MIGUEL CASTELLINI, EL CAMPEÓN DEL MUNDO QUE FUE DJ

Por Julián Fieger

El ex monarca de los superwelter ingresó al mundo de la música a finales de la década del 2000. Con 63 años, tocó por más de tres años en boliches. También es entrenador de boxeo y tiene su academia en la Ciudad de Buenos Aires.
cASTELLINI

Por octubre de 2009 debutó en un boliche, un DJ desconocido para la gente. Entró a la cabina por el pasillo del medio, ese que se parece al que recorre un boxeador antes de subir al ring. Después de su presentación, pasó a colocarse los auriculares. Le temblaban las manos. No estaba Jimmy Lennon y su clásico ‘’It’s show time’’. No estaban los tres jueces. Tampoco el campanazo ni los rincones rojos y azules. Menos Tito Lectoure para decirle: ‘’Vamos pibe que si ganás cobramos 60 mil más’’. El que movía los discos y cambiaba los temas musicales era Miguel Ángel Castellini, ex campeón mundial de boxeo.

“Tenía miedo de tocar algo mal y arruinar todo’’,
comentó Castellini acerca de su debut en la cabina solitaria. Aquella vez arrancó con un silencio largo. Luego un golpe fuerte. Después, otro más. Y comenzó la música, al ritmo del uno-dos. El mismo que lanza un amateur que se entrena en su academia.

“La electrónica es lo que más me gusta’’,
dijo. Las palabras golpearon el poster de Carlos Monzón, que estaba ubicado a la derecha, y sonaron fuerte en el gimnasio de la calle Perón al 1800. Un alumno se acercó y le preguntó en voz baja si lo conocía. El respondió que sí y levantó la barbilla.

‘’Una vez hice guantes con él. Me hizo sentir los golpes, tuve que ponerme serio’’
, contó Monzón en 1975 en el bar aledaño del Luna Park. Por ese entonces no sonaban David Guetta ni Avicii.

‘’Empecé por un amigo. Además siempre me gustó la música. Es como orquestar. La magia está en poner un tema pegado al otro en la perfecta sintonía’’,
explicó. Mágico pareció ser cuando Stanley Christodoulou le levantó la mano en España, declarándolo ganador y campeón mundial, por decisión dividida ante José Durán, en octubre de 1976.

Ese día se proclamó el sexto campeón argentino.
El mismo que por tres años tocó los fines de semana en boliches bailables de Capital Federal.

La música siguió sonando en la Academia de Box Miguel Ángel Castellini. Los ritmos cambiaban. Mucha cumbia para animar la tarde porteña. A las dos horas de los mismos compases, él obligó al cambio. ‘’La cumbia es siempre igual. La electrónica tiene cosas completamente distintas´´. De inmediato hizo una comparación boxística: ‘’Es como el boxeador que solo saber hacer una cosa, como marcar una pelea con el jab. Hay que saber manejar todos los golpes y mover el cuerpo’’. Y se subió al ring a ayudar con el trabajo de cuerdas a Rodrigo, un alumno suyo de hace unos tres años.

Los días en Nicaragua.
Cuando Cloroformo escuchó la palabra Eddie Gazo, se le cambió la cara. El ambiente se transformó. No era el colorido de diarios, posters y boxeo. La música pareció pasar a un ritmo lento. El sol que entraba por la rendija desapareció. Una nube apareció para taparlo. Y se oscureció el gimnasio. Un silencio incómodo se apoderó de todo el lugar. Solo se escuchaba de fondo el golpe recto de derecha sobre la bolsa.

Eddie Gazo es el nicaragüense que le sacó el título mundial. Era la primera defensa de Castellini. Por error de Tito Lectoure, hijo del padre del Luna Park y su entrenador, fue a pelear a Managua. En 1979, Nicaragua pasaba por una dictadura. ‘’La pobreza era impresionante, cuando salíamos del hotel, caminábamos dos cuadras y veías solo gente pobre’’, recordó el ex campeón. ‘’Es el peor país que visité’’, remató levantando ambas cejas y pestañas. Luego se agarró la pelada.

La nube era grande. La oscuridad se apoderó del gimnasio. Se había cortado la luz que estaba prendida arriba del ring. Eddie Gazo era un boxeador mediocre, o eso parecía. Su ventaja no era técnica. Tampoco física. Era miembro de la Guardia Nacional, el poder que dominaba Nicaragua. ‘’Cuando subí al ring, fui a mi rincón. Luego de la ceremonia de apertura y cantar los himnos, se acercó un hombre armado. Me miró firme y me dijo: ‘Si no te mata Gazo, te mato yo’”. Lo condicionó por los 15 rounds. La pelea y el título fueron para Gazo.

Con una sonrisa en la cara, cambió como quien se cae y vuelve a levantarse tras la cuenta del árbitro. Como cuando cambian las negras y las blancas, las corcheas y las redondas. ‘’Me retiré con un knock out. Fue contra él en el Luna Park. Tuve mi venganza y con 33 años dejé el boxeo’’, contó con orgullo.

El año pasado dejó de ser DJ porque sufrió un ACV. Se levantó. En febrero volvió a sufrir lo mismo. Y se volvió a levantar. Hoy está sentado en el ring de su gimnasio, haciendo las dos cosas que más le gusta. Disfruta del boxeo y de la música.


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