Cuando no existía pandemia alguna, países como Estados Unidos, altamente punitivo, tuvo que liberar a 45 mil detenidos en el Estado de California, por sobrepoblación porque así lo ordenó la Corte Federal. Ejemplo como éste sobran en el mundo.
En los 300 penales la Argentina, en las comisarías y alcaidías el hacinamiento es ley de rigor, la mugre, los roedores, cucarachas y otras alimañas, habitan junto a hombres, mujeres y niños que sufren la tortura cotidiana en el encierro. A la vez, los elementos de higiene jamás llegan. O también arriban a cuentagotas. Los roban los penitenciarios.
Esta singular especie humana, más conocida como «cobanis», no se quedó en las cárceles a realizar la cuarentena. De ese modo, se convirtieron en los principales agentes transmisores del Covid-19, hacia dentro de las rejas y hacia los lugares donde viven, en un idayvuelta macabro.
Las huelgas de hambre y las batucadas, traspasan los muros en distintas provincias del país. Los vecinos pueden escucharlas o leerlas en portales alternativos y hasta en medios hegemónicos. Pero mayoría de los magistrados y funcionarios no saben no contestan en tiempo y forma. Pero, por caso, el privado de libertad en Villa Devoto, Carlos Palazzo, se los explica, minutos antes de iniciar una huelga de hambre, en forma clara y precisa en el video que acompaña estas líneas.
Las libertades y morigeraciones posibles, que esta Agencia y muchos otros detallaron, son un imperativo para salvar vidas, no existe pena de muerte en el Código Penal. La inmensa mayoría de lxs presxs no son genocidas de lesa humanidad ni feminicidas seriales. Tampoco tienen sentencia firme. Tal vez, cometieron delitos -por así llamarlos- patrimoniales o vendieron substancias al menudeo para sobrevivir cuando el Estado no los vio, el empresariado tampoco pero el narcotráfico les ofreció una salida, con sus riesgos, claro. Es decir, el Estado que antes no garantizó la vida y el trabajo en libertad, hoy asegura las muertes en prisión.