La energía nuclear juega a favor del ambiente. En todo el listado de proyectos energéticos, por un monto de casi u$s18.000 millones que están en danza de encarar en cooperación con Rusia, los temas que hacen a la preservación del medio ambiente van a ser cuidadosamente evaluados como pocas veces aconteció en otras épocas, destacó De Vido, a los pocos días de haber presidido una reciente gira de negocios por la Federación de Rusia.
En la ambiciosa agenda bilateral con Rusia, el titular de Planificación descartó la realización de toda obra energética que obligue a afrontar fuertes sacrificios ambientales, como ocurrió con la represa binacional de Salto Grande, que hizo desaparecer dos ciudades (Santa Ana y Federación), cuyos pobladores fueron relocalizados en Nueva Federación.
De Vido negó que se evalúe ejecutar proyectos hidroeléctricos como los dos cierres del Paraná Medio, Machuca Cué y Chapetón, que en algún momento de la década del ’70 estudiaron técnicos soviéticos. El funcionario no hizo referencia al proyecto de la represa binacional hidroeléctrica Garabí, a construirse sobre el río Uruguay, en el límite entre Misiones y Corrientes.
Uno de esos proyectos, inherente al cierre Chapetón, hubiera obligado a construir un cierre lateral sobre la margen santafesina del Paraná, de 180 km de extensión, para evitar anegamientos de los Bajos Submeridionales.
El titular de Planificación sostuvo que esos hipotéticos estudios que demandan un gran costo ambiental «eran propios de una época en la que los temas ecológicos tenían una consideración mínima en todo proyecto energético».
La Argentina necesita desarrollar una «estrategia de acotamiento de la participación que tiene el gas natural en su matriz energética primaria y en esa dirección el desarrollo nuclear y un mayor uso del carbón mineral en centrales de última tecnología como la que construye lsolux Corsan en Río Turbio configuran un punto central», Así como el país fue exitoso en su incursión en el diseño y construcción de reactores nucleares de investigación, cuatro de los cuales se vendieron en distintos momentos a Perú, Argelia, Egipto y Australia, mientras que otros seis funcionan en el país, ahora con el proyecto Carem y la compra del cuarto reactor de potencia (Atucha III) la Argentina alienta incursionar como un hipotético proveedor mundial de reactores de potencia.
En el final de su diálogo, el titular de Planificación mencionó que el país necesitaría sacar de actividad en un mediano plazo unos 1.000 MW térmicos de vieja tecnología, y bajo rendimiento, máquinas que funcionan en grandes ciudades y sobre las cuales nadie repara que deben dejar de usarse.
