por Natasha Pitts
El último 10 de agosto se encontró en un terreno baldío en la ciudad de Inhumas, Región Metropolitana de Goiania (Estado de Goiás), el cuerpo de João Antônio Donati, joven homosexual de 18 años. El asesinato ocurrió con refinamientos de crueldad. Su cuerpo fue encontrado con el cuello y las dos piernas quebradas y la boca estaba llena de papel. La bola de papel escondía un mensaje homofóbico: «Vamos a acabar con esta plaga”. La policía todavía está investigando si el caso es realmente un delito de odio contra la población LGBT (Lésbicas, Gays, Bisexuales y Transexuales).
Este caso trágico, que alcanzó repercusión en los medios de comunicación y en las redes sociales de Brasil esta semana, comprueba que no está lejos de ser raro el hecho de que aparezcan noticias que involucren casos de homofobia. Algunos de estos episodios terminan incluso con el asesinato de las víctimas. Otro ejemplo de esto ocurrió hace pocos días, en Curitiba, Paraná, cuando un joven gay fue golpeado por taxistas que lo acusaron de asedio. En el actual período electoral, el asunto ha sobrepasado a las organizaciones y movimientos LGBT y es explotado por algunos candidatos en busca de votos.
«Estamos viviendo un proceso de fundamentalismo arraigado en Brasil. Avanzamos en políticas públicas, pero la homofobia todavía es muy fuerte. Lo que ocurrió con el joven de Goiania es un retrato fiel de lo que padece la población LGBT. En nombre de ese fundamentalismo hemos perdido muchas víctimas”, denuncia Marcelle Esteves, vicepresidente del grupo Arco Iris, de Río de Janeiro, y coordinadora de política nacional de la Articulación Brasilera de Lésbicas (ABL), en entrevista con Adital.
La activista señala que el actual gobierno, comandado por la presidente Dilma Rousseff (Partido de los Trabajadores – PT), contribuyó con algunos puntos favorables relacionados con la visibilidad y derechos civiles LGBT, pero todavía hay que avanzar bastante.
«Hoy, más que nunca, tener un candidato comprometido con los derechos humanos es fundamental. Necesitamos un candidato que asuma la defensa no sólo de los derechos de las personas LGBT, sino que esté también atento a la cuestión del prejuicio racial, entre otras causas; una persona que asuma los derechos humanos como una pauta fiel y respete la vida”, destaca Marcelle.
Hace pocos días, la población brasilera acompañó el «error técnico” de la candidata a la presidenta por el Partido Socialista Brasilero (PSB) Marina Silva, que divulgó en sus propuestas de campaña su apoyo a la unión de parejas homoafectivas, pero en sólo 24 horas volvió atrás y bajo presión de grupos fundamentalistas suavizó el punto en cuestión, defendiendo que se comprometería sólo a garantizar los derechos que se originan de la unión civil entre personas del mismo sexo. A pesar de las justificaciones de «error de diagramación”, la sustituta de Eduardo Campos fue acusada de ceder a las presiones de grupos evangélicos. Marina también es acusada de tener posiciones conservadoras por ser evangélica.
«Lo que ocurrió demuestra la fuerza que tiene el fundamentalismo. Política y religión no deberían nunca estar enanchadas, pero sabemos que eso ocurre en Brasil y lo vimos en el posicionamiento de Marina. La candidata percibió que la pauta del movimiento LGBT podría ser muy cara para ella y, así, constatamos que no hay un compromiso. Una candidata que lanza un programa de gobierno y un día después dice que se equivocó, no es seria y no va a gobernar para todos”, critica la activista de la Articulación Brasilera Lésbica.
Para que la población conozca a los candidatos que asumen abiertamente propuestas orientadas hacia la defensa de los derechos civiles de gays, lésbicas, bisexuales, travestis, transexuales y transgéneros, un movimiento social suprapartidario creó el sitio web colaborativo www.votelgbt.org. La iniciativa tiene como marco, justamente, la polémica que involucra a Marina Silva. El sitio web ya catalogó a más de 100 candidatos de diferentes partidos.
«Queremos un país en que todo el mundo tenga sus derechos garantizados y que se respeten sus vidas. Para ello, debemos elegir políticos verdaderamente comprometidos con los derechos humanos”, declara uno de los textos publicados en el sitio web.
El sospechoso de asesinar a Donati, el labrador Andrie Ferreira da Silva, de 20 años, confesó el delito a la policía. Él contó que mantuvo una relación sexual con la víctima en el mismo terreno donde el cuerpo fue encontrado. Alegando no ser homosexual, Silva afirmó que la motivación para el delito no habría sido la homofobia. Después de la relación sexual, los dos se habrían desentendido y entrado en lucha corporal. En declaración, el sospechoso alegó haber usado sólo las propias manos para matar a João, sin la utilización de ningún objeto.
Según el delegado responsable del caso, Humberto Teófilo, el sospechoso olvidó los documentos personales en el lugar del delito, llevando a la policía a su paradero. Silva fue detenido en una plantación de tomates, donde trabajaba, y no se resistió a la detención. De acuerdo con Humberto Teófilo, el laudo del Instituto Médico Legal (IML) indicó que la víctima luchó con el agresor antes de morir. Donati murió asfixiado y, al contrario de lo que fue informado inicialmente, no hubo ninguna fractura en su cuerpo. El examen también señaló que la víctima fue encontrada con papeles de helado en palito y bolsas plásticas en su boca, lo que causó el sofocamiento. El delegado de policía dijo además que no había ningún papel con mensaje en su boca con insinuaciones homofóbicas, como fue difundido. «No se de dónde sacaron eso.”
Adital
