LAS DEMOCRACIAS BURLADAS: EL CASO BOLIVIANO

Por Fernando Esteche   ***
 
 

Habiendo sido el país suramericano que sirvió de laboratorio para acometer un golpe de estado de tipo clásico en plena época de neogolpismo (2019), Bolivia expone las debilidades estructurales de su sistema político y su exposición recurrente a lo que llamamos las burlas a la democracia.

La burla de la democracia es justamente la capacidad del imperialismo de convertir dicho sistema en un sistema de dominación, en un sistema tutelado o restringido, donde recurrentemente se frustran las aspiraciones populares, se burlan las voluntades electorales por las propias gestiones de gobierno.

En este ejercicio burlesco; La República es una categoría que en gran parte de las múltiples nacionalidades que se reivindican como tales en Bolivia resulta exponente de la confiscación de su soberanía política. Todo el aparato institucional boliviano suele terminar excluyendo, subalternizando y perpetuando esas situaciones, a los sectores populares.

Pero además ahora la propia derecha, tributaria del sistema republicano que ha construido ella misma, hoy lo cuestiona en aras de la bandera del federalismo que no es otra cosa que, en sus mentes, secesionismo. El crecimiento económico y demográfico de Santa Cruz y la llamada Media Luna Blanca hace ilusionar a sus burguesías colonizadas en un propio paisito que no tenga que cargar ni mantener el Alto pobre.

Paro indefinido y cortes de calles y rutas


De ahí la excusa del Censo que le permitiría a expensas de sus resultados exigir mayor presupuesto y más escaños legislativos.

El MAS como instrumento político de los movimientos sociales y del mundo popular llegó, con Evo Morales a la cabeza, a iniciar un proceso de cambio para revertir estas situaciones.

Justamente entender que el MAS es instrumento político de un conjunto de movimientos sociales cuya articulación está en torno a la reivindicación de propia soberanía, y que son movimientos sociales de mayorías subalternizadas y explotadas, que van a cuestionar directamente el sistema económico, las estructuras de propiedad, y a reivindicar su etnia y su trabajo. Esto es oportuno señalarlo en tiempos en que cualquier reivindicación sectorial puede articularse como movimiento social. Estos son movimientos sociales con nítida politicidad.

En ese escenario, después del narco-golpe contra el gobierno del MAS, inspirado por sectores de las transnacionales de la energía y la minería asociados a los agronegocios cruceños, y a los carteles narcos integrados a la DEA, de Añez, en Beni y de sectores de las FFAA cruceños; en un tortuoso año de resistencia popular se produjeron las condiciones para plantear elecciones y recuperar el gobierno para el MAS.

La victoria del MAS con la candidatura de Arce superó los guarismos que había venido cosechando el propio instrumento electoral en elecciones anteriores, esto hablaba de crecimiento en consenso.

Ahora bien, Luis Arce, con el apoyo explícito en su gestión de David Choquehuanca su vicepresidente, (quien fuera canciller de Evo Morales y líder de uno de los poderosos sectores indianistas del MAS), asume un gobierno que a poco de andar y en la medida del regreso de los exiliados fue encontrando “fuego amigo”.

Al interior del propio espacio popular comenzaron a surgir serias críticas y alevosas denuncias cruzadas entre sectores propios que no hicieron más que debilitar la estructuración política y provocar gran desconcierto.

A estas expensas incluso sectores populares como los cocaleros de Chapare que cuentan además con una poderosa fuerza organizada, han permanecido muy hostiles a la gestión del gobierno no obstante tener fuertes y fluidos vínculos con Evo Morales o justamente por tener esos vínculos.

Al vicepresidente Choquehuanca le fue prohibido desde el organismo partidario, hegemonizado por el propio Evo Morales, organizar escuelas de formación política en clara intención de que no pudiera hacer proselitismo desde allí. Con este gesto se terminó la formación política al interior del Instrumento político.

La narrativa de “estado fallido” y acusaciones al gobierno de narcos son coincidentes en las narrativas de Camacho (líder golpista cruceño) y sectores del MAS devenidos en sorprendentes opositores. El objetivo es el izquierdista ministro de gobierno Eduardo del Castillo que recibe las críticas de quien fuera el ministro de Evo; Carlos Romero, y de los propios carteles de la droga travestidos en dirigentes políticos opositores o empresarios exportadores.

Los aparentes acuerdos de ampliar a futuro la frontera agrícola a favor de los agronegocios (sectores claramente golpistas) en contradicción con la política oficial de no hacerlo, vuelven a exponer fricciones serias y alianzas complejas que impactan de lleno en la posibilidad de cohesión del espacio partidario popular.

A mediados de este año la reunión de Arce con Evo y con las seis federaciones del trópico cochabambino (expresiones evistas), más allá de los comunicados, fue un verdadero fracaso en cuanto a construcción de unidad política.

Como contrapartida se desarrolló la asamblea alteña que reúne a las Juntas de Vecinos de El Alto y la Central Obrera Regional. Estos en conferencia de prensa respaldaron al gobierno de Arce y cuestionaron las críticas de las federaciones del trópico afirmando que mientras Evo Morales y sus ministros se habrían fugado durante el golpe, los alteños se quedaron a enfrentarlo.

Vecinos de El Alto y la Central Obrera Regional respaldaron al gobierno de Arce

En las reuniones partidarias se acusan mutuamente de golpistas y de querer arrebatarse unos a otros el poder. El 2025, despojado de ideología y proyecto programático es la bisagra que divide aguas al interior del sector popular y aprovechando esto la derecha avanza y se fortalece, logrando que referentes populares importantes terminen exigiendo al gobierno lo mismo que se le exige desde el Paro Cívico impuesto por la derecha cruceña.

Algunos dirigentes del sector llamado “renovador” que expresa a Arce y Choquehuanca han sido expulsados del gobierno y padecen persecución judicial de sus ex compañeros en el aparato judicial que sigue intacto desde el golpe.

El gobierno no ha avanzado en desmantelar el aparato golpista y narco de las FFAA ni el aparato represivo y colonizado por el lawfare del Poder Judicial y mucho menos impugnar la acción política de los dirigentes políticos golpistas y empresarios de igual talante.
A esta altura su debilidad interna le impide semejante intención si es que la tuviera.

Los conspicuos golpistas Luis Camacho, Carlos Mesa, Samuel Doria Medina y Rómulo Calvo se presentan como líderes de los reclamos sociales. Lo doloroso es ver escenas protagonizadas por sectores sociales populares que terminan a todas luces siendo funcionales a la estrategia destituyente de la derecha empresarial boliviana y cuyos objetivos explícitos es el adelantamiento de elecciones que redunde en acortamiento de mandato que le permita a la derecha volver a pulsear frente a un movimiento popular probablemente dividido por las candidaturas.

El censo es la excusa banal con la que se ha construido una bandera para justificar acciones de desabastecimiento, obstrucción de vías comunicacionales y destrucción de economías. Paro Cívico los llaman a esos repertorios, pero es una clara demostración de fuerzas, incluyendo expresiones paramilitares que el gobierno y el MAS no han podido enfrentar y que tiene una fuerte impronta de violencia antipopular que ya se ha cobrado varios muertos en incendios a locales y atentados a dirigentes.

Está claro que siendo Bolivia el único país del Sur que exporta litio con valor agregado y que tiene control estatal de la producción y exportación, se vuelve el gobierno de este país una molestia para la voracidad imperialista. De nuevo han vuelto a operar abiertamente sin ningún tipo de restricciones la USAID, la NED y otros organismos para financiar políticas antipopulares a través de la promoción del onegeísmo cosmopolita.

Hay quienes piensan en la muerte política de Evo a partir de su errático y confuso posicionamiento que pareciera no distinguir a los golpistas y sus intenciones. Otros suponen la muerte política de los renovadores a partir de su autonomización de las orientaciones políticas que pretende imponer Evo. Hoy la propia asamblea legislativa con abrumadora mayoría del MAS se encuentra paralizada por acciones de este internismo. El imperialismo está reuniéndose a diario con políticos opositores y a través del onegeísmo intentando penetrar en las voluntades de las organizaciones sindicales y populares.

La carestía de la vida se vuelve un caldo de cultivo ante la falta de claridad programática.

Es claro que en Bolivia se está desarrollando un plan continuado de desgaste y de largo aliento con el objetivo no solo de destituir a Arce sino además de derrotar la esperanza que significa Evo para su pueblo. Los errores que pudieran señalarse a Evo, a Arce o a Choquehuanca parecieran ser las más de las veces provocados por instigadores con objetivos procaces. Pareciera ser que los protagonistas de estos ataques no están en condiciones de sortearlos airosamente con unidad política, orientaciones de organización popular para enfrentar el golpe y profundizar el proceso de cambio.

*** Fernando Esteche
es Doctor en Comunicación Social (UNLP)
Profesor titular de Relaciones Internacionales
(FPyCS – UNLP)
Profesor de Historia Contemporánea de America Latina
(FPyCS – UNLP) y Director de PIA Global

Imagen de portada: Marchas en apoyo a la democracia y al gobierno de Arce/ Internet

 

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