ESCENARIOS

 

Por Ricardo Rouvier

Ricardo Rouvier presenta en esta nota dos escenarios probables donde por un lado examina las posibilidades del  triunfo de la coalición Cambiemos en las legislativas del 22 de octubre, y por el otro, la reconfiguración del Peronismo y el futuro del kirchnerismo es ese reacomodamiento.

 


1. Un probable escenario del oficialismo

Frente al posible triunfo del oficialismo en los principales distritos del país se pone en movimiento el dispositivo político de saber qué hacer con la victoria y qué hacer con la derrota.

Se aproxima una etapa política que viene caracterizada por un lado, por la consolidación de una nueva fuerza integrada por el PRO, la UCR y la Coalición Cívica, aunque es el primero quien tiene la dirección intelectual de la misma, y por el otro, por la factible derrota del panperonismo.

El oficialismo va a relegitimarse, habiendo aprobado  el primer examen y confirmando los caminos adoptados hasta acá. El futuro sigue siendo un tiempo imposible de descifrar, el Gobierno avanza casillero por casillero, habiendo crecido en el andarivel político cuando todos estábamos mirando la autopista de la economía.

En la oposición peronista ante la inminencia de una ola amarilla se intenta defender los territorios en algunas provincias del interior en que las PASO confirmaron la importancia numérica del PJ. Pero aún puede haber sorpresas, y Cambiemos puede lograr sumar más victorias locales.

 

Es probable que el oficialismo obtenga  una apoyo de alrededor del 40% del electorado y  resultados importantes en los cinco distritos más populosos. Además de fortalecer sus posiciones en el nuevo Senado y en Diputados, con el triunfo en la mano obligará una posición más negociadora de políticos y sindicatos.

El Gobierno queda en buena posición para la largada hacia el 2019 y toda esta situación no se logra sólo por la inteligencia o la eficacia de la comunicación con sello PRO, sino también por un adversario que se equivocó y mucho en cómo pararse ante la realidad de aceptar tardíamente que Scioli no ganó, simplificando su oposición sobre una idea de ilegitimidad y resistencia que no tuvo ni tiene anclaje en la sociedad.

 

Durante mucho tiempo el macrismo/ el oficialismo/ Cambiemos fue caracterizado desde el borde opuesto, con la simplicidad del pensamiento binario; sin comprender por qué crecía día a día, a pesar de las amenazas de la economía sobre los bolsillos flacos de gran parte de la sociedad. Pero, hay que entender que la gente no vota sólo con el bolsillo. Es evidente que los resultados se producen sobre las condiciones subjetivas que se originan en la historia de los últimos años y en la construcción de la esperanza generada por Cambiemos y que anidó en parte del electorado.

El propósito, desde que asumió Cambiemos, fue intervenir en la subjetividad colectiva presentándose como lo diferente o lo contrario del pasado. Y esta tarea logró sus objetivos. Mantuvo una interna controlada, fortaleció el liderazgo racional de Macri y cuidó un estilo conservador y popular. Es decir, es una fuerza neoconservadora que no responde a los cánones de la derecha tradicional, sino de una derecha moderna que inclusive puede convivir con el progresismo cultural y que muestra una disponibilidad de tensión y aflojamiento o gradualismo de gestión, y con mayor presencia de las fuerzas de seguridad frente a la ocupación del espacio público.

Sin embargo, también es parte del escenario un oficialismo que no tiene ante sí una única opción para la construcción política, puede ser tentado con la pata peronista (algunos especulan que algún dirigente peronista será candidato a vice de Macri en el 2019), pero la realidad es que el resultado electoral le da la razón a la línea que apunta a no peronizar a Cambiemos. La UCR va a pedir mayor participación, pero tendrá que ordenar sus distritos; hay dirigentes radicales de vieja data con muchos votos pero que no pueden liderar el abordaje que la nueva generación PRO hace a los reductos del peronismo.

Un actor de la oposición que resulta invisible en el escenario político profesional y que es más temido que el fragmentado peronismo, es la economía. La adopción de una heterodoxia con predominancia liberal, le permite navegar sin responder a dogmas que blandía otrora Álvaro Alsogaray o Martínez de Hoz.  Como ocurre en el mundo occidental, el neoliberalismo predomina pero no responde textualmente a sus padres fundadores. El pragmatismo de la gobernabilidad se impone. El nivel de endeudamiento asusta y preocupa, considerando que no llega el volumen de inversión requerida. También hay que considerar que con la tasa de ganancia amenazada por salarios altos en comparación con el promedio de América Latina, el Gobierno estimula avanzar en la flexibilización laboral. Sin embargo sabe que no puede hacerlo sin más, poniendo en peligro la paz social; entonces irá sindicato por sindicato buscando resolverlo en lo particular. Esto afectará aún más las brechas de ingresos intrasistema en el mundo del trabajo. La desigualdad crecerá además de lo macro dentro de la misma clase social.

2. Un probable escenario de la oposición
En el panperonismo muchos piensan en el día después, el 23, que será de reconstrucción, buscando unificar a más partes del justicialismo con el fin de presentar una oposición competitiva hacia el 2019. Hay voluntad para alentar la conversación entre dirigentes, pero en la agenda hay una primera cuestión a resolver: Cristina F. de Kirchner será parte de esta recuperación o será el chivo expiatorio de la derrota.

 

Por otro lado, están las causas judiciales que la acosan a ella y a ex funcionarios. No es un problema de justicia o de verdad, es un problema de poder. Hoy el gobierno tiene el Poder y puede ubicar a PanamaPapers en el último cajón de las demandas de justicia y poner sobre la mesa a la vista de los medios de comunicación el goteo diario de corrupción kirchnerista.  Hay gobernadores, intendentes, legisladores que quieren cerrar el ciclo kirchnerista y eso será al día siguiente al domingo electoral. Hay otros, en cambio, que dudan y otros que siguen alineados con la ex Presidenta.

Si bien podemos anticipar que la interna será dura y prolongada. Los 34/37 puntos de porcentaje de Unidad Ciudadana en el principal distrito no se podrá soslayar. Y tampoco el kirchnerismo podrá eludir la existencia de una realidad que no controla. O sea, el peronismo del interior que mayoritariamente no se alinea con CFK, no tiene una cabecera de playa en el territorio bonaerense; y el kircnerismo es débil  en el interior bonaerense y también en el resto de las provincias, salvo excepciones. Podemos hablar de un empate.

Si bien no podemos asegurar la muerte de ninguna corriente política, sí se advierte que estamos ante un final de ciclo; es decir que no se espera que los actores de la oposición más importantes puedan repetirse en el futuro. Para decirlo más claramente, no sabemos si el kirchnerismo sobrevivirá o no, pero no hay dudas de que la sociedad está cambiando y esto se demuestra en las pruebas electorales, y se espera que la oposición no repita muchos de los hechos que por acumulación le han hecho perder las elecciones en el 2015 y seguramente la de ahora. Si pierde Unidad Ciudadana en la Provincia de Bs.As. serán tres elecciones efectivas, sin contar las PASO, continuas que el kirchnerismo es derrotado.

Además de considerar que la cuestión del tratamiento de la corrupción del gobierno anterior es asimétrico, exagerado, extemporáneo en la espectacularidad mediática; el paquete instalado en la subjetividad de gran parte del pueblo, exige que algo hay que hacer con eso. Se espera que desde el corazón del propio kirchnerismo o del peronismo no k, haya una decisión que se exprese en el lenguaje en forma lo más clara posible.

El hecho de que la ex Presidenta en su periplo de entrevistas en medios de comunicación,  haya alcanzado a decir “no pongo las manos en el fuego por De Vido o por nadie….” es un paso atrás después del silencio, un estruendoso silencio durante tanto tiempo sobre algo que está en el medio del camino obstaculizando el tránsito. Es demasiado significativo, desde la responsabilidad ideológica, la ausencia de reacción de negación o esclarecimiento  sobre fuertes  acusaciones respecto a los destinos del dinero del Estado, o sea el dinero del pueblo. El peligro está a la vista y es que algunos hechos de corrupción puedan eclipsar las realizaciones logradas durante los tres períodos. Es sobre esos logros y sobre aquellos gobiernos a los que apunta el oficialismo demoler. No hay ninguna duda que si bien la corrupción no hace ganar o perder elecciones, su existencia diaria en la agenda de los argentinos ha horadado el prestigio del kirchnerismo. El peronismo tratará de salvarse de que lo alcance el veredicto público.

El intento de igualación entre Báez, Boudou, Jaime, De Vido, López, con las sociedades del exterior de la Flia. Macri no logra sus frutos, porque esto se dirime en base a la diferencia que produce quien hoy administra el poder.  La cuestión, como decía Humpty Dumpty es saber quién es el que manda. No extrañaría, con el atributo de oportunidad que tiene nuestro Poder Judicial, que una vez que Cambiemos pierda el gobierno veamos a varios de los actuales funcionarios desfilar por Comodoro Py.

Si Odebrecht se abriera de par en par, asomarían sociedades entre el oficialismo y la oposición compartiendo negocios, comprometiendo niveles de institucionalidad política relevante. Algunos piensan que es mejor que se mantenga entornado o cerrado, en aras de algo superior como la gobernabilidad.

* Ricardo Rouvier – Lic. en Sociología. Dr. en Psicología Social. Profesor Universitario. Titular de R.Rouvier & Asociados

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