SIN RUMBO

Es decir, la oposición—en especial el peronismo antikirchnerista—está perdiendo  el rumbo. El ejemplo paradigmático lo constituye Eduardo Duhalde, quien acaba de anunciar su interés en integrar una alianza con el colombiano De Narváez, quien ante los serios impedimentos legales para postularse a una candidatura presidencial, se conformaría con ser candidato a gobernador bonaerense. Claro que primero deberá retirar  una molesta piedrita alojada en el zapato: De Narváez mantiene fluidos contactos con Cleto Cobos, otro aspirante a la Casa Rosada, a quien resisten en el radicalismo donde proliferan otras candidaturas, incluida la de Ricardo Alfonsín. El  tercer ejemplo en carpeta lo protagonizan  Felipe Solá y Lilita Carrió, una gorila de pura raza que no ocultó jamás su repudio a las bases populares del peronismo, a las que amaba Evita. Para el gastronómico Luis Barrionuevo al   antikirchnerismo le conviene fogonear la alianza De Narváez—Duhalde, porque “en esas manos está al aparato del PJ… Y   la guita para una campaña exitosa”.
En estos días, a Barrionuevo y su CGT Azul y Blanca se les complicó  la intención de aportar la pata gremial a la alianza Duhalde— De Narváez: el obispo Jorge Casaretto—impulsor de esa alianza– fracasó en su propósito de lograr  un apoyo masivo al  documento de la Iglesia contra el gobierno, camuflado en una proclama contra la pobreza. Casaretto –ministro político del obispado-,  recibió un duro reproche de monseñor Jorge  Bergoglio, por no haber logrado el apoyo de las organizaciones empresarias, académicas y confesionales invitadas a suscribirlo,  cuyo texto base fue elaborado con aportes de los expertos Agustín Salvia, Ernesto Kriotz, Daniel Arroyo y Juan José Llach. A partir de ese relato el obispado le encargó a Casaretto lograr la contribución y el consenso, entre otros, de la Unión Industrial Argentina,  de la Sociedad Rural, las asociaciones que nuclean a los bancos (ABA y Adeba, Federación Agraria, Confederaciones Rurales Argentinas, Coninagro, la CGT y la CTA .


GALLOS DE MISA

¿Qué pasó? ¿Por qué fracasó un hábil negociador como Casaretto? En el camino de las consultas que él  piloteó  en persona surgieron las discrepancias, en algunos casos insuperables, como las protagonizadas por el movimiento obrero, cuyos dirigentes objetaron el tono  antigubernamental del documento, más puntualmente ciertas inexactitudes al juzgar la política oficial  contra la pobreza.  Fuentes responsables a las que recurrió este cronista aseguran que del lado del gobierno le acercaron a Casaretto observaciones destinadas a corregir inexactitudes conceptuales, como ser aquellas que cuestionan la supuesta falta de una política que asegure una distribución más  equitativa de la riqueza. ¿Ese párrafo del documento  lo habrá aportado la Sociedad Rural Argentina? ¿ o la Unión Industrial ? ¿O tal vez   el  poderoso empresario  sojero Eduardo Serantes, principal colaborador laico del obispo?. Figura también como  redactor del manifiesto abortado Juan Llach,  viceministro de economía de Domingo Cavallo durante el gobierno de Menem, además de  “tecnicos” de la Asociación Empresaria argentina (AEA),  cuyos líderes son el Grupo Clarín y la transnacional  italiana Techint, como dicen en Chile todos “gallos de misa”.
Para Justo Carbajales, director del departamento de Laicos del episcopado, “la diferencia de estilos pastorales” a la hora de evaluar la relación de la iglesia con la sociedad política no disminuye la amplia vocación en favor del diálogo que –según él—predomina entre los obispos. En realidad Carbajales admitió que hay dos posiciones en la Iglesia frente al diálogo con la dirigencia política y social. Una es la que exige poner condiciones para garantizar acuerdos básicos y otra no poner exigencias ni compromisos y avanzar igual, dejando de lado toda sospecha de pretender  cogobernar. Desde un enfoque critico, el investigador Fortunado Mallimaci no percibe diferencias sino matices entre los obispos, y advierte en cambio  un divorcio entre entre la conducción de la Iglesia  y las preocupaciones de los fieles.

EXPRESIONES DE DESEO

Casaretto no es un monaguillo  y su poder tiene peso real, sobre todo en el terreno político. Inteligente, astuto, siempre propenso al diálogo, negociador permanente, sabe que dentro de muy pocos días deberá enfrentar a los demás miembros de la Conferencia Episcopal en su primera plenaria del año, cuyo titular, Bergoglio no está contento por la torpeza inesperada  de su cordero, un obispo con sobrados méritos como operador político. La semana pasada –contó  a este cronista uno de esos gallos de misa—un portavoz le contó a Clarín que en la Iglesia consideran que la sociedad está llegando a un nivel de saturación “que se aproxima peligrosamente a la época en que la gente exclamaba el famoso que se vayan todos, mientras que la política se aleja de su noble sentido de servir al bien común”. En realidad , y como lo expresa Mallimaci, es la cúpula del clero la que se aleja de la sociedad y se identifica cada vez más con aquellos exponentes del capitalismo salvaje, al que el papa Pablo VI condenó en Puebla “por su base intrínsecamente perversa”. Será por eso que Cristina eligió para el Tedéum del Bicentenario al obispo de Luján Agustín Radrizzani, reconocido por su apertura a la sociedad y compromiso con los derechos humanos. Hasta La Nación reconoce los méritos de este sacerdote salesiano, sucesor del emblemático Jaime De Nevares en Neuquén, enrolado –dice el diario de los Mitre—con el sector progresista, “y un apóstol incansable de la construcción del diálogo aunque su apertura lo lleve a acercarse a figuras políticas enfrentadas con la iglesia que conduce el cardenal Jorge Bergoglio”.


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