EL HAMBRE ABUNDA, LOS ALIMENTOS TAMBIÉN…(¿Pero quién se los come?)

Como comentario que acompaña a esta pregunta,  y ante lo que piensan sobre el hambre tantos mediáticos Opinantes, mencionar el hambre que sufrimos y decir que uno se opone a ella es una frivolidad o una hipocresía, salvo que también el mediático Opinante analice, aunque sea brevemente, las causas de esta monstruosidad; y que este análisis  –imprescindible para corregir la situación salvo que seamos unos santurrones – se mediatice  como la bienpensante pero descomprometida declaración inicial.

 

También deberían aparecer en los Medios todas las consecuencias del hambre y no sólo algunas pocas muertes  impactantes. Debería aparecer el empobrecimiento vital de decenas de millones de nuestros hermanos: las bajas estaturas, las anemias, la reducción del cociente intelectual,  la lentitud de los aprendizajes y  la muerte prematura de  miles de ellos, no solamente  de unos pocos casos que aparecen en la TV. Las propuestas de los Opinantes sobre causas y políticas para combatir el hambre – si llegan a hacerlas –   deberían también discutirse junto con otras propuestas que los Medios silencian.

(…) Nuestros gobiernos  oligárquicos y positivistas de finales del siglo XIX , tras desalojar con una  limpieza étnica  a los habitantes originarios de la Pampa  Húmeda , privilegiada por la naturaleza como pocas en el mundo para producir alimentos,  para cultivar granos  y criar ganado domesticado para el consumo interno y para la exportación. Esto mejoró el nivel alimentario del promedio de nuestro país, y también el de los países, casi todos europeos, hacia los que se dirigían nuestras exportaciones. Esa época configuró la Era Dorada en que festejamos nuestro Primer Centenario, que despierta hoy recuerdos nostálgicos entre algunos de los actuales herederos políticos de los  oligarcas de esa época.

Sin embargo, ese modelo no era sustentable a largo plazo. Era para pocos: “el campo” absorbe poca mano de obra, y el conjunto de la población dedicada a otra cosa no recibía los beneficios indirectos de esa riqueza concentrada en manos que carecían de deseos de redistribuirla. La solución  para Argentina de esta incapacidad del modelo agroexportador de generar más trabajo fueron la industrialización y luego los servicios. Ambos dependen de una capacidad de consumo más o menos masiva por parte de la sociedad y absorbedores de mano de obra, complejizadores del imaginario de la sociedad, generadores de saberes diversificados.

El primer peronismo ( 1946-1955 , derrocado en parte por “el campo”) completó  con éxito esta transición  del “campo” a ”la industria” , fundando de paso un “Estado benefactor “ en las improbables latitudes del Cono Sur, tan lejos de la “seria”, central y civilizada Europa que admirábamos y que estaba haciendo lo mismo. Para hacer esto, impensable ahora, Perón tuvo éxito en expropiar una parte muy importante  de la renta  del “campo” y transferirla a la industria y a los servicios.  
En la actualidad, la Pampa Húmeda comenzó a recibir hace pocos años, la revolución productiva de granos transgénicos y el paquete tecnológico – siembra directa, fertilizantes, plaguicidas – que los acompaña. Los rendimientos de las cosechas y los beneficios aumentaron espectacularmente. Primera y aparente paradoja: mucha producción agrícola-mucho hambre.

Con los transgénicos no se prioriza la producción de alimento para consumo humano, sino  de forrajes, que luego son consumidos como “alimentos balanceados” por vacas, cerdos, pollos.  No hay razones científicas para esto: criar y luego consumir animales alimentados así produce dietas demasiado proteicas, con bajos residuos, con gran pérdida de calorías alimenticias y – como lo demuestra la gripe porcina- en condiciones  sanitarias peligrosas . De hecho el ”modelo sojero”, tiende a aumentar la desnutrición humana en Argentina, independientemente de su daño ecológico a largo plazo: aumenta el desempleo y por ende la pobreza, y se expulsa “del campo” a productores de alimentos para  consumo humano directo. En el mundo se produce el doble de calorías alimentarias que las que necesita la población. Por lo cual se podría producir a escala mundial  bastante menos, si el objetivo es bajar el hambre planetaria, hoy en aumento.

El alimento es una mercancía,
apropiable, vendible. Si los pobres no ganan lo suficiente no lo pueden comprar en la cantidad y con la calidad que las ciencias de la nutrición establecen. Esto nos lleva al tema de la pobreza en Argentina. La destrucción del Estado de Bienestar argentino a partir de 1976 empobreció a nuestro a nuestro país.

El hambre vuelve a las personas más vulnerables a las enfermedades, les quita peso al nacer, estatura y dientes en la boca y les dificulta la absorción de contenidos culturales.

Entre 1975 y 2001 la pobreza en Argentina aumentó siete veces
, la indigencia –pobreza extrema – aumentó doce veces. Las dos causas más importantes fueron la desindustralización  y la especulación financiera de los militares, Martinez de Hoz y las privatizaciones, la precarización laboral y el desempleo de Menem –Cavallo.

Recordemos que la Iglesia Católica argentina, cuya actual  preocupación por el hambre es conmovedora, defendió el golpe de 1976 mucho mas abiertamente que sus contrapartidas  de Brasil, Chile y Uruguay los golpes en sus respectivos países; y que tuvo mejores relaciones con Menem que con ningún otro presidente constitucional.

El punto máximo de pobreza y hambre argentinas se dio en 2001 pero no hemos llegado aún  a tener los ahora envidiables bajos niveles de pobreza de 1985, no digamos los de 1975.

¿Cómo pueden alimentarse los pobres, si no pueden comprar sus alimentos?. Algún darwinista social podría decir: porque son perdedores que no merecen sobrevivir ; pero esto ya no se dice en público.

(…)¿Cuáles  son las perspectivas para nosotros, país periférico, desestabilizable, con frescos recuerdos de groseras violaciones a derechos humanos?. El sistema impositivo argentino es una vergüenza: después de pagar impuestos un pobre se empobrece más, un rico se enriquece más.

A los Opinantes que recitan mantras vacíos sobre el hambre debemos preguntarles:¿desea usted aumentar las cargas impositivas generales de Argentina, que son ahora inferiores a las de Brasil, no digamos de Europa?

Si la respuesta es afirmativa: ¿desea  aumentar el IVA o cobrar mas impuestos  a los ricos ?.A estos no les gusta pagar impuestos. Los Opinantes sobre el hambre saben muy bien que los ricos controlan mucho poder a la mayoría de los Medios, que pagan muchas campañas políticas…

José Carlos Escudero (*)
Agencia Walsh

(*) Médico sanitarista

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