LIBRO LA CÁMPORA: ENTREVISTA A SANDRA RUSSO

 

Por Juan Ciucci

Entrevista a la periodista y escritora Sandra Russo, autora de Fuerza propia. La Cámpora por dentro. “Lo de biografía oficial, biógrafa oficial, lo rechazo porque suena a libro por encargo”.la-campora-1


APU: ¿Cómo surge la idea del libro y por qué sobre La Cámpora?


Sandra Russo:
En principio porque -como todo el mundo- yo tenía mucha curiosidad. Conocí a varios miembros y ya me daba cuenta con lo poco que sabía, incluso, que los mismos miembros de La Cámpora no sabían exactamente bien cómo había sido el surgimiento de la agrupación. Y después entendí por qué no lo sabían, porque el comienzo había sido en muchos escenarios laterales y paralelos, simultáneos. Entonces, al principio nació de la curiosidad.

Para mí este libro es un derivado del anterior, el libro sobre Cristina porque ahí  fue la primera vez que me enteré qué había sido la FURN, la Federación Universitaria por la Revolución Nacional, que era la agrupación universitaria de Néstor. Analizando la estructura y la historia de la FURN me fui dando cuenta cómo se habían dado los eslabones generacionales desde  el golpe del `55 hasta esa época, estamos hablando de principios de los `70 (la FURN había sido creada a fines de los 60). Cómo se iban dando la posta, en una misma familia o en diferentes generaciones. Se me ocurrió ahí que esa misma pista podía seguir de los últimos 20 ó 30 años hasta desembocar en La Cámpora o en otras organizaciones, como una especie de arqueología de lo que eran esas  agrupaciones que forman parte de la historia reciente y que nunca tuvieron visibilidad mediática.

Además, más allá de todo esto que te estoy diciendo, era un gran tema para un libro. Cuando presenté la idea, mi aspiración no era hablar con Máximo (Kirchner), no estaba entre las expectativas, era una expectativa posible pero la verdad que yo hubiese escrito el libro con Andrés Larroque, que es el secretario general, y con todos los testimonios de la mesa nacional, más todos los otros militantes de otras agrupaciones que hablan. Como fue tan largo, fueron más de dos años de proceso, en el ínterin surgió esa posibilidad y primero Máximo habló una vez en el 2013 y habían quedado cuestiones pendientes. Yo no podía salir con un libro a la calle con esa entrevista porque habían pasado  las elecciones, la operación de la Presidenta, era un libro que ya estaba desactualizado. Entonces sí o sí, tenía que esperar otra nota y fue en enero de este año, así que apenas lo tuve listo, salió.

APU:
Bueno, empecemos por ahí, en la relación con el libro de Cristina. ¿Cómo te sentís en ese marco? Porque te posiciona en un lugar interesante, porque es una  especie de biografía, en un sentido bastante oficial, por el grado de participación de ellos.

SR:
A mí lo de biografía oficial, biógrafa oficial, la verdad que lo rechazo por las connotaciones de las palabras y por lo que uno  admite cuando admite una palabra. Biografía oficial o biógrafa oficial suena a libro por encargo, a contenido acordado, me borronea a mí como autora y la verdad yo me siento absolutamente autora de los dos libros. Porque la estructura la plantié, la graduación de la información y cómo se acomodaba esa información y en qué relato central yo lo ubicaba, que es lo que hace uno con cualquier libro, cualquier ensayo. Los libros los escribí sin que nadie supiera ni siquiera… Por ejemplo, en la biografía de Cristina, es una biografía antojadiza porque para mí una biografía en términos de género tiene que ser lo más exhaustiva posible y mi libro no es para nada exhaustivo. A mí se me ocurrió entrevistar a las monjas, se me ocurrió entrevistar a Alicia.

Rechazo lo de “oficial” en términos de que cedo algo en mi autoría. Obviamente me tienen confianza porque si no, ni la Presidenta ni Máximo hubiesen hablado conmigo. Me parece que me tienen confianza porque soy intelectualmente honesta y porque planteé mi apoyo desde el principio sin ninguna reticencia y convencida de que cuando uno trabaja en medios y tiene una identidad política, lo más honesto que puede hacer es decir desde dónde habla.

APU: ¿Cómo aparece lo generacional en el libro?

SR: En los dos libros están volcados los que reconozco son mis propios intereses profesionales a lo largo de los años. Tuve una columna de Juventudes Políticas en plena dictadura. El corte generacional o el enfoque generacional es, para mí, una de las perspectivas de análisis más interesantes desde que tenía 18 años por, justamente, la frustración de mi propia generación, que éramos los adolescentes de la dictadura y a lo mejor, me debe haber quedado alguna especie de punto traumático: ¿Qué hice con mi adolescencia? ¿Qué hice con mis propios veintipico como para que eso al mismo tiempo, se me proyecte como un interés en otras generaciones?

Me parece que todos tenemos mucho de nosotros mismos y mucho del corte generacional que nos pertenece, porque esto implica empezar a ver la historia en un determinado momento y empezar a inteligir qué es lo que pasa en un determinado momento y con nuestros pares, que son nuestros compañeros generacionales y cómo es el vínculo entre una generación y la de atrás, también es un fenómeno de época. Yo encontré en la historia de La Cámpora algo que me parece que no se repite en otras historias de agrupaciones militantes, que tiene que ver con un fuerte acompañamiento de las familias de los militantes.

El militante de La Cámpora no es un militante –por lo menos en un su gran mayoría- que se plantee la militancia como un forma de rebeldía frente a los propios padres. Esa figura que es tan arquetípica de los años ´60 o de la generación de los ´70, del Mayo francés, de otra camada generacional, se plantea la militancia como una rebeldía también frente a lo generacional y acá yo no lo veo. En los actos kirchneristas veo militantes y veo familias y hay muchos padres de militantes que llaman a las radios defendiendo lo que hacen los hijos.


APU:
Me interesó que en el prólogo marcás lo que sería un “salto al kirchnerismo”, una explicitación.

SR: Sí, es que existió en todos porque cuando asumió Néstor no había ningún kirchnerista y también esto es parte de la historia reciente. A mí me parece increíble que estas cuestiones no se visibilicen, que no se debatan, que no estén a la vista. Cuando uno lo menciona la gente dice: “Ah, claro”. Si no hubiese estado tan demonizada La Cámpora, las otras agrupaciones y se pudiera hablar de militancia juvenil sin tanto cliché y sin tanta cosa en el medio, todos estos procesos serían más inteligibles para todos pero, bueno, cuando empezó Néstor no había kirchnerismo. Fue surgiendo por la acción de gobierno.

Por eso elegí Vélez para abrir el libro. En realidad, siempre digo que el kirchnerismo, tanto con Néstor como con Cristina, si uno analiza los discursos de los actos, está clarísimo lo que va a hacer. Las convocatorias son públicas, lo que pasa es que nadie les presta atención, las noticias no se cubren, no forman parte de la agenda hegemónica pero eso estaba muy claro y en el discurso de Vélez –que ya tenía el libro avanzado pero no sabía cómo lo iba a estructurar- mientras estaba ahí escuchando el discurso me daba cuenta que eso estaba articulando todo.

El planteo que hizo ella el 27 de abril del 2012, que ya lo había adelantado en la campaña presidencial: se postula como candidata en 2011 como un puente entre generaciones. Esas cosas me las tomo en serio porque sé que después pasan, que no es un saraza para la tribuna y en ese acto y discurso aparece la convocatoria a Unidos y Organizados. Estaba pasando algo fuerte que después, en el transcurso de estos dos años, se consolidó.

APU:
Ahí presentabas a La Cámpora pensada como una herramienta política y la relacionabas también con otras organizaciones.

SR: Todas son herramientas políticas: La Cámpora, Unidos y Organizados… 6, 7, 8. Son todos diferentes modos, diferentes herramientas para ver cómo se hace. El otro día estaba hablando en la radio con Denis De Moraes, que es un académico brasileño que escribió con Pascual Serrano e Ignacio Ramonet Medios, poder y contrapoder. Creo que en muchos sentidos, el kirchnerismo no dejó de ser un contrapoder del que emanan contrarrelatos en el contexto nacional e internacional, en que la hegemonía sigue siendo la misma y donde se va profundizando esa hegemonía.

Me parece que todavía es un momento en que eso va a seguir así también por cómo se va entendiendo la política, por qué acepción le vamos dando a la política; porque me parece que hay que empezar desde lo más básico del mundo. Siempre digo que las batallas culturales se ganan palabra por palabra. Porque además es mi territorio, el territorio más lingüístico, más semiológico y el planteo que hacían sobre “la palabra oficial”, “la biógrafa oficial” es descalificatorio, insultante. Ahora un discurso que baja de los medios hegemónicos pone en duda que las entrevistas sean reales por ejemplo, porque como ellos son capaces de publicar alguna entrevista trucha, piensan que es todo lo mismo. Entonces me parece que hay que defenderse de las connotaciones de las palabras. Con lo de “oficial” me pasa eso y con el lugar que ocupo.

Tengo una mirada sobre ese algo más que plantea el kirchnerismo, peronismo y algo más que ha sido la última definición que le escuché a la Presidenta, en una de las entrevistas que dio antes de ser operada. En el libro, esa definición aparece en boca de Wado en una de las primeras reuniones que tiene con Néstor Kirchner y que le plantea que en la universidad tienen que trabajar pero desde el peronismo y desde algún otro lugar. Que no alcanza con el peronismo pero porque todavía estaba muy manchado del  duhaldismo y menemismo, estamos hablando del 2004, 2005. Yo, por supuesto, me sumé en su momento desde ese algo más, no  provengo del peronismo pero desde ese algo más tampoco uno puede integrarse si no respeta profundamente al peronismo y no reconocen al peronismo como la fuerza más transformadora de la política argentina del Siglo XX.


Jóvenes y vedeopolítica

APU: Está muy presente el discurso de la juventud, en estos momentos hay una discusión sobre cuál es el sujeto político del kirchnerismo, estaría bastante presente que ese sujeto sería la juventud. ¿Cómo analizas los límites que tiene eso? Porque al ser etario no necesariamente tiene como una personificación o intereses políticos puntuales.

SR: Me parece que eso también empezó a virar lentamente, por eso son herramientas. La Cámpora en su momento fue una agrupación juvenil. Si yo hecho un pantallazo ahora por Unidos y Organizados y por La Cámpora también, no estoy segura de si es una agrupación juvenil o no, porque  contiene a pibes de 13, 14 años hasta hombres de 42, 43 años, me parece que ya excede los límites de una agrupación juvenil. Por otra parte las puertas y cada vez me entero de más casos, están abiertas a gente de cualquier edad que quiera sumarse. No está planteado como que es una agrupación juvenil y si tenés más de 35 te quedaste afuera, me parece que se evoluciona hacia eso. Pero el motor son los jóvenes porque son los que tienen el deseo y no tienen compromisos preexistentes, son los que tienen la cabeza limpia y no tienen archivo. Esa herramienta de los jóvenes no se puede pensar sin acordarse que este país venía del que se vayan todos, todos no se podían ir porque no quedaba nadie.

De hecho, los que no se fueron todavía están en el Congreso como Patricia Bulrrich y como tantos otros tipos que estuvieron en los períodos de ajuste y que no se fueron, pero es también una cuestión de sentido común. En un país que se plantea que se vaya toda la clase política, ¿cómo y con quién construir una fuerza propia? ¿Cómo hubiese sido un armado de Néstor con algo que no fuera un armado que saliera de la juventud? Con la CGT no pudo ser, con qué se hace, ¿con chapas? Porque si te ponés a mirar la escena política argentina son muy pocos los espacios fuera del kirchnerismo que trabajan la base y no trabajan desde la televisión o haciendo uniones de referentes que por ahí abajo no tienen nada, lo que tienen son audiencias televisivas pero no tienen tropa propia. No creo que Pino Solanas tenga a esta altura gente que lo siga a él, puede tener televidentes a los que convenza, pero los que estuvieron en algún momento con él me parece que ya se fueron. Me parece que en esos términos hay que mirar esa construcción, en términos de un país con una clase política totalmente corroída o cooptada por la videopolítica. El político tiene que  ser alguien con ganas de creer en un proyecto de país más allá del cinismo que se nos inculcó a todos durante más de 20 años.

APU: Hacés mucha referencia a la videopolítica y cómo ésta generación estaría en contra de eso. ¿Sentís que con Massa está reapareciendo esa forma de hacer política?

SR: Lo único que tiene Massa es la videopolítica. El efecto espectacular de decir que va a firmar ante escribano que renuncia a ser diputado si Cristina quiere reformar la constitución, cuando no había ni un atisbo de reforma constitucional en el aire. Es como un mago que saca un conejo de la galera y tiene camarógrafos que desvían la cámara cuando lo está sacando de la manga y esa parte no la enfocan.

Con esto del Código Penal está haciendo exactamente lo mismo con lo cual se une a un linaje de un sector de dirigentes de la derecha peronista. Hay muchos antecedentes y eso es lo que me parece imperdonable de un dirigente político: que le mienta a los que creen en él. Pasó con Menem, en el libro está perfectamente detallado lo que pasó con las JP que militaron para Menem y se tuvieron que ir el día que asumió porque apareció Alsogaray en el palco. Ese tipo de dirigentes políticos que no tienen escrúpulos, que mienten descaradamente y les mienten a quienes depositan su confianza en ellos sabiendo que después van a anudar sus alianzas por otro lado, es lo que me parece inconcebible.

Esa es la parte de corrupción de la política que infunden los medios de comunicación, sobre todo la televisión. Massa y Cobos juntos: ¿que son más que un espectáculo televisivo? ¿Qué hay de política en eso? Eso también es política, por eso tenemos que empezar a debatir a qué le llamamos política.

APU: ¿Cómo analizás que después de 10 años de hacer política aparezca con tanta fuerza ese pasado?

SR: Por eso te mencioné lo de De Moraes. Él tiene un concepto que me pareció brillante, que obliga a ver lo que pasa en la Argentina por afuera de la Argentina. La verdad es esa: la Argentina está inserta en un dispositivo de comunicación global, los medios concentrados dejaron de ser nacionales. De que las entrevistas que le hice a Máximo no sean reales se hace eco el ABC de España, por ejemplo. Laburan todos para un mismo equipo que no es ningún candidato nacional de ninguna especie, trabajan todos para los mismos intereses que son los de sus pautas y que son las transnacionales, entonces no importa si es Massa, si es Cobos.

A esos intereses les importa un rábano el tipo en sí mismo, lo que les importa es quién pueda ocupar un lugar para que esos intereses salgan indemnes. Lo que dice De Moraes es que en la década pasada el liberalismo fue derrotado políticamente en varios países de la región; pero que en lo cultural y lo ideológico no fue derrotado nada, porque las batallas culturales son mucho más largas, más invisibles y más profundas. Los ciudadanos comunes y corrientes pueden de alguna manera discriminar cuándo una política como la neoliberal atenta contra ella si puede recuperar la memoria histórica de lo que fueron los despidos a los estatales,  la rebaja de sueldos, lo que fue todo eso.

Ahora todo el engranaje cultural y los dispositivos culturales que permitieron que esos sectores votaran contra sí mismos y que pueden llegar a hacerlo. ¿Por qué? Porque “la política sigue siendo sucia”, sigue “manchando”, porque “los jóvenes que se acercan a la política no tienen experiencia y están intoxicados”, porque ven corrupción en todos lados, porque “solamente lo hacen por interés”, porque “solamente quieren cargos” y bla bla bla. Todo eso también es un dispositivo que pertenece al neoliberalismo porque es negarle a un joven  o a otra persona la posibilidad de acercarse a la política desde lo más alto y desde lo más honesto que tiene la política. Esa posibilidad está negada de antemano en la prensa hegemónica y eso es un dato cultural.

APU: ¿Cómo analizás el lugar de la mujer en La Cámpora y otras organizaciones?
En el libro está ahí la nota con Mayra Mendoza, como parte de la conducción.

Sandra Russo:
Mayra es la única mujer de la mesa nacional de La Cámpora, que no tuvo ley de cupo (risas). Se armó así como se armó pero por ejemplo, en La Cámpora, Virginia García que es una militante santacruceña desempeñó un rol absolutamente crucial y central y tuvo y tuvo un papel destacado en lo que fue el primer armado nacional. Lo que pasa es que son militantes que no quieren ningún tipo de visibilidad pública, no les interesa salir en los medios ni que se conozcan sus nombres. En este caso, me parecía que era como retacear demasiado y que había que incluir esos nombres y están incluidos. Pero no pude tener una entrevista con ellos porque no tienen ningún interés, porque trabajan más tranquilos de esa manera. Si hay otras dos entrevistadas que son de una generación distinta a la de Mayra que tienen 21, 22 años y son del interior del país

Ahora en lo que yo vi en La Plata, en lo que vi en las recorridas, en lo que vi en los barrios, ahí se da un mestizaje de género muchísimo más notable. Creo que la presencia femenina de las nuevas generaciones, por lo menos en La Cámpora es apabullante.


APU:
Diría que eso siempre pasó en las militancias, pero después en las conducciones cuesta más.

SR: Esperemos que se abra, lo que pasa es que cada uno de los que está ahí viene acompañando un proceso desde el 2006…

APU:
Sí, lo decía no tan específico de La Cámpora, sino que en general no hay una participación mayor en cargos dirigentes, en todas las organizaciones.

SR: Lo que pasa es que también hay un tema con el género, eso yo también lo había hablado con Cristina y me parece que está en vías de encontrar un cauce de difusión ahora con los más pibes. Como yo vengo de otro lado y también vengo del periodismo de género, me llamaba la atención que muchas militantes de los ´70, que volvieron a la política cuando llega Néstor al gobierno, en un primer momento negaran la problemática de género. Porque eso no formaba parte de la agenda de los ´70, entonces, eso eran compañeros, pares y no estaba la discusión de si había diferencias incluso de aspiración para hombres y para mujeres. Me parece que es una agenda que tienen  que tomar las nuevas generaciones porque en eso el peronismo venía con atraso, con mucho atraso.

APU: Y el salto que sea una mujer, Cristina como conductora del movimiento peronista, termina potenciándolo pero pareciera que no del todo.

SR: No del todo pero también tenemos que tener en cuenta que es como un emergente de una sociedad. Creo que es un tema para estudiarlo con mucha profundidad porque no sé hasta qué punto las críticas y las enormes resistencias a Cristina… Vos fijate, en un primer momento tuvieron que ver con la crisis del campo con que para muchas mujeres, en ese momento, del sector cacerolero, Cristina era una incapaz. Y lo decían las propias mujeres que era una yegua y una incapaz. Ahora, en otro orden de cosas, Hugo Moyano es un tipo absolutamente arquetípico para mí, a todos los kirchneristas les dice pollerudos, porque lo que no puede admitir es una conducción femenina.

Ahí el problema no está puesto en que las compañeras participen, pero a la conducción que no lleguen, lo cual es un rasgo absolutamente machista que no creo que sea del kirchnerismo. Me parece que es de toda la política argentina y de la sociedad argentina todavía. Por algo estamos viviendo un incremento de la violencia de género enorme y creo que tiene que ver con que cada vez más mujeres toman decisiones personales. Si uno se pusiera a analizar los últimos 100 crímenes de mujeres por violencia doméstica, encontraríamos que más de la mitad se produjeron porque la mujer tomó la decisión de abandonarlo. El tema es con la decisión femenina me parece. Este fenómeno político se inserta en una sociedad que todavía es racista y machista.

Comunicación

APU: Le dedicaste un capítulo a la comunicación camporista. ¿Por qué te pareció importante remarcar eso?

SR: Por todo, porque es una organización que no da entrevistas a los medios de comunicación y que la primera vez que hablaban con un periodista. Eso tiene que ver con una cuestión personal mía, inquietudes que me acompañaban de antes del libro. Cada día tengo más conflicto con aquello a lo que le llamamos periodismo. Volvemos al origen de las palabras y a lo que connotan. Trabajo en medios hace 35 años y siempre trabajé en medios en los que quise trabajar, en los que más me gustaba trabajar en cada época de mi vida, el Expreso en su momento, Humor Registrado en otro, Página 12 cuando empezó, Canal 7 en la primavera alfonsinista, Radio Belgrano. Fueron experiencias interesantes pero que siempre fueron contrahegemónicas, salvo un año que trabajé en Perfil, nunca laburé en el mainstream del periodismo. Siempre lo hice en medios alternativos de alguna manera, sí con presencia nacional y todo eso pero dentro de lo que había en el mercado eran medios muy chicos.

Ahora, últimamente, hago un distingo entre el periodismo y la comunicación y cada vez creo más en la comunicación y menos en el periodismo, por lo menos hasta que esté claro a qué llamamos periodismo. Creo que bajo el nombre de periodismo se hacen muchas cosas que jamás haría ni hice y que me parecen espantosas y que está muy lejos hoy el periodismo de ser, en la práctica, aquello que regulaba el poder, el tábano alrededor del caballo. Me parece que todo eso quedó viejo, que hay que repensar las cosas, en cambio en la comunicación sí creo y la comunicación se puede hacer de otras maneras sin necesidad de pasar por un medio de comunicación. Puede haber otro tipo de comunicación.

La Cámpora se abocó de entrada –eso no lo sabía y por eso me pareció interesante- desde las reuniones en la Casa de Santa Cruz, cuando todavía no era ni siquiera una organización de cuadros, era como un esqueleto a nivel nacional porque el laburo ya estaba hecho desde 2007, pero desde antes de hacer ese relevamiento de todo el país, de saber con que JP, con qué grupos sueltos que encontraban por las provincias podían empezar a articularse, la organización política surge al mismo tiempo que la comunicación de La Cámpora porque surge la página y porque surge esa necesidad de hacerse autovisibles. Es decir, que los de Santiago del Estero pudieran ver lo que estaban haciendo los de Chubut, que intercambiaran experiencias, que se viera de qué se tratara el laburo, que fuera teniendo consistencia.

Por otro lado, porque hubo íconos de comunicación de La Cámpora que también uno entiende cuando ve qué organizaciones se fueron disolviendo para después integrarse a La Cámpora y que las políticas que tenían esas organizaciones en relación a los medios de comunicación eran las mismas, porque no salieron de las casas, venían de 10 años en la calle y en los que se cantaba “nos mean y Clarín dice que llueve”. Eso era muy anterior, lo sabía todo el mundo y no descubrieron que Clarín mentía cuando salió la ley de medios. Supimos todos siempre que respondían a intereses y que la línea editorial tenía que ver con lo que les convenía a los dueños del grupo.

Me pareció interesante encontrar esos antecedentes, por ejemplo qué pasaba con las revistas del Nacional Buenos Aires, cómo surgió “El Néstornauta”, porqué tomaron parte de “El Eternauta” para generarlo, con qué contenido se llenó. Que frases que a veces son un poco crípticas o de qué grupos a veces han tomado para sus revistas y todo eso, va generando un estilo de comunicación que siempre es puntual, focalizada y que no tiene nada que ver con lo que incluso nosotros, como periodistas, estábamos acostumbrados de toda la vida. Que cada diputado nuevo que llegaba ponía un jefe de prensa que te manda la gacetilla día por medio, te persigue y después te manda el regalo para el día del periodista. Así funcionaba y la verdad, si me preguntás si me parece una manera copada de funcionar, no, no me parece, entonces buscar alternativas me parece bárbaro.

APU: En eso aparece mucho también la cultura rocker, que tiene que ver mucho con lo generacional y cómo pensarlo. Interesante lo que dice Máximo de la participación de La Renga en el último festival de los 30 años de democracia.

SR: Sí, porque dice que La Renga es un grupo crítico con muchas cuestiones del Gobierno, pero ese día se festejaban 30 años de democracia ininterrumpidos lo que no era una pavada, era un hito en la historia argentina. Al mismo tiempo, en ese momento estaban levantadas muchas policías en el interior del país y no sabíamos cómo podía terminar, pero ver gente armada frente a gobernaciones o frente a comisarías eran imágenes muy fuertes en ese momento. Él dice que La Renga se sumó a último momento y que el pedido expreso fue que no lo dieran a publicidad porque lo que no querían era ser ellos convocantes. Y que se quedó pensando mucho en el por qué y que la conclusión que sacó –dice: “lo que me parece a mí”, no es que lo habló con alguien de La Renga- es que el mensaje era para su propio público, querían tocar para los que estaban ahí fueran o no su público, porque estaban celebrando la no interrupción de la democracia en los últimos 30 años.

Él dice que eso es lo que le da esperanza en las nuevas generaciones y es verdad, es poder llegar a esos niveles de consenso o de premisas básicas como nada menos que la defensa de la democracia como sistema. Que vemos que la gente que está en cargos, que pasa los 40 años y ocupa los primeros planos de la escena política nacional, siguen uniendo chapa contra chapa aunque digan que quieren diálogo. Esto del contraataque contra la reforma del Código Penal es una prueba absolutamente palpable, se la pasaron llenándose la boca con que querían consensos y diálogos y esto, que ni siquiera es un anteproyecto,  es el resultado de un laburo plural y los rechazan. Y todos los demás se bajan los pantalones detrás de Massa porque todo el mundo tiene miedo de ser el menos duro contra Cristina. Si en ese nivel de la política argentina ya no se puede hablar de diálogo –porque es mentira, son todos unos hipócritas- lo interesante es ver si entre los jóvenes –los radicales son radicales, los del PRO son del PRO, los de La Cámpora son kirchneristas- se puede articular algo en defensa de todos porque si no, no hay posibilidad de Nación

APU: También lo pensaba porque justamente hay una idea de “los convencidos” y vos rastreas mucho el grado de acidez de esa generación en los ´90, en el grado de virulencia y oposición a las instituciones que todos tienen por detrás. Y que es una generación que llega a participar en el Estado.

SR: Ese fue el salto que tuvieron que dar, fue un salto conflictivo.

APU: Esa lectura crítica, permanente.

SR: Totalmente, lo que pasa es que son discusiones que se dan  en otro plano. Me parece que también ahí  en este tema hay otra discusión de fondo, anterior a discutir La Cámpora y es qué es una organización, una orgánica, qué significa la organicidad en política, qué significa la conducción en una organización. Cómo es el arribo a través de tu propia libertad a la incorporación a una organización de ese tipo. Porque si no se pone ese tema sobre la mesa y no se discute estamos dando por sentado una vez más dentro de esa batalla cultural que no está ganada, que la única manera de hacer política es en tanto libre pensadores, tomando una posición individual ante cada uno de los temas. Y eso me parece que frena la posibilidad de un proyecto colectivo, es otro paradigma y hay que pensarlo desde otro paradigma y no comerse esos supuestos que vienen de esa parte de la política y de los medios que si vos respondés lealmente a una conducción te quedaste sin cerebro. Más bien yo creo que te está diciendo que ese es un camino válido, construir cosas por otro camino que la realidad te muestra que no se van a conseguir.

APU: ¿Cómo analizás ahí los aportes críticos en ese espacio de pertenencia?

SR: Es que son absolutamente necesarios los aportes críticos y los hay. En el libro hay algunos relatos de discusiones que se dan al interior, por ejemplo, de La Cámpora y de discusiones que no están saldadas. Porque cuanto más grande es un colectivo y cuanta más voluntad de poder tenga ese colectivo, lo previsible es que no todos piensen lo mismo, no todos vienen del mismo lugar. En el caso del aborto, que es el que más ejemplifica, Máximo dice que se hicieron plenarios en todo el país, en cada básica y que los resultados no fueron los que ellos esperaban. Ellos pensaban que iba a haber una opinión mucho más clara a favor y que aparecieron inquietudes. Inquietudes novedosas en términos generacional también, como por ejemplo qué pasa en un caso si el pibe quiere ser padre y la chica quiere abortarlo. Más allá de mi opinión personal sobre el aborto, que es un posición tomada que tengo hace años, me parece que de lo que habla es de una sucesión de temas, en este caso el  aborto pero puede haber muchísimos temas más, donde cada uno expresa lo que quiere y cuando no está saldado se dan más elementos de discusión y más tiempo.

APU: ¿Cómo pensás tu lugar ahí y tu aporte crítico desde un espacio, una herramienta como 678?

SR: Nosotros en 678 no siempre estamos de acuerdo ni con 678, ni con la edición ni con la agenda de 678, algunas las decimos otras no. No creo que haya que pararse en la televisión a decir todo lo que uno piensa ni lo que uno siente porque eso no lo hace ningún periodista ni ningún medio de comunicación del mundo. Hay críticas y cuestiones que uno las hace en diferentes ámbitos que no necesariamente son públicos.

Esto de la comunicación nosotros se la habíamos planteado al aire, lo hizo Nora (Veiras), el otro día yo vi el archivo y me pareció que era muy importante que lo pusieran, cuando vino Mayra Mendoza y cuando  vino el Cuervo Larroque también. Nora que lleva más férreamente que yo el tema del periodismo profesional, le decía algo que en realidad tiene razón y me parece que en ese sentido el libro puede ser una bisagra o de hecho lo es ya. Si ellos no hablan y no dan a conocer sus posiciones, no salen al ruedo, lo único que queda en el sonido ambiente es el relato estigmatizador. Uno puede construir en silencio pero ya construyeron, a partir de ahora me parece que hace falta alguna presencia por lo menos en algunos medios, para tenerles más confianza o para saber de qué se trata cada uno de ellos, que no son gente que salió de la casa para ir a ocupar un cargo en el Estado. Ellos no van a circular por los canales de televisión contando su vida, porque no forma parte de lo que son ni les interesa ni lo van a hacer nunca. El libro no es biográfico en términos ortodoxos, son biografías políticas, yo no cuento ni con quién está casado cada uno ni los hijos que tienen ni nada, es sólo la lógica política que permitió y volvemos al principio de tu pregunta, en algún momento de dar ese salto de haber venido del cinismo, de la ironía, de la acidez. Y cuando llegue el momento de sumarse, en este caso, a La Cámpora, necesariamente eso se hace con pasión, con fe; si no, no se hace. Si no sentís fervor, pasión, si no te sacaste el cinismo de encima, no das ese salto porque es más cómodo tener un blog y de vez en cuando meter un tweet y quedar como el más canchero de la cuadra. Pero la política es otra cosa, vos con un tweeter no vas a cambiar la realidad, una organización política sí. Me parece que ellos reconvirtieron las ideas generacionales porque la verdad esta generación es la generación de la acidez, es la misma generación que los hijos de De La Rúa…

APU:
Y Caiga quien caiga…

SR: Claro, CQC que son tipos de 40 y pico de años que se siguen dirigiendo a un público de 20. En el libro hay una pequeña historiografía de lo que significó eso, es una de las cosas que más interesante me parece porque es historia reciente. Porque no fue decidir dejar una organización y pasar a otra, era pasar a otra que pertenece a un gobierno que está en el poder, eso no es fácil de sobrellevar, para mí tampoco es fácil, para nadie es fácil. Yo desde los  18 ó 19 años que laburo en medios opositores y de repente lidiar con palabras que tienen una segunda intencionalidad o cuestiones que tienen por objeto posibles denuncias penales como ya nos ha pasado. Este querer borronear tu trabajo profesional, en los términos de periodismo militante, periodismo profesional, por ejemplo que fue un debate también falso ese que nunca se pudo hablar con claridad a qué le llamaban profesional y a qué le llamaban militante. Parecía que si vos estabas a favor de un periodismo comprometido en un proyecto de país, dejabas en el armario todos los procedimientos y todos los protocolos  y las reglas periodísticas que habías practicado y aprendido durante toda tu vida y  yo nunca estuve de acuerdo con eso, con resignar mi profesionalismo, yo defiendo mucho mi profesionalismo. Viví de esto toda mi vida, aprendí mucho, enseñé mucho, tuve a cargo un montón de gente, muchas secciones muy distintas y me considero alguien absolutamente profesional en ese sentido. De ahí a que no sea capaz de comprometerme con un proyecto político si honestamente siento que es lo que me representa, no veo por qué no habría de hacerlo.

APU: ¿Con el libro de Di Marco tuviste algún tipo de planteo, de relación?


SR:
No, ni lo leí. Hace 3 años que no veo TN, no leo Clarín, leo lo necesario como para comentar las noticias que salen en 678 pero hay mucha toxicidad informativa. Los libros que salieron en el último año con fuentes secundarias y terciarias, con lo que dice el ex allegado, una fuente cercana, la verdad que no les creo; así que no puedo decir nada sobre eso.

Trasvasamiento generacional


APU:
La idea del trasvasamiento generacional es algo que se viene planteando ¿Cómo ves esos cuadros, ves que le falta mucho para que eso pase, creés que hay voluntad política para que pase?

SR: Me parece que se está haciendo todo, dentro de lo que se puede, se está haciendo bastante, en ese sentido. Yo te diría más que nunca, no sólo desde que yo me acuerde, sino desde mucho antes, está ese lugar de confianza porque es el lugar de la lealtad además y es el lugar del que sabe la línea y el lugar del que responde a la conducción, eso es indispensable. Ya tuvimos la prueba, las elecciones en el 2011, cuando  las listas las ocupa gente que tiene aspiraciones personales y no colectivas, cuando le dicen que no a dos o tres cosas, se forman otro bloque, eso ya lo vivimos. Me parece que sería una ingenuidad de parte de la Presidenta no darse cuenta, que no tiene un pelo de ingenua, no darse cuenta de eso y cada miembro de La Cámpora que ocupe un lugar en la gestión, forma parte de un dispositivo absolutamente leal a las políticas de estado que quiere imprimir la Presidenta. Cosa que no sucedió en el pasado con los primeros armados en el gobierno de Néstor y hubo gente que pateaba para otro lado estando en el mismo gobierno de Néstor.

Si un dirigente político, un conductor político no reacciona ante eso y no confía en otras herramientas, está tropezando tres o cuatro veces con la misma piedra, no se le puede pedir a  alguien que actúe contra sí mismo. En materia de trasvasamiento generacional me parece que se está haciendo todo lo que se puede. Los pibes que recién se incorporan están recibiendo formación política. Y por eso también Máximo dice “nuestro laburo es a largo plazo”, porque no es que están armando aceleradamente gente para que ocupe cargos en el 2015, es de verdad a largo plazo y eso vuelve a anudarse con la idea de Nación. No se puede ser cortoplacista y poner en marcha una estructura tan grande y meterle tanto corazón adentro porque, más allá de que yo haya hablado con los miembros de la mesa nacional y con Máximo, yo estuve con decenas y decenas de pibes de distintas unidades básicas de muchos lugares y no cuesta mucho darse cuenta de que dan lo mejor de sí. Esos pibes están teniendo formación política y en algún momento estarán disponibles cuando suceda para tener algún cargo, pero no es el cargo lo que los mueve a la militancia y el que piensa eso no los conoce.

Sí, vos realmente podés insultar, menospreciar, descalificar por la razón que fuere a la generación de treintaipico que es la que conduce. Ahora, si tomaste contacto, si compartiste días con pibes de 18, 20 años que laburan de otra cosa, estudian y trabajan y después el sábado y el domingo se van a la escuela o al asentamiento a pintar y a poner las chapas y después van al curso de formación política porque quieren entender mejor la realidad, porque quieren dar la pelea primero en la casa, después con el vecino y después con el qiosquero. Ahí hay otra cosa, hay algo que me parece muy valioso y que por lo menos, desde algún sector de esta sociedad a eso se le debe reconocimiento porque entonces volvés a plantear a la juventud como idiotas útiles, como estúpidos, como drogadictos, como lo de siempre. Salvo que te llames Redrado y entonces digan que sos un “golden boy”. (risas)


Agencia Paco Urondo

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