LA COLA

El más importante personaje, así sea en una Sociedad o en la Suciedad de Irresponsabilidad Ilimitada Capitalista, deberían de ser los pequeños agricultores, porque son los sacrificados trabajadores que nos proveen de los alimentos, nada menos, pero son los que cobran en cuotas después que el acopiador vende la producción al contado, si no se le arruinó la cosecha, y debe hacer “cola” por si tiene la suerte que el Capital decida pagarle. El Virreycito es socio del acopiador, pero ni recibe al chacrero productor, aunque haga cola o espere en la plaza principal de la ciudad capital.

 

El empleadito propiedad del capital privado o del artefacto oficial, (al final de cuentas lo mismo), también tiene que hacer “cola” para cobrar su sueldito, después de las consabidas huelgas, piquetes, tiroteos, otras yerbas y otras garantías del dominio democrático, al precio de moneditas por kilo verde como en el caso de los productores yerbateros, los que vienen a la plaza con sus tractores de 1920 para compararlos con las 4 X 4 de los consumidores. El ejército marginal de la democracia que anda angustiado buscando el empleo al servicio del patrón, también tiene que hacer “cola” para conseguirlo. El patrón es quien decide cuando “lo toma”, cuando y cuanto le paga, si le paga, y cuando “lo despide”, porque la servidumbre es “cola” del patrón.

 

Cuando el esclavo democrático del Capital tiene la suerte de quedar a su servicio, y de cobrar, previa cola, tiene que hacer “cola” para pagar la factura por servicios aunque no reciba tales servicios, y hacer “cola” para reclamar después, sin contar con las otras (muchas) complicaciones puestas para eso, porque eso no insubordina al rebaño, lo hace más “tímido” y porque el rebaño tiene terror pánico a la represión democrática patronal. Cuando el vasallo democratizado va al mercado o al banco, plata en mano, también hace “cola” esperando el colectivo y hace cola para pagar las compras o deudas. No hace fila, porque en el mercado capitalista democrático el vasallo es “cola” del capital. “El tiempo es oro” para la “eficiencia” del capital y el oro es su dios, por eso nos lo está robando todos los días, por millones de veces mientras sus esclavos democráticos lo estamos perdiendo en “la cola”, y nadie te pregunta: ¿”estás en la fila”?; siempre te preguntan ¿”estás en la cola”?, o sea que el rebaño acepta sumisamente su humillante condición miserable de cola, porque la humillación forma parte cotidiana de la dictadura democrática que el rebaño eligió para salvarse de la terrible ”utopía comunista”.

 

“A osados ayuda fortuna” decía el genocida Hernán Cortés mientras degollaba “indios”, y en efecto, su dios los tuvo siempre en su santa gloria para protegerlos con su infinito amor. Los tímidos quedarán para servidumbre. Ahora les mandó una brutal inundación que les arruinó la producción a los latifundios, justo en vísperas de elecciones; dos poderosas justificaciones para arremeter con un brutal ataque de “inflación”, para empobrecer más al pobrerío y enriquecer más a la cadena expoliadora de mandos.

 

En el supermercado el patrón hace economía de insumos usando a las cajeras para remarcar todos los días los precios de la merca, para mejorar nuestras pérdidas y las ganancias del capital, pues para eso está “la cola”. En su excelente representación teatral, la corporación oficial del empresariado “no puede controlar la inflación”; con ese maravilloso recurso legaliza el delito del saqueo, pues para eso está “el Gobierno” de los patrones, pero como buen artista lo único que aquel puede hacer es compartir el botín con este socio mediante los “impuestos”, pues para eso están los impuestos, y para eso precisamente las hordas invasoras instrumentaron un sirviente tan eficiente como el Estado colonial, para despojar a cuatro manos el sacrificio de sus esclavos, con absoluta impunidad legal. En el “far west” el asaltante corría tras la diligencia. En los años 30 la mafia sobornaba a los funcionarios; ahora estos últimos esperan cómodamente en su despacho con aire en condiciones y el rebaño esclavo hace cola para mantenerlos en el trono.

 

 

En campaña politiquera la voracidad inflacionaria progresa mejor porque además los consumidores tenemos que pagarles la campaña con sus respectivos despilfarros, pues para eso está la inflación. En los efectos multiplicativos El Capital con sus gerentes oficiales tienen el mejor aliado: Mientras El capital obtiene sus ganancias por diversos frentes, las complicaciones del pobrerío progresan en sentido directamente proporcional.

 

Haciendo balance impuesto por la propia capitalista lógica: Si el cliente que roba un pañuelo en un supermercado es un ladrón, o lo toma por asalto y por desesperación, el robo es un delito y quien lo comete es un delincuente, ¿cómo debería de caratularse jurídicamente al resultado sin considerar a la dictadura capitalista democratizada como reino y escuela de pillaje institucionalizado, donde “el que no llora no mama y el que no afana es un gil”?

 

El empresario pega el golpe inflacionario antes que le llegue, aumenta “por las dudas” al 100 por 100, después el gobierno consigue “acuerdo” para bajar un 5 %. Algunos sectores asalariados consiguen alguna recuperación parcial del impacto comercial, después de muchas peleas y el pago adicional de secuelas. El resto quedamos perdidos por el camino en la desgracia, sin cabeza, así como pierde su cola el lagarto. La servidumbre recula y el Capital progresa, todo lo cual demuestra que El Capital es el objetivo primordial y último de la democracia

 

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