Por Oscar Laborde, Presidente del Centro de Estudios del Sur
El gobierno de Estados Unidos ha fortalecido el camino de la agresión armada a nivel internacional, luego de que se abrieran expectativas sobre la actitud que el Presidente Barack Obama iba a utilizar a diferencia de su predecesor.
La invasión a Libia fue una demostración contundente de esta estrategia y ahora decidió la intervención en Siria a pesar de no tener el respaldo de la OTAN, ni Inglaterra, decidio no esperar la investigación que la ONU había realizado en ese país y la resolución que en consecuencia podría adoptar; sólo los socialistas franceses se atrevieron a acompañarlo en esta peligrosa actitud.
Estados Unidos se autoconcede el rol » de policia del mundo», diciendo lo que hay que hacer, y castigando al que no cumple sus mandatos
La posición de Rusia, la presión de gobiernos, la movilizacion de miles de organizaciones sociales y la postura del Papa Francisco aisló la agresividad estadounidense, y obligó a frenar la dinámica de la invasión, pero no por ello produjo un cambio en su postura, la cual encierra el objetivo geopolítico de participar activamente en Medio Oriente y amenazar a Irán.
La Cancillería argentina, en ese contexto, afirmó: “…una paz sustentable tiene que encuadrarse en los preceptos de la Carta de la ONU y no depender de la buena voluntad y el entendimiento de dos países (Por Rusia y Estados Unidos). Es imprescindible que los órganos de la ONU creados por la comunidad de naciones para tratar las cuestiones de seguridad reasuman su rol principal en la cuestión Siria…”
Argentina viene señalando en los últimos años, precisamente, dos elementos vertebrales en la actual situación mundial: la reformulación de los organismos multilaterales de crédito y el rol de las Naciones Unidas.
La facultad de veto de algunas naciones en su Consejo de Seguridad y su lógica anclada en la Guerra Fría y en un mundo bipolar es, absolutamente, obsoleta, con instrumentos viejos y agotados. Es prioritario, entonces, reformular la matriz de funcionamiento del organismo.
Las experiencias de la CELAC y de la UNASUR, donde las resoluciones se toman por unanimidad, y las situaciones de conflicto se resuelven por consenso, son un espejo en donde comparar formas y resultados.
Estas posturas son construcciones colectivas; el resultado del trabajo de presidentas y presidentes en los últimos años y Suramérica es una prueba tangible de que estos mecanismos funcionan.
Decía Cristina Kirchner: “…tengamos mucho cuidado al momento de analizar realidades, culturas e identidades que muchas veces nos son desconocidas para nosotros desde nuestra forma de vivir y de pensar en Occidente. Muchas veces aplicamos parámetros, lógicas y valores que no son (…) los de otras sociedades y tratar de imponer esas lógicas, esos valores porque son los nuestros, me parece que no es democrático y, además, me parece directamente como negador de la diversidad y de la pluralidad que debe ser respetada.”
Fuente: Tiempo Argentinoi
