Una vez me tocó ser el tesorero de la recaudación. No tuvimos mucha suerte ese año, porque el 80% me lo tuve que llevar como «honorarios por servicio». Algunos me criticaron por eso, pero yo tengo un lema: «La plata es para los necesitados».
Y yo la necesitaba para pagar unas deudas que tenía. Pero bueno, se me ocurrió que este sistema de sorteos por buenas acciones podría extenderse a todos los ámbitos de la vida cotidiana de los argentinos. Por eso, lo primero que hice fue comunicarme con la gente del «Corcho» Rodríguez que, como ya lo demostró en el programa de Susana, tiene el «Know how» de los concursos telefónicos.
También pensé en darle alguna participación a Ciro James en todo esto (ya que la idea es del gobierno porteño), que también tiene amplia experiencia en todo lo que es contacto telefónico. Pensé incluso en ponerle al concurso el nombre «Hola Ciro, te estamos llamando». Pero desde la administración de Macri me dijeron que no creían que fuera el mejor momento para hacer esto. Cuando estábamos hablando se sintieron unos ruidos en la línea y una tercera voz se metió en la conversación: «Hola, soy Ciro, estaba escuchando…y me gusta la idea». El funcionario porteño con el que hablaba dijo «shhhh» y me pidió que corte y que por favor no vuelva a llamar.
Con James y compañía descartados, perdíamos un gran rango de cobertura telefónica, pero yo seguí adelante hablando con la gente que trabajaba con «Corcho». Les hablé de la posibilidad de que vuelva a ponerse en pareja con Susana para que sea ella quien lleve adelante los sorteos, pero no tuve respuesta al pedido. Les expliqué un poco más mi idea. Por ejemplo, ahora que tenemos un Congreso paralizado (o como algunos prefieren decir, un Congreso con capacidades especiales), se podían hacer sorteos entre los diputados que bajen al recinto, así sería más atractivo. Podía dividirse a los diputados en dos grupos: los más conocidos participarían por un sistema de audio «doble woofer» para poder tapar los discursos de los otros legisladores, y los ignotos participarían por un lugar en la casa de «Gran Cuñado», en el programa de Tinelli. Esta propuesta fue sondeada entre algunos diputados «no famosos» y tuvo buena aceptación. «¿Un humorista va a hacer mi imitación en la casa de Gran Cuñado? Sería buenísimo», comentó uno. Se le explicó que en realidad lo mejor era que estuviera él mismo en la casa, ya que, como nadie lo conocía, se les hacía muy difícil a los humoristas imitarlo. Igualmente se mostró dispuesto. Eso podía funcionar. En el Senado, en cambio, sería distinto. Se fabricaría un talonario de un solo número y éste le sería entregado a Menem. El premio: la Ferrari que Maxi López le regaló a Wanda Nara. Yo creo que así sí iría a hacer el aguante contra el Gobierno. A los de la empresa de «Corcho» les encantaron las ideas, menos la de Menem. Decían que tendría que haber muchos llamados como para cubrir el gasto de comprar una Ferrari. Pero para mí no habría problemas, sólo hay que hacer que llamen sus compañeros del «Grupo A» que deben haber gastado una buena guita en llamados, para ver si iba o no al Congreso.
Seguí explicando: otro tema que nos preocupa mucho a los argentinos, sin duda alguna, es el de Messi en la selección. En Barcelona metió cuatro goles, pero cada vez que se pone la celeste y blanca, se pincha. ¿Cómo lo podemos resolver? Lionel es sin duda el mejor jugador del mundo en estos momentos, y todos quieren jugar con él. Así que lo que se sortearía serían «ciudadanías argentinas» entre todos los jugadores del Barcelona. Esto haría que Lio juegue con el mismo equipo, y pueda, al fin, sentirse cómodo con la Argentina. Fue tal el éxito de esta propuesta, que me enteré que De Narváez estuvo averiguando cómo podía hacer para empezar a jugar en el Barcelona por si le falla el recurso ante la Corte.
Estaba todo listo. Así que, para poder terminar de abrochar este gran negocio, organicé una cena con afamados legisladores, empresarios, inversionistas, relacionistas públicas, licenciados en marketing, agentes de la SIDE, dirigentes de la AFA y especialistas de las telecomunicaciones. Con estos concursos, todos podríamos disfrutar de una actualidad mucho más atractiva. En ese sentido, se beneficiaría el país, y, dentro del país, me beneficiaría yo. Casi todos los comensales ocupaban sus lugares. Algunos impacientes comenzaron a comer pan con manteca, mientras miraban el reloj. Otros, hablaban nerviosos por celular, y algunos desprevenidos preguntaban por qué no empezábamos. Esperamos un largo rato. Pero finalmente – como un karma que se repite una y otra vez- tuvimos que levantar la cena. El proyecto quedó en la nada. Y todo porque no vino Menem.
Mex Urtizberea
La Nación
