DE REFORMAS, ELECCIONES Y EL PLAN B




por Alejandro Mosquera

El Jefe de Gabinete Marcos Peña brindó el 4 de julio una conferencia de prensa, tras una reunión de Gabinete ampliada, que encabezó Mauricio Macri, y afirmó que tras las elecciones legislativas de octubre “no viene un ajuste”. Y advirtió que ese es un “fantasma que se viene agitando” por parte de “aquellos que quieren generar miedo”. (Clarín)


Sin embargo, son sus los medios asociados al gobierno de Macri los que sostienen las transformaciones regresivas que quiere llevar adelante pos elecciones de octubre. La Nación del domingo 2 de julio titula “El gobierno prepara profundas reformas para después de las elecciones”

Estos dos elementos que aparecen como contradictorios parecen ser una constante de la forma de ligar representatividad y acción en la estrategia del PRO, a la vez dibujan los contornos de un escenario complejo para el conjunto de las fuerzas que colisionan en las elecciones de medio término y se proyectan a los posibles escenarios posteriores.

Expliquémonos…

La táctica del gobierno hacia octubre parece estar centrado en dividir al peronismo en tres, echar culpas a la herencia, judicializar la campaña centrando en el ataque mediático en los ministros y candidatos de CFK acusándolos de un sistema de corrupción  y en fidelizar el voto duro profundizando el tono épico contra el populismo, recurriendo a acciones represivas y discursivas que convocan a la mano dura contra pobres y reclamantes y como en botija que aparezca mezclado con el delito callejero y el narcotráfico.
No quieren que la campaña se centre en la situación del país, de la marcha de la economía, de las dificultades de la industria nacional, de los aumentos en tarifas, naftas, comida. Así sus candidatos trastabillan si se los saca de su “zona de confort” de hablar de las acusaciones sobre corrupción al kirchnerismo y el peronismo, sobre todo.

Si se instala como quiere el Kirchnerismo que se viene un ajuste pos electoral el debate, aunque sea para mentir se correrá hacia la economía. El “cara-de-bueno” Jefe de Gabinete actúa para tratar de desbaratar la maniobra opositora.

Tensiones en el bloque de poder y plan B

Sin embargo, hay tensión en el bloque económico-social que lo llevó al gobierno al Ingeniero-empresario Mauricio Macri. Le reclaman que es necesario, antes de que sea tarde, avanzar en las modificaciones estructurales que le dieron sentido a que lo auparan como su representante. Saben que, si fracasan, si el programa de gobierno estalla no hay crédito para relanzarlo, y que en el 2019 puede resultar electo un nuevo gobierno populista. Así las notas de La Nación expresan por un lado aquello que el propio gobierno deja trascender para calmar a sus mandantes, como también formulan las exigencias del poder permanente para seguir apoyando a un gobierno con pocas luces, baja creatividad, y gestión pobre en los temas de fondo. Esa lista de esas reclamaciones apuntan a una reforma laboral con perdida de derechos, mutilación del derecho laboral, formas más explicitas de contratos basura, como en los 90 aduciendo que favorecen la creación de puestos de trabajo, una reforma tributaria que asegure el privilegio de los sectores más concentrados de la economía, el fin de los llamados impuestos al trabajo, la disminución de los aportes patronales, una reforma judicial que asegure la mayoría conservadora y de jueces y fiscales adictos al PRO, para evitar  que la enjundia  de hoy por las investigaciones judiciales contra los Kirchneristas no se transforme en el futuro cuando dejen el gobierno en la apertura de causas contra el presidente MM y sus ministros y funcionarios. Y una reforma previsional que habrá la posibilidad nuevamente que los grupos financieros, los bancos, se queden con los fondos de los jubilados en una reinvención con otros nombres y formas de las AFJP.

Mas allá de los intentos de mostrarse confiados, y que se avanza a un nuevo triunfo de la Alianza Cambiemos, el gobierno está preocupado por el futuro. Temen que el triunfo de CFK pueda quebrar las formas actuales de disciplinar a los gobernadores del PJ con la presión de la chequera nacional y la amenaza de carpetazos o denuncias. Y que el Congreso en vez del trámite que significa hoy se transforme en un obstáculo para esas reformas estructurales que diseñan y que prometen a sus mandantes.

Muy diferente es un pacto de gobernabilidad (el famoso plan B)  entre el ejecutivo nacional y la liga de gobernadores con un gobierno fuerte y con debilidad de las provincias, o a la inversa con un presidente débil que comience a tratar de sobrevivir a la tempestad que está sembrando, y como en una balanza se fortalezca el otro extremo.

Los comunicadores, equipos de propaganda, y periodistas militantes o pagos de Cambiemos desarrollan una estrategia para disimular una posible derrota. Así sostienen que podría haber un empate, donde ganen en 8 provincias, pierdan en otras 8, y en otras 8 se termine cabeza a cabeza con empates en los diputados electos. Pero por ahora en el comienzo de la doble vuelta que significan las PASO, la realidad no parece ir en ese sentido publicitado. Son pocas las provincias donde es seguro que gana la Alianza Cambiemos y 16 donde parecería que puede ganar alguna de las formas variadas del peronismo.

Evitar simplificaciones y triunfalismos ingenuos

¿Las dificultades del gobierno que describimos presentan un terreno para el triunfo de las variantes nacional, populares y transformadoras? El principal error de las fuerzas populares sería subestimar al adversario, creerlo más débil de lo que en realidad es. El neoliberalismo en la modalidad de nueva oleada que cruza nuestra región tiene causas profundas. Es una propuesta y se compone de fuerzas con enraizamiento profundo en la forma de globalización mundial y en el poder del capital financiero que incluso suplanta a la “política” en grandes estados desarrollados. Macri y compañía son estafadores de la voluntad popular, pero la estafa no explica la profundidad de las razones de su ascenso al gobierno. Los procesos populares latinoamericanos cometieron muchos errores, pero tampoco ellos por si solos explican la oleada neoliberal-conservadora. Utilizan el aparato represivo, y como se vio en estos días en nuestro país, quieren mostrar que están capacitados para disciplinar con palos a los descontentos, y urdir provocaciones mayúsculas para justificar el salvajismo. Pero tampoco ni su capacidad represiva, ni la represión misma explican su enorme capacidad electoral.

Vivimos una enorme batalla cultural, por el sentido de ser un proyecto colectivo de Nación. O triunfa el individualismo de todos contra todos, donde el egoísmo capitalista, salvaje por definición, es el motor de la sociedad. O hay otros valores humanistas, de concebirnos como comunidad, como un “nosotros” que une nuestra cotidianeidad individual a un universal igualitario, solidario, democrático, para todos.

Las linealidades de los procesos auguran el triunfo de ellos, de los neoliberales y la derecha conservadora. Los triunfos populares y transformadores son la irrupción de lo imprevisto, la ruptura de la linealidad. Abrir la puerta y las ventanas a una oleada popular necesita de toda nuestra inteligencia, de la mayor organización, y sobre todo de la mayor participación popular. Es una tarea colectiva de millones de personas que ninguna organización partidaria por centralizada, eficaz y disciplinada puede suplantar. Para poder vencer a los neoliberales la sociedad argentina necesita transitar una experiencia. Reconocerse como un mundo multicolor de identidades políticas, sociales, culturales, plural, sin binarismo reductores, y que esa realidad necesita expresarse en una Confluencia que, de contenido a un bloque de clases y sectores subalternos para un proyecto común de comunidad, de Nación, de Patria.

Y así estimular  la participación, una mayor politización, desarrollar la potencia revolucionaria de la democracia. Como sostiene el Manifiesto Argentino, la democracia elitista y liberal-conservadora nos legó la vieja idea que el pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes, y así aseguró que el pueblo no inunde con su presencia imprevisible los resortes de los poderes institucionales. Es hora de poder construir una democracia basada en la participación abierta y multitudinaria  de nuestro pueblo.


 

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