TENEMOS UNA ARQUERA

Cuidado con los ladrones, mamá

El equipo de la democracia inclusiva puede salir tranquilo a la cancha porque, como decían las hinchadas en tiempos de ingenuidad, tenemos una arquera que es una maravilla, ataja los penales sentada en una silla*.

«Dale presi, que el año que viene, cueste lo que cueste, tenemos que ganar»
Foto Télam
Por Víctor Ego Ducrot | Desde Buenos Aires

Como dijimos en la edición anterior de APM, ella ataja los penales sentada en una silla. Dejen que me explique, pues fue la tentación escribir hoy sobre fútbol, mientras se juega el superclásico y para llegar a ustedes, como cada semana.

Aunque el tema del día sea otro, mi energía psíquica profunda, que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo (pulsión, que le dicen), es irrefrenable. He aquí entonces que intentaré una síntesis (ojalá me salga) entre cierta forma de deber ser y otra de deseo; por eso la primera frase de este texto.

Se me ocurrió el otro día, para encabezar un breve artículo acerca de la decisión de la AFA de bautizar “Néstor Kirchner” al próximo torneo de primera división, pero pensado desde el córner de la política, con ilusas aspiraciones de gol olímpico. Y afirmé entonces que el equipo de la democracia inclusiva puede salir tranquilo a la cancha, porque, como decían las hinchadas en tiempos de ingenuidad, sin violencia organizada en las tribunas, tenemos una arquera que es una maravilla, ataja los penales sentada en una silla.

Detiene los pelotazos bajo su arco, y con pases rápidos los convierte en jugadas letales, pero en el área contraria: dale presi, dale morocha argentina, que el año que viene, cueste lo que cueste, el año que viene, tenemos que ganar, gritamos los ‘grones’ del tablón.

Y eso que el partido parece chivo. Son poderosos los once (son tantos, ¿o son más?; no importa) que componen el equipo de Cuidado con los Ladrones, con Héctor Magnetto como DT, dueño y señor. Además, a ellos les sobran fondos para contratar estrellas todo servicio, como meter batifondo en el Congreso, amenazar a diputados con denuncias ante los sicarios de TN y, en fin, darle a las operaciones mediáticas sin cesar, con diagonales en profundidad contra la Constitución y la democracia; porque qué otra cosa significa pretender que el gobierno no cuente con presupuesto, o vaciar las arcas de la ANSES, o haber intentado, hace unos diez meses, embolsar para ellos el tesoro del Banco Central (¿se acuerdan de aquel suplente de mala muerte que se llama Martín Redrado?).

Pero la capacidad de la presidenta, la misma que fuera puesta en tela de juicio el día mismo de la muerte de Néstor (¿se acuerdan de La Nación y de Rosendo Fraga?) y hoy es cuestionada por otros esbirros escribientes (Morales Solá, Van der Kooy o Blanck, por sólo citar a algunos de los más notables); esa capacidad de la presidenta, escribía, luce mucho, muchísimo, más sólida que la de la llamada oposición, el equipo titular de Cuidado con los Ladrones, nombre con el que acabo de nominar al dream team del gorilaje, gracias a una canción de mi amigo Ignacio Copani, que dice así: “Si andás por este lugar cuidado con los ladrones, que a plena luz te pueden dejar sin plata y sin pantalones…cuidado con los ladrones, mamá… cuidado con los piratas, cuidado con los ladrones que van vistiendo saco y corbata; si vas a mirar TV cuidado con los ladrones, cuidado con el que sale a vender sonrisa, dicha y buzones.”

Y todo tiene una historia. Cristina Fernández de Kirchner hizo un llamado de unidad a sus pares del Grupo de los 20 (G-20), al tiempo que volvió a remarcar la necesidad de llevar a la práctica políticas contra los paraísos fiscales y fijar mayores controles al flujo de capitales especulativos, informaba Télam días pasados.

Es la primera vez que un jefe o jefa de Estado sostiene, con tanta claridad y ante un foro de tanto volumen, que los males económicos y financieros (de la dependencia, añado) podrían ser solucionados si los mandamás del planeta dejan de recurrir a las tinieblas de las operaciones offshore, inventadas en el siglo XVIII por Compañía de Indias Orientales del Imperio Británico, y bajo inspiración para nada poética de Adam Smith (sí, el del fundador Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones). Recordemos aquí que don Smith no fue otra cosa que el contador jefe de aquella empresa de triste fama, como la calificaría un cronista de policiales en una película clase B.

Esa actitud de la presidenta frente a los oscuros sótanos del sistema financiero global tiene explicaciones en el pasado. A mediados de 2001, una legisladora nacional, nuestra actual jefa de Estado, no quiso darle su aval al sonado informe Carrió sobre lavado de dinero, un engendro sólo explicable desde la intoxicación informativa llevada a cabo por los servicios secretos de la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos, y aceptada por la actual volante central del dream team de Magnetto, porque encerraba un único propósito: encubrir al más salvaje proceso de fuga de capitales que soportó el país, y que derivó en la crisis de diciembre de aquel mismo año.

Unos tiempos antes, en el libro El color del dinero (Norma, Buenos Aires, 1999) intenté dar cuenta de cómo el vaciamiento financiero de la Argentina se realizaba desde las más prestigiosas entidades bancarias, con la complicidad del poder de turno, y del papel que cumplieron los paraísos fiscales, engrosados, fundamentalmente, por los procesos de vaciamiento de los países en desarrollo, y no, como se sostenía por entonces, por los fondos del narcotráfico.

Quien fue personaje central en aquella verdadera cover action de distracción (confundir adrede lavado de dinero, que presume ingresos –en forma ilegal pero ingresos–, con fuga de capitales, que significa egresos), mientras la sociedad argentina perdía sus ahorros a la vez que el país engrosaba su deuda externa, es quien hoy, y a las órdenes de Magnetto, intenta dejar sin presupuesto a un gobierno que pretende acabar de una vez por todas con aquel modelo de destrucción nacional, y les dice en la cara a los del G-20, no se hagan los distraídos muchachos: así como desde el siglo XVIII para acá los fondos offshore fueron sustanciales para consolidar el orden imperial, en la actualidad son usados por ustedes para que nosotros, los llamados emergentes, sigamos financiando sus lujos y desajustes estructurales.

Gracias a una de las intervenciones públicas de mayor densidad democrática y de portentosa capacidad a la hora de movilizar a la sociedad en términos de participación política –me refiero a la nueva Ley de Medios Audiovisuales– es que los esbirros de la palabra aparecen como lo que son, casi en ropa interior y desbocados, porque se les incendia el rancho. Sin embargo, en aquellos tiempos del citado informe Carrió, tiempos en los que Magnetto aún gozaba del beneficio que otorga la discreción impune, los medios monopólicos, sus escribas y parlanchines, y otros que parecían lucir del lado de la justicia, hacían lo mismo que ahora, sólo que la tenían mucho más fácil, porque se subieron al carro del periodismo denuncia, desde el cual resultaba sencillito jugarla de progre.

Pero el negocio se les acabó y quedaron como Tarzán, a los gritos, en pelotas y sin documentos; y van a perder el partido.

*Artículo publicado por el director de APM el 17 de Noviembre de 2010 en el diario Tiempo Argentino

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