PEPE ROSA Y EL REVISIONISMO POPULAR

 


Por Gabriela Margarita Canteros y Juan Ciucci

 

Entrevista a Enrique Manson, profesor de Historia, vocal de la comisión directiva y miembro número del Instituto de Revisionismo Histórico, donde con Eduardo Rosa y Pablo José Hernández comparte la tarea dentro del ámbito de la Biblioteca y Centro Documental José María Rosa.

Enrique Manson
APU: Uno podría pensar que en la idea de difundir la historia, Rosa es un precursor de los divulgadores de la historia.

Enrique Manson: Pepe Rosa hace una tarea de divulgación desde un punto de vista. Pepe Rosa abre el camino de lo que yo llamaría “revisionismo popular”. El primer revisionismo es limitado a la figura de Rosas, un personaje que ha sido estigmatizado por la historia oficial. Pepe es el primero que plantea un Rosas como interprete de su pueblo. Pepe decía de Julio Irazusta: “No es amigo mío, pero me ha reconocido”. No como otros amigos que, en un ataque de celos, que suele suceder, terminaron por atacarlo. Pero Julio Irazusta pone en duda la visión populista de la historia por parte de Pepe; considera que no es así. Pepe toma como una de sus banderas ese verso del Martín Fierro: “El fuego pa calentar debe ir siempre por abajo”. Pepe transcribe los diálogos de Rosas con Mandeville, el ministro inglés, en el cual Rosas dice que en este país no hay aristocracia, acá gobierna la soberanía popular, estoy en este lugar porque interpreto la voluntad popular. Yo me atrevo a decir que Rosas es un roussoniano, es un jacobino porque justamente es el gobierno elegido por la voluntad popular (de la mayoría del pueblo) en el cual se renuncia a las libertades para que las administre el dictador, pero un dictador surgido de la voluntad popular. Eso es Rousseau.

APU: ¿Cómo ve su pensamiento en las nuevas generaciones?

EM: Si nosotros llamáramos a un grupo de militantes de distintas generaciones y les hiciéramos preguntas, no podrían contestar, pero justamente me pasó que estaba leyendo el libro de Blaisten sobre Lanata y estaba totalmente dominado por el libro y encontré que estaba fallado, con hojas en blanco; tuve un síndrome de abstinencia terrible, tengo que cambiarlo. Entonces, agarré “La caída de Rosas” y me puse a releer los estudios introductorios y el punto que se titula: “La Confederación Argentina supone un Subjefe” y habla de lo que significaba “unitarios y federales”. Pensé en agregarlos a los blog que estamos produciendo nosotros, porque hay otros materiales que son estrictamente históricos y bueno se puede hacer una página del “asesinato de Dorrego”, por ejemplo. Acá ya es un componente de interpretación histórica y de la realidad; eso está vigente hoy aunque los que han asumido no lo sepan, aunque no sepan que eso estaba en Pepe Rosa. Esto no quiere decir que cualquiera de nosotros piense lo mismo que Pepe Rosa. Yo tuve la osadía de discutir con Pepe cuando se hizo la consulta por el acuerdo del Beagle, que había gestionado Dante Caputo y se propuso el Papa. En ese momento yo estaba en una posición antagonista y cometí un error porque esas cosas no se hacen, es como pretender que Atlanta desafíe a Barcelona. Yo no estaba en condiciones de debatir con Pepe y me pasó por arriba. A los dos minutos de la discusión quería cambiar de tema y hablar de otra cosa. Otro tema que Pepe Rosa pensaba de una manera determinada, en el año ’30, uno hoy no lo comparte, pero ha pasado el tiempo y son generaciones distintas. Lo esencial es que somos hijos de ellos.

Muchos padres cortaron la tradición oral para que los hijos no se metieran en política y no corrieran riesgos.
El hecho que Pepe, siendo prácticamente el historiador más conocido de dos generaciones, más allá de su condición de revisionista, patriota y peronista. Llegó a que la revista “El Descamisado”, de los montoneros, comenzara a sacar una historieta sobre la línea argumental de Pepe Rosa. En la misma época, Juan Carlos Gené escribe una obra de teatro en inglés sobre la Primera Guerra Civil y la dedica a Pepe Rosa, porque es su inspirador. Por otro lado, el Tigre Acosta, el “chacal” de la ESMA, visita a la Editorial Oriente y compra la historia de Pepe Rosa como distribuidor y hace un arreglo para vendérsela a oficiales de marina con descuento del sueldo. O sea, desde los montoneros hasta los represores de la ESMA, para bien o para mal, tenga razón o diga macanas, es “el historiador”. Fue muy difundido por Félix Luna, Felipe Pigna y cada uno de los historiadores de moda de cada momento. Jauretche está, como Dios, en todas partes y en buena hora, pero no hay un recuerdo de Pepe Rosa. Paradójicamente, venimos de inaugurar el primer busto de Fermín Chávez, pero no hemos hecho un busto de Pepe Rosa. No estoy estableciendo categorías, pero sí por una cuestión generacional Pepe está antes.

APU: A partir de la recuperación del pensamiento revisionista por parte del kirchnerismo, ¿cuál es la perspectiva para el futuro del revisionismo?

EM: El kirchnerismo es la etapa de hoy de movimiento nacional. Desde luego que cuando apareció Perón hubo muchos Yrigoyenistas que sentían nostalgia. Yo conocí y traté a una hija de Hipólito Yrigoyen, digna hija de su padre (muy politiquera), que empezó peronista, pero terminó apoyando la Revolución Libertadora. De vieja acompañó la campaña de Frondizi en el ’58. Ella representaba la nostalgia de Yrigoyen. A nosotros, que hemos estado con Perón y lo hemos llorado, nos puede pasar de decir: “Como Perón ninguno”, cuando otro lo reemplazó. ¡Pero no!, Perón fue mis 40 años, pero Kirchner es mis ’70 años. Yo siento que el kirchnerismo es esta etapa. Lo que suceda con el revisionismo en adelante es responsabilidad nuestra. De algún modo, la militancia del joven que desconoce la historia va a ir construyendo su interpretación de la historia, pero si nosotros no trabajamos activamente va a estar un poco mutilada. Es importante que conozcamos lo cercano, pero que sepamos de dónde venimos. Fermín decía: “Los indios somos nosotros, los conquistadores también somos nosotros, los esclavos negros somos nosotros, los gringos que llegaron como inmigrantes somos nosotros. Al final, lo que nos sobra es identidad”. Nuestra identidad es producto de todo eso. Entonces, es imprescindible que el militante de hoy comprenda nuestra realidad de hoy. Es muy importante que vea de dónde viene esa realidad en lo inmediato, pero también es importante saber que algo tenemos que ver con los indios, con los conquistadores españoles. No hablaríamos el castellano si no hubiera conquista española. ¿Vamos a pelearnos con Cristóbal Colón y con Isabel La Católica?, no, ese es otro costado, nuestro origen. Dentro del Instituto discutimos; nuestra tarea es honrar la tradición. Esto no significa decir lo mismo que Pepe. Pacho dice, y en esto le doy la razón, que no podemos quedarnos en la conmemoración de los próceres de ayer. Tenemos que colaborar en la difusión. No hacernos conocer a nosotros, sino “agarrar la mochila y seguir para adelante”; como pasa muchas veces en política: fulano de tal dice una oración, ¡ah no, Perón decía otra cosa!. Perón capaz dijo otra cosa en el año ’45.

APU: ¿Cómo analiza las críticas en relación al Instituto y a la “reaparición” del revisionismo?

EM: Hay algunas críticas que pueden darnos un poco de rabia porque son aquellas en las que aciertan. Tenemos que agradecerle a la crítica porque hemos tenido una promoción que nunca hubiéramos podido pagar con una agencia de publicidad. Yo veo que nuestro Instituto está instalado. Como integrante del Instituto, si ustedes me contratan, escribo un libro con todas las críticas al Instituto Dorrego (risas). El Instituto Dorrego es casi el único que está trabajando, ¡y cómo está trabajando!. Mi padre era afiliado del Instituto Rosas de los años ‘30, bueno, uno tiene el corazón ahí también, pero está lejos de tener nuestra actividad. El Instituto Perón cada tanto da una conferencia, presenta un libro y el Instituto Sanmartiano está preocupado porque no se demuestre que San Martín tenía sangre india. Una crítica que hago es que trabajamos mucho adentro, tenemos clientela cautiva, tenemos que salir. Los que vienen acá lo ven a Eduardo Rosa y lloran de emoción porque creen que ven a Pepe; se abrazan con Pablo Hernández. Tenemos que llegar a quienes no nos conocen.

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