EL SUEÑO DE SER POLICIA

Opinión / Por María Josefa «Pepa» Estévez (*)

En los últimos días mucho se habló de los maltratos a los aspirantes a Policía en el marco del adiestramiento, y del gravísimo estado de uno de ellos, internado en una clínica de Oberá.

Días atrás, un matutino local publicó una carta de lectores en la que el mismo joven se preguntaba por qué se los había tratado de ese modo, y confesaba que siempre había  soñado con ser policía, por lo que ahora le resultaba difícil comprender los hechos.

Luego de leer aquellas expresiones, una pregunta vistió mi indignación de sarcasmo: ¿No sabías lo que es la Policía? Luego, me vino a la memoria la canción “Aquellos soldaditos de plomo”, de Victor Heredia. “Desde niño yo tenía un extraño sentimiento armamentista…”. Pensé en el dolor -tanto físico como moral- que estaría padeciendo ese chico que “soñaba” con ser policía ante semejante descubrimiento de la realidad.

Supongo que, siendo un adolescente, lo suyo era una fantasía de uno de esos policías que aparecen en las películas, enfrentando día a día a “los malos del mundo” y exponiendo heroicamente sus vidas.

Es probable que, si alguna vez oyó o leyó las noticias sobre corrupción policial o sobre torturas en las comisarías, haya también oído o leído que son “casos aislados”, por la conocida posición de que no es la institución sino sólo algunos individuos, las “manzanas podridas” que hay que separar del resto.

Preguntas. ¿Qué hay de los padres de cada uno de los aspirantes? ¿Se preguntaron alguna vez acerca de estas situaciones? ¿Hasta qué punto nuestra sociedad ha naturalizado la violencia?

En repetidas ocasiones pregunté a madres y padres que me contaban que su hij@ se incorporaría a alguna de las fuerzas ¿Porqué esa elección? Y las respuestas más frecuentes fueron “porque es una salida laboral rápida”, o “para que trabajen”.

Mi respuesta, casi siempre, fue: “¿Para que trabajen? ¿Acaso querés que muelan a palos a tu hijo y que lo reduzcan a una condición casi animal a fuerza de castigos físicos, hambre y calabozo?”

Aunque nadie desea eso para sus hij@s, la mayoría terminó accediendo a que sus hijos ingresaran a las fuerzas de seguridad, y antes de que pasaran dos o tres meses, ya volvían llorando a contarme lo mismo que antes les había advertido.

Y entonces, desorientados, iban a ir a reclamar ante las autoridades de la escuela policial, recibiendo como respuesta represalias, porque eran padre o la madre los que se quejaban por “esos maricones pollerudos”.

Por estos días, también recordé “El libro de Manuel”, de Julio Cortázar. Ubicado temporalmente en tiempos de la dictadura de Onganía, la obra incluye un anexo con testimonios reales de torturadores que detallan cómo habían sido adiestrados para torturar. 
Está claro que solo quien pudo superar la prueba de ser torturado, vejado y reducido a bestia, quien terminó admitiendo que es una basura, puede luego torturar, vejar, reducir a nada al otro, matar, y quizás hasta gozar haciéndolo.

También es obvio que a diferencia del chico en cuestión, muchos otros, por miedo, ni siquiera se animan a denunciar los maltratos.

La noticia del joven, demuestra que pese a los casi treinta años de finalizada la última dictadura militar, las cosas no han cambiado.

Es para preguntarse en este caso –como en cada uno de los anteriores- la instrucción justo haya estado a cargo de una “manzana podrida”. Y si la enorme cantidad de casos de violencia policial en las cárceles y comisarías y los cientos de episodios de gatillo fácil, son ocasionales.

¿No será que todo responde a una política determinada? ¿Es muy descabellado asociar estos hechos con la criminalización de la pobreza, de la juventud y la infancia y de la protesta, para lo cual hay que adiestrar torturadores?

Ante todo esto, ¿Qué pasa con el Ministerio de Derechos Humanos? Cabe suponer que el Ministro y todos en el gobierno provincial saben que la tortura es ilegal. ¿O tendrán que ir los padres de las víctimas a enseñarles? ¿No deberían actuar de oficio?

¿O el Ministerio sólo tiene que ver con los casos que se dieron en tiempos de la dictadura? Será finalmente que sólo tiene que ver con cobrar un sueldo, de Ministro, de Subsecretario, etc,etc…


* Activista social. Ex presa política. Integrante de la Asociación de Trabajadores del Estado.

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