NO HAY HAMBRE CERO CON ENERGÍA CERO

 

Sin ningún ánimo de entrar en confrontaciones políticas partidarias, ni menos aún de “poner palos a la rueda”, entiendo que la idea enunciada como Política de Estado del Gobierno Provincial de Misiones, de erradicación total del flagelo del hambre, puede carecer de bases efectivas que lo hagan viable en el tiempo, si no se prevé el adecuado suministro eléctrico; el cual es bien sabido –pero no siempre bien ameritado- constituye un soporte elemental de todas las actividades socio económicas de nuestro tiempo.

Sin duda que la iniciativa de erradicación de las hambrunas es totalmente loable, y no es demérito alguno que claramente pueda haber sido inspirada por similar iniciativa del vecino Gobierno Federal del Brasil. Es lógico copiar las buenas ideas, pero es mejor hacerlo ubicando el contexto general de su viabilización.

En tal sentido, analizando el tema con la amplitud debida, es evidente que el Brasil de Lula, sin perjuicio del acento innegable puesto en temas sociales, no dejó de lado los imperativos requisitos para el crecimiento económico, pues sus planificadores son concientes que no es solo cuestión de “repartir mejor la torta”, sino de agrandarla rápida y constantemente, pues día a día se incorporan “nuevos comensales”, o sea nuevos habitantes.

En tal sentido, desde hace muchas décadas, Brasil sigue marchando sostenidamente en pos de su desarrollo integral, más allá de los cambiantes avatares del gobierno de turno en cada momento histórico. Eso es ni más ni menos que PLANIFICACIÓN y VISIÓN ESTRATÉGICA, unidas ambas a POLÍTICAS DE ESTADO PERMANENTES CON VISIÓN DE FUTURO.

Dentro de ese esquema, la fortaleza técnicamente muy bien basada, la coherencia, continuidad en el tiempo, y permanente actualización, son características que definen el accionar del país vecino, en el muy delicado y estratégico Sector Energético.

Las acciones brasileñas han sido múltiples, abarcando tanto la sustitución de hidrocarburos por su avanzado plan de utilización de biocombustibles –el más antiguo del mundo actualmente en ejecución, y uno de los más avanzados, sino el modelo a nivel mundial-; el decidido impulso a las exploraciones y explotaciones comerciales de nuevos yacimientos de hidrocarburos, habiendo logrado la tecnología más avanzada en explotación marítima; un fortísimo desarrollo de un parque de generación sustitutivo de combustibles, basado en un desarrollo hidroeléctrico que es modelo mundial por su expansión y por el altísimo grado de cobertura –hoy cercano al 85 %- de su demanda eléctrica, lo cual es mucho en un país que alcanzó ya la jerarquía de Potencia Emergente Mundial; una red de interconexión que abarca la mayor parte del enorme territorio; y en los últimos años el impulso dado a las energías alternativas, básicamente la eólica, si bien es previsible que esta siga siendo una energía marginal y complementaria.

Como es lógico en un esquema de eficiente planificación, las obras no se detienen, y desde el año próximo Brasil contempla iniciar la construcción de 54 nuevas presas hidroeléctricas, la mayoría de gran porte (más de 100 MW) o de mega potencia (de más de 1.000 MW).

Es decir: hambre cero, pero “aumentando la torta disponible”, y previendo los medios para hacerlo, entre ellos la energía requerida para todo proceso socio económico de desarrollo.

Comparemos con el caso de Misiones. No se pone en duda –no es lo analizado- la propia implementación del Plan Hambre Cero, que debería terminar con las muertes por hambre –dolorosamente ciertas-, y con los casos de desnutrición crónica; flagelo terrible que afecta al desarrollo físico y mental de los sectores socio económicos marginados de nuestra población.

Pero se entiende que el concepto de “hambre cero” no debe ser únicamente de las “municiones de boca” (los alimentos esenciales), sino también cubrir las necesidades básicas –vestido, techo, trabajo digno, capacitación y así sean medianas expectativas de superación personal-.

El caso es que para todas las actividades productivas –aún las de las chacras- y mucho más para todas las actividades sociales y asistenciales, la energía eléctrica es un insumo básico e irreemplazable.

Y tal como se vislumbra la situación eléctrica en Misiones, la provincia se encuentra en plena marcha…hacia un muy posible colapso eléctrico en el corto o mediano plazo.

Eso es consecuencia de varios factores concurrentes, que sin duda se han ido potenciando a lo largo de muchos años, básicamente como herencia del modelo neoliberal, que también hizo estragos en esta provincia.

Pero no se advierte que el cuadro de situación muestre signos de revertirse, dadas las manifiestas carencias en los tres componentes del sistema eléctrico: Generación – Transmisión – Distribución; todos los cuales tendrían serios atrasos en las inversiones y carecerían casi por completo de una planificación a mediano y largo plazo.

Más aún, no se entiende como –sin adecuado abastecimiento eléctrico- podrán sustentarse debidamente otras iniciativas que serían muy interesantes, como los anunciados parques industriales, las numerosas nuevas escuelas, los muchos barrios del IPRODHA que “parecerían surgir como hongos”, los hoteles y otros emprendimientos turísticos, y alguna que otra nueva industria que surge o se fortalece.

Mientras tanto, más allá de las muy pobres “expresiones de deseos” sin ningún sustento técnico, de la Ley 4439 (que pomposamente afirma poder cubrir todas las necesidades energéticas –no solo eléctricas- de la provincia en un exiguo lapso histórico), Misiones sigue “sentada sobre los pozos petrolíferos” de “oro blanco” –nuestro enorme potencial hidroeléctrico- desperdiciando absurdamente miles de KWh potenciales, de energía limpia, barata y totalmente renovable.

Cabe reiterar –una vez más- que el cuantioso potencial hidroeléctrico de Misiones, se compone de tres tipos o escalas de magnitud, de proyectos hidroeléctricos a ser construidos: a) las mega presas binacionales de Corpus, Garabí y Roncador, de entre 1.100 a 2880 MW; b) las presas de mediana potencia, de más de 10 MW hasta 100 MW, como las estudiadas en los “arroyos” (verdaderos ríos interiores) Piray Guazú, Piray Miní, Garuhapé y otros); y las presas de baja potencia de más de 1 MW a 10 MW, las que pueden ser soluciones puntuales para un gran establecimiento industrial, o para mejorar el servicio de alguna localidad, etc. Estas tres alternativas son COMPLEMENTARIAS entre si.

La biomasa puede ser una solución puntual para aserraderos o similares, paliando algo las carencias del sistema. Pero apelar a la energía solar (cara y llena de limitaciones), la eólica (sin vientos constantes), el aún experimental y muy caro hidrógeno, o la energía geotérmica (¿Dónde existen geyseres en Misiones?), sonaría a desopilante, de no ser por las terribles confusiones conceptuales que pueden ocasionarse en la población, que podría apostar a falsas “soluciones” que no son más que “espejitos de colores”.

Mientras tanto, sería un retroceso sin coherencia económica ni ambiental, tener que recurrir nuevamente a las olorosas, contaminantes y muy caras usinas movidas a gas oil o diesel oil; las que vuelven a posicionarse como las –ineficientes- “únicas alternativas posibles”; respecto a las cuales ¡muy curiosamente! jamás se quejan ni “escandalizan” las transnacionales de la ecolatría, ni sus ruidosos seguidores pseudo ambientalistas locales.

C.P.N. Carlos Andrés Ortiz

El Libertador en Línea


Ex Investigador y Docente de la  Facultad de Ciencias Económicas (UNaM)

Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. (UNaM)

Tesista de la Maestría en Gestión de la Energía (UNLa – CNEA)

Docente de Economía – Esc. Normal 10 – Nivel Terciario

Docente de la Diplomatura en Geopolítica – Inst. Combate de Mbororé

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2010/05/24/no-hay-hambre-cero-con-energia-cero/