CORPUS Y GARABÍ SON IMPRESCINDIBLES PARA EL DESARROLLO ARGENTINO

 

La mala orientación y la falta de inversiones suficientes del cuarto de siglo de vigencia del modelo socio económico neoliberal (1976-2001), es la causante de la crisis energética en la cual estamos, y que previsiblemente nos condicionará en mayor o menor medida al menos por una década y media más.

Además de la ausencia total de inversiones en Líneas de Transmisión durante los años ’90; de la nula inversión en nuevos gasoductos para el Territorio Nacional (según la “lógica” neoliberal, solo se hicieron siete gasoductos para exportar, mientras se nos marginó premeditadamente a los propios argentinos); tampoco se invirtió en nuevas refinerías; mientras que las inversiones en nuevas usinas fueron marcadamente insuficientes analizadas con visión de futuro, y hubo una parálisis total en los últimos años del menemato y los del delarruato (ninguna usina nueva en media década); y para agravar el cuadro de situación, desde las “privatizaciones” (eufemismo que encubrió la más terrible operación de extranjerización a precios y en condiciones viles de casi todo el patrimonio estratégico energético), se orientaron las inversiones en nuevas usinas exclusivamente hacia la tecnología gasífera. Para ello se desalentaron y entorpecieron todas las posibles nuevas inversiones en tecnologías alternativas, provocando una excesiva dependencia de la matriz energética argentina respecto al gas natural y el petróleo, la cual hoy excede el 90 % (poco más de 9 de cada diez unidades de energía que se utilizan provienen del petróleo y el gas).

Para peor, el Estado Nacional y los Estados Provinciales, mayoritariamente copados por personeros del neoliberalismo, permitieron las extracciones y exportaciones desenfrenadas de petróleo y gas, de las cuales en su mayor parte las divisas generadas ni siquiera entraban temporariamente a Argentina. ¡Todo un saqueo de las riquezas hidrocarburíferas, consumadas durante lo peor del “Estado prebendarlo”, o como calificó Stiglitz, “las privatizaciones de las sobornizaciones”!

Ese terrible cuadro de situación nos condujo a la crisis energética que tomó estado público en 2006, pero que algunos especialistas ya veíamos venir –y así lo dijimos- varios años antes.

En el Sector Eléctrico –que a su vez es un subsector principalísimo del gran Sector Energético-, los dos problemas más acuciantes son la falta de suficiente Potencia Instalada (la fuerza operable de las usinas eléctricas), y la excesiva y muy perniciosa dependencia de los combustibles fósiles (básicamente petróleo y gas), de los cuales para peor las reservas han caído a niveles alarmantemente bajos.

Eso significa, en buen romance y con palabras claras, que es de extrema urgencia contar con muchas más usinas, y en la mayor medida posible, que esas nuevas usinas no quemen más petróleo ni gas, de los cuales estamos muy escasos y previsiblemente serán muy costosos.

Adviértase que en una década, o poco más, se duplicarán las necesidades de energía eléctrica.

En ese contexto, que es una cruda descripción de la realidad, deben considerarse cuales son las tecnologías disponibles, asequibles técnicamente y lo más económicas posibles, para generar electricidad en grandes volúmenes, tal como Argentina –y dentro de nuestro país también todo el NEA- necesita imperiosamente.

Evaluando con rigurosa fundamentación técnica, se constata que a nivel mundial las tecnologías existentes, probadas y confiables, capaces de generar energía eléctrica en grandes escalas, sin apelar a costosas subvenciones ni estar limitadas por insalvables problemas técnicos, son básicamente solo tres: la termoelectricidad (que quema petróleo, gas o carbón, y por ende es la forma más cara y contaminante de producir energía eléctrica), la nuclear y la hidroeléctrica.

Toda postergación de las hidroeléctricas –y las nucleares- lleva a la necesidad de instalar más usinas convencionales, o sea termoeléctricas: las grandes devoradoras de petróleo y gas, básicamente.

Consecuentemente, toda demora en concretar nuevas usinas hidroeléctricas y nucleares, tiene perniciosos efectos económicos y ambientales. En lo económico, el KWh hidroeléctrico y el nuclear, son mucho más económicos que el KWh termoeléctrico. En lo ambiental, las hidroeléctricas y las nucleares, al reemplazar a la sucia y costosa generación termoeléctrica, impiden las emisiones de gases y otros fluidos que descontroladamente emiten segundo a segundo las termoeléctricas; pese a que los sectores “ecópatas” (negacionistas militantes duros del ecologismo) se niegan a reconocer, falseando datos, “mirando para otro lado” cuando se muestra la realidad que no es acorde a sus ideas fijas, negando la realidad u ocultando informaciones, en muchos casos con manifiesta mala fe, como usualmente ocurre con las transnacionales de la ecolatría y con determinada laya de “políticos todo terreno” que medran con las mentiras y el oportunismo a como sea.

Debe advertirse que las llamadas “nuevas fuentes de energía”, como la solar, la eólica, la biomasa y el hidrógeno, adolecen de graves limitaciones técnicas que limitan mucho sus utilizaciones

La energía solar, además del bajísimo rendimiento de los paneles, de sus altos costos de fabricación, montaje y desarmado final, tiene la obvia limitación de depender del sol para la generación. O sea que no generan de noche (justo cuando más se precisa la electricidad), ni en días nublados o lluviosos.

La eólica –esos grandes molinos de viento tan promocionados- solo se pueden instalar en regiones con vientos constantes y fuertes (no ocurre así en todo el NEA ni en la mayor parte del Territorio Continental Argentino). Y donde funciona, está sujeta a la total aleatoriedad de los vientos, los cuales además provocan constantes cambios de voltaje –pues los vientos varían permanentemente-. Por ello necesitan funcionar en paralelo con una amplia red de Transmisión, o contar con el respaldo permanente de una central eléctrica convencional, que “achate las curvas” de voltaje, provocadas por las ya descriptas variaciones permanentes del viento. Y solo son viables en base a fuertes subvenciones del Estado.

El hidrógeno por su parte, no es un combustible, es un vector (transmisor) de energía. Y tiene el gran inconveniente que se necesita consumir mucha energía para tenerlo en estado puro. Se deben quemar 4 KWh de energía, para tener disponible hidrógeno del cual puede obtenerse 1 KWh. ¡O sea una pésima ecuación ambiental y económica. Además, manipularlo y almacenarlo tiene sus bemoles.

No es casualidad que las usinas hidroeléctricas estén en un período de gran auge de construcción en todo el mundo…excepto claro está donde no hay agua, y donde ya no quedan espacios para construir nuevas hidroeléctricas. Esto último sucede en todo el mundo desarrollado (en esos países no queda arroyito sin represar; ejemplos: Suiza, España, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, resto de Europa, Japón, EEUU, Canadá).

Y también existe un nuevo fuerte auge de las centrales nucleares en todo el mundo –en donde se tiene acceso a esa tecnología-.

¿Alguien puede suponer que China, India y Brasil no saben lo que hacen? Por algo van camino a ser –son- grandes potencias económicas. Y por lógica impulsan fuertemente las construcciones de nuevas usinas hidroeléctricas y nucleares.

Toda postergación de Corpus, Garabí y otras hidroeléctricas en Argentina, obligará a montar más usinas termoeléctricas, lo cual es una pésima opción ambiental, estratégica y económica.

Y lo peor que puede pasarnos es que no tengamos suficiente energía eléctrica.

¡No dejemos que unos cuantos fundamentalistas de la ecología, encerrados en sus negacionismos mentales –con “libretos” dictados desde las potencias anglosajonas-, nos impidan avanzar hacia el desarrollo socio económico que tanto necesitamos!

C.P.N. Carlos Andrés Ortiz (*)

El Libertador en Línea


(*) Ex Investigador y Docente de la Facultad de Ciencias Económicas  (UNaM)

Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing.  (UNaM)

Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario

Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mbororé

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