por Marcela Belchior
En 15 años, todavía habrá en el continente americano demanda relevante de sustancias psicoactivas, incluyendo alcohol y medicamentos producidos ilegalmente; un pequeño porcentaje de usuarios de drogas tendrá dependencia química y algunos morirán, otros van a desarrollar enfermedades o infecciones graves como el Sida (Síndrome de Imunodeficiencia Adquirida) y Hepatitis C. El pronóstico es de la Organización de Estados Americanos (OEA), que acaba de divulgar el informe Escenarios para el problema de drogas en las Américas 2013-2025).
Lanzado en Bogotá, capital de Colombia, el último mes de mayo, en el documento se analiza las políticas implementadas en la región hasta hoy y proyecta el contexto del continente para los próximos años. Elaborado por un equipo de especialistas que trabajaron datos por un año, en el informe se indica que en las Américas se encuentra aproximadamente el 45% del total de consumidores de cocaína del mundo, cerca de mitad de los que consumen heroína y la cuarta parte de los usuarios de marihuana.
Además, la OEA señala que aumenta el uso de drogas a base de cocaína, crack, inhalantes, drogas sintéticas y del uso indebido de fármacos ilegales. Este consumo generaría en el continente un negocio ilícito que moviliza alrededor de 151 millones de dólares solamente en los mercados de venta minorista.
En el informe se proyecta que las actividades ilegales van a persistir mientras exista la posibilidad de lucrar a partir de ellas, operando el narcotráfico en todo el continente americano. Sin embargo, si el mercado ilegal de drogas aumentará o disminuirá la violencia urbana o si la sociedad será capaz de desarrollar medios de prevención y reducción de daños relacionados con el consumo de esas sustancias, aún es difícil de prever.
La OEA comprende que el consumo de drogas se convierte en problema social en la medida en que es parte de una cuestión mayor relacionada con la inseguridad, con instituciones estatales debilitadas e incapaces de controlar sus consecuencias, como el crimen organizado, la violencia y la corrupción. Para responder a este contexto, la Organización señala que se debe fortalecer al Estado, firmar alianzas con los ciudadanos y avanzar en la cooperación internacional.
El secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, explica que el impacto del consumo de drogas en sus varias dimensiones afecta a cada país de manera diferente. Sin embargo, destaca que es una cuestión compartida por todos, que deben buscar acciones conjuntas para la elaboración de políticas públicas de enfrentamiento. «La relación entre las drogas y la violencia es uno de los principales factores de temor de nuestros ciudadanos”, enfatiza. «Esa situación debe ser enfrentada con mayor realismo y mayor eficacia si queremos avanzar en soluciones efectivas”.
El presidente de Colombia, país con uno de los más graves e históricos problemas de narcotráfico de la región americana, Juan Manuel Santos afirma que la intención, por el momento, es buscar bases para la elaboración de acciones de combate. «Que quede claro que aquí nadie está defendiendo ninguna postura, ni la legalización, ni la regulación, ni la guerra a cualquier precio. Lo que tenemos que hacer es usar estudios serios y ponderados (…) para encontrar mejores soluciones. No tengo dudas de que todos compartimos un destino común”, enfatiza Santos.
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