DESTIÑE

Por Raúl Kollmann

Después de dos meses, el Presidente mantiene el 53,9 por ciento de imagen personal positiva, pero por primera vez son más los que desaprueban su gestión (el 49 por ciento) que los que la aprueban (48). Los principales motivos de la creciente insatisfacción están en la economía, sobre todo en la trepada de precios y tarifas.

DESTIÑE

La aprobación del gobierno de Mauricio Macri perdió diez puntos en 40 días, aunque la imagen del Presidente sigue siendo moderadamente alta, sobre todo porque los ciudadanos expresan el deseo de que “le vaya bien porque así nos va bien a todos”. Pero cuando se preguntó en concreto sobre las acciones del Gobierno, la desaprobación subió notoriamente en este mes y medio, y la aprobación bajó en la misma proporción. Por primera vez, los insatisfechos con la gestión del Gobierno superan a los satisfechos: 49 por ciento contra 48 por ciento. El punto clave es la economía, que desplazó como principal tema de preocupación a la inseguridad. La gente manifiesta una enorme inquietud por los precios y las tarifas, pero además reapareció un fantasma de los años ‘90, la desocupación. Este panorama también impacta en la cantidad de ciudadanos que se consideran oficialistas: los adherentes al gobierno nacional bajaron cinco puntos en este último mes y medio.

Las conclusiones surgen de una amplia encuesta nacional realizada en exclusiva para Página/12 por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera el sociólogo Roberto Bacman. En total se entrevistaron mil personas de todo el país, respetándose las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.

Cambio

Para Bacman, “Mauricio Macri logró imponerse en la segunda vuelta electoral en el marco de un electorado sumamente dividido focalizándose de manera genérica en el concepto de cambio, sin que hubiera precisiones, especialmente en lo referido a la economía. El objetivo fue generar en la sociedad una forzada sensación de fin de ciclo y así instalar el concepto de discontinuidad culpando para ello de todos los males de Argentina al gobierno anterior. Lo que está ocurriendo ahora es que, en la medida que pasan los días, sale a la luz el verdadero sentido del cambio y la opinión pública comienza a percibir en la superficie lo que navegaba debajo de las aguas. Este trabajo de campo del CEOP, realizado a los sesenta días de gestión del nuevo gobierno, deja al descubierto una sociedad fuertemente dividida, política e ideológicamente, pero al mismo tiempo muy preocupada por la marcha de la economía y en especial por el crecimiento desmedido de los precios y con el resurgimiento de un desvelo por la desocupación”.

Deseo y realidad

Los datos que sólo a primera vista parecen contrapuestos, indican que Macri sigue registrando una buena imagen positiva, pero que su gestión de gobierno cayó fuertemente. No se trata de una imagen positiva altísima –54 por ciento–, pero Macri sigue registrando más opiniones buenas o muy buenas que malas o muy malas. Eso sí, en este mes y medio registra una leve baja. “Todo parece indicar –señala Bacman– que la sociedad, incluso más allá de sus diferencias políticas e ideológicas, se debate entre el deseo y la realidad. Por un lado esperan que a este gobierno le vaya bien en el convencimiento de que si esto ocurre a todos los argentinos les va a ir bien. Por eso mantienen la esperanza de que este sea un momento de transición, que solo estamos viviendo los efectos del shock que sufrió la economía y que con el devenir de los días las cosas irán mejorando. Le siguen otorgando su confianza a Macri y por eso su imagen, aunque perdió tres puntos respecto a la medición anterior, mantiene un saldo neto positivo de trece.”

“Pero cuando tienen que evaluar la realidad en concreto y las medidas tomadas en estos sesenta días, las consecuencias se hacen presentes. La sociedad vuelve a dividirse y en tanto un 48,1 por ciento aprueba la gestión del equipo de gobierno, un 49 por ciento directamente la desaprueba. El dato en sí mismo es duro, pero mucho más si se lo compara con lo obtenido un mes y medio atrás. La pérdida de diez puntos porcentuales es un claro indicador de que los argentinos han comenzado a preocuparse. Parece ser que había más espinas que rosas en el camino hacia el cambio.”

Clave

Para Bacman el punto decisivo de la evaluación del Gobierno tiene que ver con la economía y, más específicamente, con las medidas que significan una redistribución regresiva de la riqueza: el deterioro del salario real por una combinación de aumento de precios y tarifas, el retraso de los sueldos y los techos que se pretenden imponer al incremento salarial.

El Gobierno parece haber ganado provisoriamente algunas batallas ideológicas. Por ejemplo, más de la mitad de la población aprueba los despidos de estatales, algo contradictorio con el renovado temor a la desocupación. Pero cuando se habla de la economía en concreto, hay un fuerte sesenta por ciento insatisfecho. Peor aún es la evaluación de los precios: más del 82 por ciento dice estar insatisfecho. “Este último valor deja al descubierto que el tema del aumento de los precios se ha convertido en la más significativa asignatura pendiente a resolver. Este es un punto clave y ya no alcanzan las explicaciones que remiten a la herencia del gobierno anterior.”

Dividida

La existencia de una sociedad fuertemente dividida no era terreno propicio para una luna de miel. En las elecciones hubo sólo una pequeña diferencia entre el actual gobierno y el Frente para la Victoria. La administración Macri arrancó con buenos números y una fuerte expectativa, pero la realidad es que los dos meses de gestión van produciendo un desgaste. Por lo general, los veranos son benéficos para los gobernantes en las encuestas. Hay espíritu de vacaciones, más relajamiento y, en estas latitudes, quedan los restos del aguinaldo y el consumo de fin de año. Todo ese efecto benéfico se multiplica con un gobierno recién asumido. El punto clave es que recién en el próximo mes se sentirá en todo su impacto el aumento de las tarifas, el incremento en colegios, prepagas y otros servicios, mientras los ingresos acumularán un nítido atraso. No le será fácil al Gobierno, en ese marco, revertir la tendencia declinante de su evaluación de gestión.

Lo que más preocupa es la economía

Tras muchos años de encabezar las preocupaciones de los argentinos, la inseguridad pasó al segundo lugar. Según el estudio del CEOP, la economía pasó a ser lo más preocupante para los habitantes del país, en especial los aumentos de precios, tarifas y los despidos. De todas maneras, el dato más significativo es el crecimiento del temor a la desocupación. En julio de 2015, apenas el ocho por ciento de los encuestados dijo estar preocupado por el desempleo. El porcentaje se multiplicó por tres en lo que va de la administración de Macri: en esta última medición, la inquietud por el empleo subió al 26,4 por ciento.

La mayor insatisfacción con el gobierno de Mauricio Macri tiene que ver con la inflación. Más del 80 por ciento dice estar disconforme con las medidas que adoptó la administración de Cambiemos en ese rubro. El segundo nivel de disconformidad se manifiesta con lo que se denomina la marcha de la economía, un tema en el cual se muestra insatisfecho casi el 60 por ciento de los consultados. Y en esa secuencia, también tiene números negativos el techo del 25 por ciento que se le pretende poner a las paritarias. Como es obvio, el aumento de tarifas registra igualmente una mayoría de opiniones negativas. Todo configura ese cuadro de preocupación por la evolución de la economía y, sobre todo, por una política que tiende a debilitar los ingresos reales de los sectores mayoritarios.

“Pero lo más significativo –dice Bacman– es que después de casi trece años comienza a agitarse nuevamente en nuestro país el fantasma de la desocupación: casi el 20 por ciento a fin de año y en esta medición trepando al 26,4 por ciento. Desde 2003, los índices argentinos de seguridad en el empleo eran los más altos de la región: pocos manifestaban temor a que los despidieran. Hoy en día, no sólo existe la preocupación por una ola de despidos, en el Estado y la actividad privada, sino porque la reducción en el consumo alerta al empleado o trabajador de un peligro que corre. Trascienden las noticias de pérdidas de puestos de trabajo, pero también de suspensiones, vacaciones obligatorias, recorte de horas extras y otras variantes en la reducción de mano de obra. Que uno de cada cuatro encuestados diga que le preocupa la desocupación indica que los temores han vuelto y se van convirtiendo en uno de los centros de la evaluación del gobierno de Macri.

La baja notoria en la preocupación por la inseguridad, de casi el 60 por ciento en octubre pasado al 41 por ciento actual, tiene dos explicaciones.

– Por un lado, parece funcionar una cierta protección mediática de la nueva administración nacional: los casos son tomados como individuales, aislados, y no como un dramático cuestionamiento al Gobierno, como ocurrió durante el mandato de Cristina Kirchner.

– Por otro lado, efectivamente pesa el notorio crecimiento en los precios, producto de la devaluación monetaria. Si a esto se agrega el violento tarifazo y el atraso salarial, se sientan las bases de la genuina inquietud por la marcha de la economía.

La realidad es que la preocupación por la inseguridad bajó 20 puntos, a 41,6 y la preocupación por la economía subió al 44,6.

Hay algunos temas en los cuales el gobierno de Mauricio Macri hizo eje en los últimos años, pero la evaluación sigue siendo opaca. Por ejemplo, en la mejora de la calidad institucional, un 47 por ciento se manifiesta insatisfecho y un 44 por ciento dice que está satisfecho con lo que hizo Macri hasta ahora. El saldo es negativo. Es muy probable que haya impactado la tentativa del mandatario de designar a dos jueces de la Corte Suprema en comisión, por decreto. Y también la decisión de no convocar a sesiones extraordinarias, manteniendo cerrado el Congreso.

Tampoco parece demasiado descollante la gestión en materia de unir a los argentinos y mejorar el diálogo. Los números le dan ligeramente en positivo: 48 por ciento se declara satisfecho y un 44 por ciento insatisfecho. Da la impresión que en este terreno sigue vigente la división que se manifestó en las elecciones, con dos posturas políticas e ideológicas, enfrentadas y parejas en volumen de adherentes.

Frente a temas fuertes como son economía e inseguridad, hay cuestiones que desde siempre son planteadas por los encuestados y que se mantienen en niveles casi fijos: la educación, la salud, la lucha contra la corrupción. Puede haber picos, por ejemplo si no se inician las clases a tiempo este fin de mes, o cuando estalla un caso fuerte de corrupción, pero por lo general no ocupan los primeros lugares del ranking de inquietudes.

Es un hecho indudable que el mapa de las preocupaciones de los argentinos está cambiando de forma acelerada. El andar de la economía desde marzo en adelante definirá gran parte de las inquietudes: es que allí, por precios, salarios y despidos, se concentran los temores.

Del apoyo a la independencia
La huella de doce años de gobierno del Frente para la Victoria y las idas y vueltas se los primeros meses de Mauricio Macri se traducen en los alineamientos políticos que hay hoy dentro de la sociedad. En el estudio del CEOP, 40,7 por ciento de los encuestados se consideró oficialista, mientras que en la otra vereda se ubica el 36,9 por ciento que se ubica como opositor. En el medio se sitúan los que se definen como independientes: el 22,4 por ciento. El movimiento de estos 40 días, desde el anterior trabajo de la consultora, indica que el oficialismo perdió casi cinco puntos, la oposición sólo 1,8 y los que están en el medio subieron casi seis puntos. Esto significa que una parte de los oficialistas se pasaron a la categoría de independientes.

“Vale señalar que este corrimiento no es casual
–analiza Bacman–: la economía y la inflación ocupan por estos tiempos el centro de la escena y se convierten al mismo tiempo en el principal desafío de un gobierno que ganó las elecciones sin hablar del tema. Esperanza y realidad vuelven a enfrentarse, con el agravante que entre los independientes las efectividades económicas son las que mandan”.

Hay un dato interno de la encuesta que llama la atención. Del total del 40,7 por ciento de oficialistas, sólo un 13,4 constituyen el núcleo duro macrista, es decir los que apoyan todas las medidas tomadas por el Presidente. Del otro lado, el núcleo duro de la oposición es de mayor envergadura: del total del 36,9 por ciento que se consideran opositores, nada menos que el 25,3 integran el núcleo duro. Es una característica llamativa, propia del peronismo, y una base de lanzamiento a priori muy sólida.

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