo Landívar (flamante editor jefe del matutino) en que comparó a la revista Noticias con un medio “oficialista”, tal como lo calificó.

Luego hizo una curiosa división de los medios: dijo que existen los “independientes” (en donde incluyó obviamente a Clarín), los “oficialistas” y los que “ahora, para diferenciarse, ensayan un nuevo estilo, donde arremeten contra los medios informativos usando como escudo la independencia, pero repitiendo casi calcadamente los argumentos del oficialismo, disfrazado, eso sí, de una pretendida asepsia periodística”. En esa extensa definición, Landívar incluyó a Perfil.

Landívar insistió que es un momento “difícil” tanto para “independientes” y “oficialistas”, pero que también “el tercer grupo también está complicado. No debe ser fácil proclamarse independiente o perseguido porque el Gobierno no era generoso en distribuirle publicidad oficial y ahora arremeter contra quien publica alguna investigación que molesta al matrimonio Kirchner. Ni asegurar, como dijo Noticias (…) que una crítica a la Casa Rosada es parte de una operación consensuada entre políticos opositores, banqueros en apuros y grupos de medios. Casualmente, o no, el mismo discurso del oficialismo, como se vio el fin de semana”.

Y concluyó: “Para este último grupo, diferenciarse, aunque eso signifique llamarse independiente y publicar argumentos oficiales, parece ser el negocio. Como se dijo, no parecen ser estos tiempos fáciles para los medios en Argentina”.

Perfil se tomó su tiempo para responder: Fontevecchia se encontraba de vacaciones.

Dos ediciones después, en su espacio “A nuestros lectores”, Noticias fue fulminante con Clarín: “El diario de Héctor Magnetto se mostró contrariado porque un medio tan crítico con el Gobierno como esta revista, puede ser al mismo tiempo tan crítico con algunos opositores. Como se recuerda, en aquella tapa se cuestionaba el oportunismo de dirigentes como Martín Redrado y de medios como Clarín, que pasaron de la adhesión al kirchnerismo (cuando esta corriente política estaba más fuerte) al odio ciego actual (cuando el despoder oficial es evidente)”.

Y en el último párrafo fustigó: “cuando el periodismo no se plantea como una herramienta para apoyar o apretar a gobiernos según la conveniencia del momento, sólo queda la libertad de conciencia que permite mantener una mirada crítica constante, sin importar si un gobierno es más o menos poderoso o si es políticamente correcto hacerlo”.

En esa misma edición incluyó la respuesta de Fontevecchia. En la tapa se anunció “Por qué Magnetto ataca a Noticias”. Obsérvese que el CEO de la editorial descartó cualquier posibilidad de que Landívar haya publicado esa nota por su propia iniciativa y, sin decirlo, lo consideró un mero transmisor de mensajes de Magnetto. Lo mismo hizo Landívar: nunca se refirió al autor de la primera nota, José Antonio Díaz, para enmarcar la información en una operación dictada por Fontevecchia.

Fontevecchia respondió en esa nota que “aunque sea repetido vale recordar que mientras Clarín aplaudía al menemismo en sus primeros años, sólo Noticias –con la única compañía del diario Página/12– criticaba a Menem desde 1989. Al fin del menemato cuando Editorial Perfil criticó a De la Rúa, candidato de la Alianza, quien por entonces contaba con un gran apoyo popular, desde el diario Clarín se acusó a Noticias de menemista. La historia vuelve a repetirse ahora. Mientras el diario Clarín aplaudió a Kirchner sostenidamente durante sus primeros cinco años, sólo Noticias criticó al kirchnerismo desde su inicio, ya sin la compañía del diario Página/12. Y ahora que nuevamente el diario Clarín decide pasarse a la oposición al final de otro ciclo, vuelve a tener la desvergüenza de acusar a Noticias de oficialista”.

Recordó la distinción entre medios echa por Landívar y aseguró: “Resulta interesante la clasificación del periodismo por parte de Clarín; están los oficialistas, los independientes que son ellos mismos, y los que como Noticias no son ni oficialistas ni independientes. Pero, ¿podría existir algo en medio de lo oficialista y lo independiente? ¿No será que Noticias es la independiente? ¿Y que Clarín se estará transformando en algo diferente a un medio, en una especie de corporación política adversaria a la del Gobierno?”.

Y finalizó con una anécdota: “Días antes de la comida de diciembre pasado, el jefe de Gabinete llamó para transmitir el ‘especial pedido de la Presidenta’ para que yo concurra, imagino que no para quebrar el frente empresario sino el de los medios verdaderamente independientes. Mi comportamiento fue diferente al de Héctor Magnetto, quien sí concurrió todos los años anteriores a estas cenas, y decliné la invitación. Puede quedarse tranquilo Clarín: Noticias seguirá siendo crítica de este Gobierno y de todos los que continúen, como lo fue de los que lo precedieron. Y me gustaría mucho que en el futuro Clarín se comportara de la misma manera”.

Dos editores de Clarín, en defensa del matutino

Aunque sin estar vinculado con la polémica –o quizás sí- dos editores de Clarín también salieron a defender al diario en este caluroso verano. Uno fue el editor general del diario, Ricardo Kirschbaum y el editor de información general, Marcelo Moreno, quien dejó una frase para la antología del periodismo argentino.

Al día siguiente de que dos periodistas de Clarín recibieran el premio Rey de España por su trabajo “Ruta 66”, Kirschbaum publicó en la página 2 del matutino, una nota titulada “Periodismo sin adjetivos”.

Luego de elogiar a las profesionales que obtuvieron el galardón, afirmó: “Ahora, cuando tantos disparates se lanzan contra los medios independientes, se vuelve a demostrar que el periodismo no necesita adjetivos para ser periodismo (…) Es el séptimo Premio Rey de España ganado por periodistas de Clarín. Una nueva demostración de que día a día trabajamos para defender nuestra libertad, profesionalidad y credibilidad”.

Moreno fue más lejos aún que Kirschbaum. El 24 de enero publicó una nota titulada “La campaña contra Clarín, un medio para terminar con la libertad de expresión en el país”. Allí reseñó diversos “ataques sistemáticos” del Gobierno hacia el holding entre los que incluyó a la “ley para controlar los medios de difusión audiovisuales”, que según él, “no resiste el menor análisis”.

Luego se preguntó: “¿Merece Clarín la crítica y la autocrítica?” y sin practicar ni una ni la otra respondió: “Por supuesto que sí. Como tantos protagonistas de esta Argentina asombrosa, errática y convulsionada, no está libre de pecado ni en condiciones de tirar ninguna piedra. Pero no a instancias de quienes lo persiguen y denostan, en busca de arrasar con la libertad de prensa”.

En otro párrafo, sin dar nombres, se quejó de “la propalación casi diaria de un programa por la TV estatal, dirigido a menospreciar y desprestigiar a profesionales independientes, en general, y del Grupo Clarín, en especial. Los encargados de la tarea son ex periodistas que ahora cumplen con la burda y también melancólica tarea de enlodar a quienes fueron sus colegas. A esto se suman algunos espontáneos que sudan resentimiento contra Clarín o quieren sacar tajada del ataque oficial”.

Para el final dejó una sentencia que aún hoy se comenta en el ambiente periodístico: “Defender a Clarín significa hoy defender simplemente la democracia”.

Wiñazki y Fontevecchia
En paralelo a la pelea antes descripta, el editor de Clarín, Miguel Wiñazki publicó una nota, también en la sección “Medios” titulada “El Gobierno crea grupos de medios oficiales y ultrakirchneristas” en donde cuestionó el uso que desde la Casa Rosada se hace de la publicidad oficial. En la nota no mencionó en ningún momento a Perfil, que fue discriminado de la distribución de pauta estatal en todo el gobierno de Néstor Kirchner y en parte del de Cristina Fernández.

Esa omisión molestó a Fontevecchia, que lo hizo notar en una columna publicada el 24 de enero. Dijo que le envió un mail a Wiñazki en el que “le critiqué la visión clarinocéntrica del problema, que no comenzó en 2008, por lo que no sólo ‘habría que hacer una revisión de los últimos dos años’, ni fue Clarín en particular el medio afectado, sumada a las notorias omisiones que tenía su relato”.

El CEO de Perfil, en referencia a la actitud editorial de Clarín, aseguró que “parte de nuestra decadencia se explica por la tendencia infantil a endiosar al presidente que asume, permitirle todo al comienzo, para luego, con la misma irresponsable superficialidad, demonizarlo y hacerlo responsable de los males del universo”.

Para Fontevecchia, “ese erratismo inmaduro que nos lleva de un extremo al otro del péndulo dentro de cada década, destruyendo valor en cada barquinazo, es exacerbado por la prensa y ésa es la gran autocrítica que los periodistas debemos hacernos”. Y se preguntó: “¿No es funcional a nuestra decadencia esa sobreactuación conversa? ¿No contribuye eso a la hipocresía de una sociedad que no se hace cargo de sus responsabilidades y prefiere descargar todas en Alfonsín, Menem, De la Rúa y ahora Kirchner, a quienes luego nunca nadie votó? ¿No será al revés, y en lugar de que sea ‘mejor tarde que nunca’ sea mejor que el periodismo que aplaudió al comienzo tenga una vez el recato de no criticar al final para no profundizar nuestra esquizofrenia social? ¿No será en este caso de Kirchner para Clarín mejor ‘nunca que tarde’ y renovarse éticamente purgando sus culpas con una actitud más moderada?”.

Y concluyó contundente: “Los medios y los periodistas con influencia no son una polea boba de incapaces de amortiguar ese flujo y reflujo de olas sociales. Una de las principales responsabilidades de los intelectuales consiste en ayudar a las masas a superar la pura sensación y el espasmo. No fue sólo para satisfacer a su audiencia que Clarín ha sido procíclico, lo hizo por razones que trascienden a la técnica periodística”.

Pero Wiñazki evitó el silencio y replicó, ahora desde la sección Opinión, el 28 de enero con una nota titulada “Los mitos y la leyenda negra del periodismo”.

“No es posible dar cuentas veraces de la naturaleza actual del periodismo argentino, sin rasgar de antemano los velos de la leyenda negra con la que desde el poder político se ha intentado oscurecerlo. Un tribunal inquisitorial, tutelado por el matrimonio Kirchner y sostenido por un conjunto de amigos circunstanciales del poder (en el que no faltan periodistas subyugados por el dinero público) despliega blasfemias y maldice todo acto comunicacional masivo que no sea oficialista”, comenzó el autor del libro “La noticia deseada”.

Luego se refirió al intercambio de mails con el CEO de Perfil y señaló que se trató de “un intercambio de mensajes civilizado, anclado en una añeja relación, aunque sustanciado en posiciones antagónicas”. Puntualizó que “Fontevecchia, que dedicó la contratapa del domingo del diario Perfil a este debate, emitía un reproche básico. No fue Clarín la primera víctima del ánimo censor y cuestionador de los Kirchner hacia la prensa, sino Perfil, excluido de la publicidad oficial durante los primeros años de gobierno K”. Admitió que “en términos cronológicos es así”, aunque resaltó que “lo de los Kirchner fue una escalada. Perfil, La Nación y al fin y con apabullante contundencia, Clarín fueron el blanco de la Armada Brancaleone antiperiodística obsecuente y oficialista y en ese río revuelto se produjeron giros inesperados, y quienes eran críticos se volvieron concesivos con el Gobierno”.

Afirmó que “Fontevecchia sostiene una teoría que legitima esos giros. ‘Es mejor ser anticíclico que próciclico’ enuncia con su reconocida jerga epistemológica y autoeticista. Quiere decir: es mero clientelismo periodístico criticar a Kirchner ahora que son tantos quienes lo critican. No es bueno ir en favor de una corriente de opinión dominante. Sería más efectivo avanzar más bien en contra de ella”.

Y luego incluyó una acusación contra el CEO de Perfil: “Esa es una lectura. Cabe otra: es mejor, para algunos empresarios periodísticos, no criticar al Gobierno ahora, porque es ahora, con Clarín bajo fuego, cuando sus competidores podrían beneficiarse con su eventual erosión. Es un cálculo errado y es una cruda especulación comercial. Y nada más”.

Finalmente, Fontevecchia decidió quedarse con la última palabra. El domingo pasado en la contratapa del dominical publicó una extensa nota titulada “¿Sirve para algo lo que hacemos? ¿Para quién trabajamos?” en donde eligió no seguir con la pulseada dialéctica sino lanzar reflexiones sobre la profesión.

“Si el periodismo fuera un contrapoder, su función sería balancear –señaló Fontevecchia-. Como un termostato, la crítica tendría que ser más fuerte cuando la sociedad hipnotizada sólo ve lo positivo de sus gobernantes. Esto no implica no criticar al gobernante saliente que ya no cuenta con el apoyo popular, ni dejar de denunciar su corrupción. Pero si nuestro trabajo de periodistas sirve para algo, debería ser para criticar más duramente los errores de los gobiernos al comienzo, cuando su capacidad de daño es mayor y también más útil el aporte que significaría su corrección, como en cualquier enfermedad que se la descubre a tiempo”.

Y concluyó con el argumento que había expresado a lo largo del debate: “No es de buena persona pegarle al caído y temerle al fuerte. Es una práctica muy habitual en una parte del periodismo (…) Aunque lo que denuncie en su ciclo de envalentonamiento sea rigurosamente cierto, lo falso es el momento en que se decide a hacerlo. El cuándo puede ser más importante que todo lo demás, especialmente cuando se llega cuatro años tarde”.

Algunos datos: así editó Clarín

En su balance del año 2009, Diario sobre Diarios (DsD) comentó algunas particularidades que se dieron en los posicionamientos editoriales de los matutinos.

Clarín, en el período 2003/2007 editó con sesgo “de neutro a positivo”, es decir, una mayoría de títulos neutros hacia el Gobierno nacional, seguidos por los positivos y por último, las tapas negativas. A esta etapa, se la denominó en el ambiente periodístico, como el período “oficialista” de Clarín, aún cuando hayan primado las neutras.

En 2008, con el conflicto Gobierno/campo de fondo, el diario viró a una edición con sesgo “de neutro a negativo”, es decir, mantuvo una mayoría de títulos principales neutros, pero los negativos superaron a los positivos por primera vez. A esta etapa, se le denominó crítica, aun cuando también han primado las neutras.

Finalmente en el 2009 y con el debate por la Ley de Servicios Audiovisuales en el medio, el matutino editó con sesgo “de negativo a neutro”. Es decir, mayor cantidad de tapas adversas a la Casa Rosada, seguidas por las neutras y en tercer lugar las positivas. Como dato de este giro se puede consignar que en 2009, Clarín publicó más tapas negativas hacia la administración central que La Nación, algo que años antes parecía impensable.

¿Qué pasó con Perfil?

El periódico de Fontevecchia desde su salida hasta mediados de 2009 editó siempre en términos negativos (por ejemplo, en 2008 no editó ninguna tapa positiva para el Gobierno). Su consigna fue el marketinero periodismo puro.

A mediados de 2009 (en consonancia con la quita de los derechos de televisación del fútbol a TyC y la presentación de la “ley de medios”) Perfil produjo un leve giro: empezó a editar títulos principales favorables a la Casa Rosada, postura que se mantiene en este incipiente 2010. Además de algunos títulos positivos, el periódico también produjo algunos funcionales al Ejecutivo, como ser la crítica a diversos sectores de la oposición.

Sin embargo, no abandonó por completo las tapas críticas. Un ejemplo cercano: fue el que editó el domingo pasado como título principal la compra de dos millones de dólares por parte de Néstor Kirchner, imponiendo el tema en la agenda del resto de los diarios.

¿Qué ocurrió entonces con Perfil? Los periodistas y editores del periódico brindan en off diferentes miradas. Aunque la mayoría de ellos coincide en un par de ejes:

1) En Perfil consideran que fueron los únicos que, en plena guerra entre el Gobierno nacional y el Grupo Clarín, pudieron ejercer una fuerte crítica de ambos contendientes. “Tomamos a Clarín como un actor político y en ese contexto tuvimos la posibilidad y la capacidad de criticarlo e investigarlo como a cualquier otro”, afirman.

2) Varios editores aseguran que el cambio operado por Clarín (“se corrió a la oposición salvaje” señalan) los puso en un lugar simbólico diferente al que ocuparon los años anteriores. Es decir, al posicionarse Clarín como el diario más crítico con la Casa Rosada, ese espacio fue copado por un jugador de mucho mayor peso.

Las mismas fuentes de Perfil advirtieron que el sutil cambio editorial sólo se circunscribe al periódico, en términos de posicionarse en forma diferenciada de otros competidores. La revista Noticias, en cambio, mantiene su férrea postura adversa al kirchnerismo y no se observó allí cambio alguno. Dicen: Noticias no compite con nadie.

Las tapas de Perfil y las posturas de Fontevecchia ahora son miradas con mayor asiduidad en la Casa Rosada. Un vocero gubernamental le dijo al DsD que el silencio que rigió la relación entre el Gobierno de Néstor Kirchner y Fontevecchia, se habría modificado durante la gestión de Cristina Fernández. Tal como lo cuenta el CEO, hubo una invitación a Olivos (a la que no concurrió). Pero también hubo al menos un cónclave -menos público-  en los que sí participó, asegura el vocero gubernamental que pidió reserva de su identidad.

Diario sobre Diarios (DsD) intentó en tres oportunidades hablar con Fontevecchia sobre el nuevo posicionamiento de la editorial. Pero la amabilidad de sus secretarias contrastó con la actitud del CEO de Perfil, que nunca respondió los llamados ni siquiera para transmitir su desinterés en la temática.

Un saldo negativo

Una curiosidad de la polémica es que tanto desde uno como de otro lado, se les restó entidad a los periodistas del medio con el cual se polemizaba, para acusar a las empresas o a sus dueños como los gestores de las acusaciones.

Es decir, un periodista de Clarín cuestionó una nota de Perfil, sin importarle que haya sido escrita por un colega y acusó directamente a Fontevecchia. Y éste, para responder desestimó cualquier posibilidad de que haya sido el periodista el que expresó su opinión y le apuntó directamente a Magnetto. Resulta curioso: si lo hiciera un polìtico o un sindicalista se les replicará que tiene una mirada conspirativa.

Hay que advertir que hay un saldo negativo de esas actitudes profesionales: se equipara al discurso habitual del poder, que no distingue entre periodistas y medios, ni ve matices entre ambos. Esa actitud propia de dirigentes políticos o sindicales, se legitima así en la pluma de periodistas y editores.

No hay que dejar de advertir al lector que de esta polémica -por parte del Grupo Clarín- no participó ningún representante de la empresa: tanto Wiñazki como Landivar se supone que son empleados. Y polemizaron con un empresario, dueño de una editorial. Que gusta pensarse -a veces- como si fuera sólo un periodista. Curiosidades aparte.

Diario sobre Diarios

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