por Manuel Vazquez
De cara a la conferencia de Ginebra II sobre Siria, la realidad muestra cada vez más lo inviable de considerar a la llamada «oposición» como un actor serio a tener en cuenta en el previsto diálogo de paz.
De hecho, ese término no engloba nada uniforme.
Entre los grupos armados que combaten hoy contra las fuerzas del gobierno puede haber quienes tengan algún proyecto político, pero si existen, son en todo caso la exigua minoría.
Por el contrario, la abrumadora mayoría de los armados consiste en bandas de mercenarios de hasta 80 nacionalidades diferentes, cuyo único denominador común es el extremismo islámico.
Un reciente estudio publicado en la revista IHS Jane’s por el analista Charles Lister revela que en estos momentos en Siria hay aproximadamente unos mil grupos «rebeldes» diferentes, que de conjunto poseen unos 100 mil integrantes.
Esos datos no necesariamente son exactos, pero apuntan a una realidad: los irregulares armados no tienen un mando unificado, carecen de una voz común, de un proyecto estratégico compartido y, para colmo, se pelean cada vez más entre ellos.
Así, en un reconocimiento tácito de que no representan nada sustantivo, hace pocos días incluso el llamado Consejo Nacional Sirio (CNS), autodenominado «el mayor bloque en la Coalición Nacional Siria (CNFROS)», decidió no asistir a la conferencia de Ginebra II, según declaró su presidente, George Sabra.
Previamente, buena parte de las bandas extremistas habían manifestado su rechazo a cualquier cosa que significara el CNS.
Realmente ese anuncio es solo la punta de un iceberg cuyo fondo se hunde en el inicio del conflicto en Siria.
Hace ya mas de dos años algunas manifestaciones en Deraa -sur del país- relativas a problemas internos sirios, le sirvieron a naciones como Arabia Saudita y Catar para comenzar la infiltración en el país de elementos armados que incrementaran las tensiones.
Disparos de francotiradores extranjeros contra las multitudes y agentes de la policía que estaban en ese momento desarmados por orden presidencial, desataron las primeras acciones armadas.
Simultáneamente se inició una guerra mediática sin precedentes, encabezada por el canal satelital de noticias al-Jazzera, que amplificó a su conveniencia cualquier enfrentamiento previamente distorsionado.
Obedeciendo las mismas instrucciones que los directivos de al-Jazeera, los servicios secretos sauditas, cataríes, estadounidenses y turcos comenzaron su accionar para destruir a Siria.
Oleadas de jóvenes olvidados en sus naciones de origen, pobres, desclasados, confundidos, y hasta delincuentes de todo tipo, muchos sin conciencia de a cuales intereses realmente respondían, comenzaron a arribar a Siria desde Jordania, Líbano y Turquía, en buena parte provenientes de naciones más lejanas.
El oscurantismo propio de las sectas mas extremistas del Islam invadió los campos y ciudades sirias.
No obstante, muy pronto fueron presa de divisiones inter e intragrupales, las primeras de ellas reflejo de los intereses tácticos relativamente diferentes de las naciones que aupaban a una u otra banda.
Con el paso de los meses y el convencimiento de que no podían derrotar al Ejercito Árabe Sirio aunque ocuparan extensas zonas de territorio, afloraron otros intereses que han conducido a un presente con cada vez mas choques armados entre bandas.
Las causas varían de un caso a otro, y van desde la intolerancia religiosa de algunos grupos, el interés por ganar espacio político para un futuro cada vez mas incierto y lejano, inclinar a uno y otro lado el «favor» financiero de las potencias que los apoyan, o sencillamente abarcar mayores territorios para ejercer el más vulgar pillaje.
Recientemente el coronel Malik al Kurdi, vicecomandante del llamado Ejército Sirio Libre (ESL), formación que cuenta con el apoyo abierto de Estados Unidos, se quejó del accionar de algunos grupos extremistas que están obligando a otros a aceptar su ideología.
Se refería así a los enfrentamientos que se han venido sucediendo en varias regiones del país entre el ELS y ramas de la red al-Qaeda, como el Frente al-Nusra o el llamado Estado Islámico de Irak y el Levante.
De esa manera, se abre la pregunta: ¿a quien Estados Unidos, principal soporte de la «oposición», escogerá para sentar en la mesa de negociaciones de Ginebra II?.
Prensa Latina
