DOS PECES CON LA MISMA RED

 

Por Carlos Caramello    ***

 

Carlos Caramello analiza en esta nota las tensiones internas que se produjeron en estos últimos días en el Frente gobernante, “mar de fondo” frecuente en el Movimiento, más aún cuando llega al poder conformando un sistema de alianzas. Caramello desliza una sugerencia: El consejo es relajar que los tironeos dentro del Movimiento son una cuestión de supervivencia.

“Acabo de llegar…

no soy un extraño”

Charly García

“¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa,General, que está lleno de gorilas el gobierno popular!”, coreaba un puñado de “imberbes” -según el propio Juan Perón- aquel 1ero. de Mayo de 1974, desafiando a la propia conducción de un Movimiento político cuya base de sustentación es la “lealtad”.

Traigo a colación aquella imagen sin la más mínima intención de comparar momentos: Alberto no es Perón -ni creo que pretenda serlo-, los críticos no son “La Tendencia” -más bien todo lo contrario- y, en todo caso, nada hace vislumbrar la Argentina de sangre que siguió a aquellos días.

Es sólo una alegoría que muestra, a las claras, que el Peronismo no es, ni fue, ni será dócil, melifluo, obediente, calladito, obsecuente, tibio, remilgado, manso, manejable, sumiso
… y así, podría llenar páginas de adjetivos calificativos que dicen que, de una vez por todas, habremos de aceptar que nunca, nadie, nos definió con mayor claridad que el Inmenso Ciego opositor que sentenció: “No son ni buenos ni malos, son incorregibles”… ¡Y que lo diga, Jorge Luis, y que lo diga!


¿Redes o Mediomundos?

Toda esta extravagante movida sobre escisiones, peleas, rupturas y otros males que los medios opositores fogonean con la remanida idea de fomentar grietas varias (tienen menos reflejos que una toalla húmeda), no es mas que la expresión de alguna que otra disconformidad en el seno del frente gobernante… Eso y el nefasto agregado de las redes.

“Yo siempre digo que hay dos tipos de opositores: los que gobiernan y los que escriben en twitter”, cerró el presidente de la Nación una ya mítica conferencia de prensa sobre la expropiación de Vicentín. Sin embargo las redes no escuchan. Pero opinan. Y pontifican. Atacan o defienden. Ofenden o se hacen las ofendidas. Deliberan desde una altura autoinfligida que te da vértigo. Pero escuchar, no escuchan.

Si a eso se le suma que hay, en Twitter, Facebook, Instagram & Cía., mucho “recién llegado”; mucho peronista de ojito; muchos (demasiados) que no saben de la historia, ni de la gloria, ni tampoco de los sinsabores. Soldaditos de plomo que se sienten habilitados y casi en la obligación de participar en estas “guerras internáuticas” en las que, a lo sumo, se derramará un comentario equivocado. Gentes incapaces de leer más allá de lo literal de la ironía. Almas cándidas con menos biblioteca que un vestuario y una militancia equiparable en intensidad a la de la juventud del PRO.

Por supuesto que también hay muchos que saben de política. Pero pescar en las redes es como usar mediomundo. Sacás de todo. Y se parece poco a un deporte. Sólo sirve para alimentar las fauces siempre voraces de operadores que se dicen ambiciosos pero apenas si son un hato de angurrientos.

Fragmentación y Cambio

Andrés “El Cuervo” Larroque, socio fundador de La Cámpora en vida de Néstor, Agustín “El Chivo” Rossi, kirchnerista de la primerísima hora y hasta José Luis Gioja, presidente del PJ, se sintieron obligados a salir, en estos días, con un mensaje sanador que llamaba a una suerte de concilio ecuménico. No ignoran que, detrás de la operación de los medios concentrados y los trolls redivivos hay ese “mar de fondo” frecuente en el Movimiento (más aún cuando llega al poder conformando un sistema de alianzas). Claro que, ese sector de la sociedad que se considera apolítica y deviene fragmentada, tiende a malinterpretar estas cuestiones. Y precisamente a ellos parece estar dedicada una parte importante del mensaje presidencial.

Pero también saben (por baqueanos) que, acá nomás, a la salida de la cuarentena, empieza la campaña para las elecciones de medio término de 2021 y la entente gobernante empezará a negociar lugares en las listas y, claro, premios consuelo.

La foto, por ahora, es la del día de la presentación del plan de reestructuración de la deuda: Cristina, Massa, Horacio Rodríguez Larreta y… Alberto pivoteando entre los propietarios de los votos y con pronóstico incierto (por los costos que, seguramente, pagará por sus decisiones de los últimos meses). Naturalmente, falta ahí la representación de la derecha cerril, el “bolsonarismo” vernáculo; los adoradores de las libertariedades homicidas, los negadores seriales de virus, pandemias y vacunas; los terraplanistas trotadores y danzadores de Palermo y adyacencias. Aunque, de todas maneras, no deben ser muchos. Y si siguen asistiendo a marchas de protesta en cuarentena, para el otro octubre van a ser menos.

El consejo es relajar. Ni ponerse vehemente ni “llorar como mantequita” (para parafrasear a Don Raúl, que tanto le gusta a Alberto). Puesto a andar el carro, los melones suelen acomodarse solos en el peronismo. Pasa que viene demorón por el ralenticé que impone la pandemia.

Entonces, a no hesitar. A no rasgarse las vestiduras (consejo para nacionales y populares… el resto abstenerse). Los tironeos dentro del Movimiento son una cuestión de supervivencia. Algunos se sentirán francamente indignados por el trato cordial que le dispensó Alberto al mayor ganador de la patria prebendaria, Marcelo Midlin, y otros, en cambio, harán saber su vivo desacuerdo con las críticas de Hebe.

Pero todos… TODOS, acudirán prestos a apuntalar al Presidente si fuesen llamados a la mesa. Porque “la necesidad (del calorcito del Poder) tiene cara de hereje”… y pocos, muy pocos, rezan.

 

*** Carlos Caramello  Licenciado en Letras, escritor y autor junto a Aníbal Fernández de los libros “Zonceras argentinas al sol” y “Zonceras argentinas y otras yerbas”,  y “Los profetas del odio”. Su último libro editado es  “Zonceras del Cambio, o delicias del medio pelo argentino”.

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