MARCHARON CONTRA EL FEMICIDIO DE IRMA FERREYRA: SOLO CON JUSTICIA ELLA PODRÁ DESCANSAR EN PAZ



 La sensación de dolor y consternación se apoderó de la plaza 9 de Julio de la capital provincia, durante la marcha del denominado «Jueves Negro», convocado por el Colectivo de Acción Contra las Violencias de Géneros, reclamando que se terminen las violencias hacia las mujeres en Misiones.
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Esta vez impactó en la vida de Irma Ferreyra Da Rocha, 45 años, con una crueldad sexual que sufrió en la noche del sábado 17 de diciembre en la localidad de Garupá, y que un día después derivó en su muerte.

«A los machistas ya no les basta con gritar, denigrar, golpear, violar a las mujeres. Esta vez a mi hermana le quitaron la dignidad, que es una de las peores cosas que un ser humano puede hacerle a otro. Nadie tiene que quitarle la dignidad de la mujer. Las mujeres somos dignas, tenemos corazón, amor para dar a nuestros hijos, al esposo, al sobrino, al vecino, a todos los que necesiten. Ni a un animal se le hace lo que le hicieron a Irma. Tengo el pecho desgarrado», expresó conmovida y entre lágrimas, Mabel Ferreyra Da Rocha, hermana de la reciente víctima de femicidio.

Con la misma carnadura fueron todos los testimonios que se escucharon en las voces de sus hijos, sus vecinos y algunas de las integrantes del Movimiento de Mujeres Cecilia Rodríguez, Victoria Rosenfeld, y Carolina Verón.

La familia de Irma solicitó que el juez de Instrucción 7, a cargo de la causa, Carlos Giménez, o el fiscal, se comuniquen con los hermanos e hijos de la víctima, «porque no sabemos nada. Ni que va a pasar con el asesino, ni como está el expediente. Nadie se acercó ni se comunicó con nosotros», se quejaron.

Al término de la lectura del documento del colectivo Ni Una Menos, los participantes marcharon en silencio alrededor de la plaza -en la que también permanecen desde hace cinco días decenas de tareferos y sus familias, quienes llegaron desde la Capital del Monte, y reclaman, asistencia en la interzafra a través de un subsidio del Estado- la que se sumó la ministra de Derechos Humanos, Lilia «Tiki» Marchesini, quien inmediatamente después de la recorrida, se reunió en el mismo paseo público, con familiares de Irma, y se puso a disposición para ayudarlos en el tema judicial.

«Para que mi hermana descanse tiene que haber justicia»

Marta Ferreyra, 39 años, una de las hermanas de Irma pidió Justicia. Hasta el momento, por el brutal crimen solo hay un sospechoso detenido, Alejandro Esteche, 28 años, alias «El Porteño». Y lo que se conoció hasta el momento es que se presentó a declaración indagatoria, y admitió que estuvo con la víctima y que le provocó las lesiones, aunque quiso explicar lo inexplicable, alegando que «fue una relación consentida por ella». ¿Qué consentimiento permite, habilita que un hombre denigre y torture hasta matar a una mujer?

«Quiero que mi hermana desca

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se en paz y para eso tiene que haber justicia. Pido que se haga justicia porque ella era una gran persona, dócil, tranquila, que no tenía enemigos en ningún lado, sin maldad ni siquiera para decirle a algunos de sus hijos «no hagas esto». Solo amaba a sus hijos, trabajaba para ellos, vivía con lo justo en su casa, como muchas mujeres misioneras», señaló.

«En la familia estamos destruidos, nuestra vida nunca volverá a ser igual. Nunca más vamos a volver a tener Navidad porque a nuestra querida Irma la asesinaron ahora, cerca de Navidad, y nos duele su muerte y lo que sufrió en manos de un monstruo. Me duele ver a mis sobrinos que quedaron huérfanos, y a mis hijos con los ojos colorados de tanto llorar».

Mabel agradeció a todas las mujeres y los hombres que «están acá y también a las que no están». Y las que sí estuvieron fueron Dana Valiente, de Colectivo Trans, Lesbianas y Travestis; la Agrupación CTD Aníbal Verón, MILES, el Plenario de Trabajadoras del Partido Obrero, la Federación Juvenil Comunista y el Movimiento Popular Patria Grande, entre otras organizaciones.

«Esa bestia se olvida que nació de una mujer»

Los hijos de Irma estaban, están, quebrados por el dolor. Uno de ellos quiso hablar, y la angustia se lo impidió. Su hija Silvina De Melo, 26 años, trató de hilvanar algunas palabras entre lágrimas. «No puedo decir mucho porque me dan ganas de llorar. Me agarran los nervios y lo mismo pasa con mis hermanos, los tíos, todos. Casi no comemos, no dormimos, vivimos llorando.Y entre tanta impotencia y bronca pedimos justicia. No tiene nombre lo que esa persona le hizo a mi mamá, por eso lo único que pedimos es que se haga justicia y que ese violento se pudra en la cárcel», estalló.

Como si hiciera falta, movilizada por el dolor, la joven quiso explicar que hablaba de esa manera motivada por la bronca. «No tengo palabras para contar el odio y la rabia que tengo hacia esa persona, quisiera tenerlo frente a mí y preguntarle por qué hizo eso. Ella fue tratada peor que un animal rabioso. Preguntarle si no se dio cuenta al violentar a mi mamá que él nació de una mujer», musitó.

Recordó que su madre era una persona que se desvivía por sus hijos, «y cuando decidió salir a divertirse le pasó eso», dijo su hija con angustia relacionando una cosa con la otra.

Irma Ferreyra Da Rocha era una buena persona, trabajadora, y tenía todo el derecho a salir, divertirse y pasarla bien. No tiene nada que ver su decisión de ir a bailar y divertirse con que se haya encontrado con un hombre machista. Su femicidio no es consecuencia de su conducta.

Documento de Ni Una Menos: Contra la crueldad, más feminismo

Las militantes Victoria Rosenfeld, y Carolina Verón, leyeron el documento del Colectivo Ni una Menos: «Otra vez la crueldad. Irma Ferreyra Da Rocha fue torturada, empalada con la rama de un árbol y asesinada en la noche del sábado 17 en la localidad misionera de Garupá. Recién se supo en un parte policial la tarde del domingo, y todavía faltan datos. Pero esa descripción aberrante ya circula y no es posible esquivarla.

Ante la pregunta reiterada sobre si hay más femicidios o más visibilidad, aquí se repite la escena de un cuerpo torturado y roto: hay crueldad. No alcanza con violar, no alcanza con matar. Disciplinar es ir más lejos, es aplicar sobre las víctimas el terror del victimario con una violencia que no está destinada solamente a matar, sino también a aterrorizar. ¿Llama la atención un “método” de la inquisición, una práctica colonial aplicada sobre el cuerpo de las mujeres? ¿Qué hacemos frente a la reiteración de un modo de matar?

Estamos ante una guerra contra las mujeres.
Contra nuestras formas de autonomía. No en vano se repite en Posadas que la víctima quiso ir con su victimario. Porque contra ese deseo de la mujer también hay disciplinamiento, hay imposición de otro que se siente amenazado: un deseo de dominación. Amenazado por la posibilidad de una mujer en particular de ir detrás de lo que quiere; por la alianza entre miles de mujeres que el 19 de octubre salimos a la calle para hacer del Paro de Mujeres un día de lucha, de movilización, de rabia e indignación por el crimen de Lucía Pérez, pero también contra la trama social y económica que hace posibles los femicidios como hecho cotidiano, que precariza nuestras vidas.

Esta guerra que denunciamos exhibe la crueldad contra nuestros cuerpos y su ensañamiento es producto del miedo a perder los privilegios que otorga a los opresores el pacto patriarcal».

No son enfermos, son hijos sanos del sistema heteropatriarcal

El documento hace hincapie en que «Los femicidas no son enfermos ni animales, no son “bestias” o “locos” como se apuran a decir la prensa, el derecho y la medicina. Patologizar a los femicidas es esconder la trama común que une a todos y cada uno de los casos. Estos varones son hijos sanos de un sistema heteropatriarcal que nos oprime a diario a través de distintas formas de abuso. Este femicida no aprendió solo a matar, ha aprendido sus métodos del espectáculo mediático.

Vimos hace algunos días otra escena patética: los empresarios chilenos regalando al ministro de economía una muñeca inflable como alegoría del “empuje” que se necesita para superar la crisis. Constatamos en América Latina una ofensiva eclesiástica, judicial y empresarial que identifica a la “ideología de género” como su principal enemigo. En esta clave se lee tanto el golpe en Brasil como la campaña de la iglesia contra el “sí” en el referéndum por la paz en Colombia.

El 3 de junio del 2016 dijimos a lo largo y ancho de nuestro país y muchos otros “Ni Una Menos, Vivas nos queremos”, el 19 de octubre nos plantamos con el mismo grito cruzando las fronteras de los continentes con el: “Nosotras paramos”. Desde entonces no dejamos de encontrarnos, de estar alertas y movilizadas. También dijimos “que no nos pidan calma ni silencio”, porque las crecientes reacciones machistas que buscan aleccionarnos a las cientos de miles de mujeres que comenzamos a salir a las calles, para decir “Basta” en las camas, en las plazas, en las cocinas y en las calles, nos llevan a levantar una misma bandera. Una comunidad feminista, transversal, diversa que dice: “Estamos para nosotras”. Porque estar la una para la otra, sosteniéndonos en nuestros deseos y rebeldía, es la manera de cargar de sentido las consignas de siempre: ¡Ni Una Menos!, ¡Vivas nos queremos!«.

El Estado es responsable de los femicidios

Agregan que «Desde hace años las mujeres nos organizamos, pensamos y luchamos contra la violencia estructural machista. Desde hace 31 años nos reunimos en los Encuentros Nacionales de Mujeres. Hace dos años salimos a las calles salimos a las calles de manera multitudinaria con exigencias concretas. Las respuestas del Estado no están a la altura de la crueldad que el patriarcado imprime sobre nuestros cuerpos, de la revancha machista ante nuestro potenciamiento. La línea 144 no es una acción a la altura de las circunstancias, construir refugios es necesario pero no puede ser la única política con presupuesto, la Educación Sexual Integral no se implementa en todo el país y se desmantela la formación docente, el patrocinio jurídico gratuito para víctimas no se puso en marcha.

No hacen falta mediciones para saber que hay una insubordinación en nuestros modos de ser mujeres, de ser lesbianas, de ser trans o de ser travestis. Nuestras prácticas vitales se modificaron, cada vez más alumbra la conciencia en las pequeñas cosas que antes hacíamos sin dudar: cuidar de los otros y las otras, postergarnos, mirarnos entre nosotras como rivales. Ahora lo que hay es desacato mismo a la “identidad” como clasificación y norma. Nosotras estamos para nosotras, planeando las próximas acciones, haciéndonos guiños, generando alianzas insólitas. Contra la crueldad, nosotras nos tenemos.

Tenemos nuestras autonomías y formas de organización, tenemos autodefensa y complicidad.

Ante la crueldad, organización, ante la muerte, feminismo, porque son nuestras vidas autónomas las que se están arriesgando.
Nos tenemos a nosotras y es casi lo único con lo que contamos.

Más organización, más feminismo. El Estado es responsable de cada una de las muertes por violencia machista, su silencio, su inoperancia, lo vuelve cómplice y legitimador de las prácticas más cruentas y femicidas.

#NosotrasNosTenemos y vamos juntas a un Paro Internacional de mujeres el 8 de marzo de 2017, contra la crueldad y a favor de las vidas libres. ¡Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos!», concluye el documento.

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