¿CÓMO RESISTIMOS LA VIOLENCIA QUE NO CESA?


Por Sandra Chaher

En una reunión de sumario de Comunicar Igualdad semanas atrás decidimos hacer una producción sobre “feminismo y confrontación” con vistas a la realización del XXX Encuentro Nacional de Mujeres. Reflexionar y debatir sobre algunas formas que el feminismo viene mostrando y que podrían ser tildadas de “violentas”.
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Hoy, la violencia de una sociedad que se está mostrando feminicida, transfóbica y sexista impacta de tal forma que obnubila pero también actualiza esta discusión sobre las prácticas que nos debemos en el feminismo.

El lunes a la mañana, apenas terminado el XXX Encuentro Nacional de Mujeres, a la alegría por el encuentro, el debate y la fiesta ,se sumaba a la preocupación por un final con represión de las fuerzas de seguridad aliadas a grupos de la sociedad civil frente a la Catedral de Mar del Plata.

El hecho inédito en los ENM –suelen realizarse acciones cada año frente a las catedrales de las ciudades y nunca fueron reprimidas por  el estado- es preocupante. ¿El Estado va a reprimir la manifestación de las expresiones por el derecho a la igualdad? ¿Se va a aliar con sectores conservadores de la sociedad civil que claman por retroceso en los derechos ganados?

Esto es clarísimo, y al día de hoy obliga al movimiento feminista a pensar nuevas estrategias para futuros ENMs, tales cómo evitar emboscadas, preveer represiones, etc, elementos que hasta ahora no estaban en el itinerario de las preocupaciones logísticas de cada encuentro y que no deberían estarlo.

Pero estas preocupaciones vienen también acompañadas de otro debate, que es sobre el que quisimos reflexionar en la producción sobre feminismo y confrontación y que tiene que ver con la expresión de actitudes, durante los ENMs, que generan molestias en las ciudades que los acogen: pintadas en las paredes, desnudos durante las marchas, agresiones a la feligresía católica que se aposta a “defender” las catedrales.

Y nos preguntábamos hasta qué punto la confrontación y la violencia son válidas en la lucha por la igualdad. Encontramos ejemplos de resistencia activa en el feminismo desde sus inicios: mujeres que hicieron huelgas de hambre, rompieron cristales, incendiaron y ocuparon edificios, voltearon urnas. Resistencias activas de tipo no violento pero sí contestatario, a través de la sonoridad o el arte. Mujeres que tomaron y toman las armas para defenderse de violencias institucionales y personales.

Siempre hay un patrón: son formas de resistencia y de confrontación frente a otras violencias: negación de los derechos sexuales y reproductivos, del derecho al voto, al trabajo, al salario, a los derechos… La pregunta sería ¿es válido responder con violencia a la violencia? ¿Esto no genera acaso una espiral sin retorno? Y a la vez, ¿Se puede responder a esta pregunta de la misma forma independientemente del lugar que habitemos, la raza a la que pertenezcamos, nuestra identidad de género, religión y opción sexual, entre muchas otras interseccionalidades que podríamos enunciar? ¿Es lo mismo protegerse de la violencia machista (venga del Estado, de grupos organizados de la sociedad civil o de personas cercanas) en La Matanza que en el microcentro? ¿Tenemos las mismas opciones si somos una adolescente trans que una adolescente?

Por otra parte, ¿es lo mismo mostrar el cuerpo desnudo en señal de protesta que hacerle una fellatio a un feligrés? ¿O pintar un graffitti en una pared que romper las canillas de los baños de una escuela?

Y también, ¿qué formas de resistencia son las adecuadas para hacer frente a una violencia feminicida y transfóbica que no cesa? No sólo los encuentros nunca habían sido reprimidos por las fuerzas de seguridad, sino que mientras se debatía en el XXX ENM fueron asesinadas en la misma ciudad dos mujeres, una apuñalada por su ex pareja y la otra degollada aún no se sabe por quién.  En la semana previa al ENM fueron asesinadas en total nueve mujeres en situaciones que en la mayoría de los casos serían feminicidios. Estadísticas que superan ampliamente la media nacional: de acuerdo a las cifras que lleva la Asociación Civil La Casa del Encuentro –en base a las noticias aparecidas en los medios de comunicación- entre 2008 y 2014 fueron asesinadas 1808 mujeres por razones de género, lo cual daría un promedio de aproximadamente un feminicidio cada día y medio. La pasada semana fueron asesinadas casi el triple de mujeres.

Ayer a la tarde nos enteramos que mientras el ENM transcurría, la activista trans Diana Sacayán también había sido asesinada en su casa, maniatada y violentada. Si bien aún no se sabe lo sucedido, las organizaciones de la diversidad reclaman que esta muerte violentísima sea considerada un crimen de odio por su identidad de género. Según algunos relatos periodísticos, es la tercera mujer trans asesinada en Argentina en lo que va del año.

Toda esta violencia, ¿cesará con políticas públicas, educación, sensibilizaciones, toma de conciencia, amorosidad? Personalmente estoy convencida que sí, pero también entiendo que esta locura que no cesa genere desazón y enojo, y el deseo casi imperativo de actuar para frenarla, para oponer resistencia, para decir “podrán con una pero no con todas”.

http://www.comunicarigualdad.com.ar/como-resistimos-la-violencia-que-no-cesa/

Debate difícil, debate abierto.

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