PARAGUAY: RESTAURACIÓN MEJORADA

 

 
por José Antonio VeraLa cancha y la pelota las ha comprado el exitoso empresario que, de un confeso desinterés en la política, se ha convertido en sólo cuatro años en un actor activo, viraje que permite suponer que comenzó a prestarle atención a esa noble y tan prostituida actividad, recién cuando la consideró como otro objeto de alta rentabilidad financiera y hasta de escudo protector a su acosada figura.presidencial-Horacio-CartesEl nuevo ciclo parlamentario paraguayo comenzó este lunes primero de julio, con una composición ideológica similar en ambas cámaras a la del periodo anterior, con la única diferencia en la ocupación de un cuarto de las 125 poltronas de nuevas figuras, aunque viejas en el acontecer nacional, comprometidas en el 95 por ciento con el Presidente electo Horacio Cartes, tras negociaciones del más bajo oportunismo que culminó con un “Acuerdo por Paraguay”, un listado de enunciados de difícil aplicación.

La cancha y la pelota las ha comprado el exitoso empresario que, de un confeso desinterés en la política, se ha convertido en sólo cuatro años en un actor activo, viraje que permite suponer que comenzó a prestarle atención a esa noble y tan prostituida actividad, recién cuando la consideró como otro objeto de alta rentabilidad financiera y hasta de escudo protector a su acosada figura, sindicada desde varios ángulos como prestanombres de capos mafiosos, contrabandista y narcotraficante.

Hábil en los cálculos, es evidente que Cartes se incrustó en la política aprovechando la ausencia en el país de un liderazgo político moderno y osado, por la incapacidad de renovación y corrupción de las cúpulas de los partidos, los sindicatos y las organizaciones campesinas y movimientos sociales, por el vacío de autoridad, suplantada por el autoritarismo y los abusos diversos de los tres poderes del Estado, y por la enajenación electorera de todas las fuerzas en pugna, aunque agónicas en el plano estratégico, por más que algo las diferencie a nivel de las intenciones.

La ambición personal por enriquecerse, y la búsqueda inocultable de impunidad por un alto número de los electos, a primado en las decisiones últimas de sectores que la angurria de cargos y de poder, los ha llevado a pactar, sepultando esperanzas ciudadanas, ideas progresistas factibles, promesas y, lo más grave, trayectorias militantes honrosas en algunos casos. Incluso entre incipientes articulaciones.

El escenario actual de la vida política en Paraguay presenta una acelerada decantación de personajes y sectores, y de sus móviles y objetivos, develando un posible beneficio moral para el pueblo si éste, desde sus bases que comienzan a organizarse, es capaz de capitalizar y revertir la desnudez de las farsas, actos calculados e intenciones egoístas al extremo, que están predominando entre las diferentes banderas partidarias.

El Partido Colorado, tras implosionar en el 2008, posibilitando el triunfo electoral de Fernando Lugo, está cubriendo momentáneamente su declive y goza, en este momento, de las mieles de una restauración mejorada por efecto de la implantación por Cartes de métodos empresariales modernos en la conducción del quehacer partidario, sin que ello signifique pertenencia ni lealtad de ninguna de las partes, como lo atestiguan varios conatos internos que el cortinado indiscreto no ha podido ocultar.

Esas diferencias las va manejando hasta ahora el presidente electo distribuyendo cargos entre sus correligionarios, aunque sin poder eliminar disconformidades, situación que, en cambio, lo muestra cómodo con los aliados liberales y los de última hora que, análisis ingenuos, consideraban opositores, cuando simplemente eran simples solicitantes de cargos y buenos salarios. Cartes ganó las elecciones del 21 de abril, sin programa ni carisma, aunque a caballo de una montaña de millones de dólares que enterraron toda clase de escrúpulos, pero también con inteligencia, y este detalle último, sin ser brillante, prosigue beneficiándose de la mediocridad, egoísmo y egocentrismo de la mayoría que se presentaban como adversarios y hasta enemigos ideológicos.

El hombre hizo un guiño a la ciudadanía democrática cuando visitó al ex Presidente Lugo en su domicilio, un gesto cargado de simbolismo que convocaba interpretación sin prejuicios, pues fue el primer intercambio político hecho público tras su triunfo. El retorno de Paraguay al MERCOSUR, donde está suspendido por efecto del quiebre institucional del 22 de junio del 2012, y el consiguiente ingreso de Venezuela como miembro pleno, habría sido la única discrepancia,  a tenor de algunos trascendidos.

Como es su estilo, ya conocido, de compartimentar sus pasos, Cartes nada dejó trascender, habilitando a algunos pocos de sus muchos servidores a difundir, a media voz, algunos de los puntos tratados, los cuales no serían distintos a los agendados en los contactos siguientes, en particular con el renunciante Presidente Liberal y Senador reelecto Blas Llano, enviando un claro mensaje de ninguneo a ese partido, al cual le impuso días después un pacto de “gobernabilidad”, dándoles algunas limosnas en ambas cámaras y en algunas comisiones, prometiendo cargos en otros órganos.

Otro guiño hizo días atrás, con intención de apaciguar a la ciudadanía consciente, dando muy poca importancia a la visita del “gurú” de la economía de sometimiento, el norteamericano Joffrey Sachs, quien fue contratado por el gobierno faccioso liberal para delinear la estrategia país que, finalmente, sólo se tradujo en la entrega de un memo a la prensa amiga para desatar un ataque masivo contra Brasil, coincidiendo con el movimiento popular insurgente que durante dos semanas sacudió a ese país.

Magro desempeño del cotizado experto de la derecha internacional, referencia de las recetas ultraliberales del FMI y otros monstruos genocidas, quien aprovechó bien la mente colonizada de sus contratantes para trasmitirles una partecita del dibujo elaborado por Estados Unidos contra la integración regional, en particular MERCOSUR y UNASUR, que tienen en Brasil su principal componente, atacándolo hipócrita y demagógicamente, por el abuso que desde hace 25 años comete contra Paraguay en la explotación energética de la represa binacional de Itaipú.

El 15 de agosto Cartes asumirá la Presidencia de Paraguay hasta el 2018, y lo hará en posición cómoda, corriendo casi en solitario a nivel de la superestructura del país, beneficiado por la profunda descomposición moral del grueso de las fuerzas que deberían combatirlo, pero revelando, sin embargo, una impericia sorprendente en la atención que, por mera conveniencia política, debió dedicarle a la ciudadanía, informándola con transparencia de sus planes. Esa omisión dejaría presumir que se avecinan días difíciles para los intereses, reclamos y esperanzas de la mayoría.

Por vías de la prensa golpista, algunos allegados a Cartes vienen aludiendo a la posible constitución del equipo presidencial, pero hasta ahora no hay ningún pronunciamiento concreto y visible del gran patrón, silencio que preocupa en vastos ámbitos del país, con relación, en particular a la política exterior y sus relaciones con los países vecinos, de los que Paraguay es extremadamente dependiente en el comercio fronterizo y en ciertos servicios, como la educación y la salud, con centenas de escolares y enfermos que, a diario, cruzan hacia Brasil y Argentina para estudiar y para ser atendidos.

Paraguay necesita retornar al MERCOSUR, y el tema constituye una piedra muy molesta en los zapatos de Cartes, porque por un lado es instigado por su amigo Estados Unidos para que no lo haga, 
sostenido por los editoriales de prensa soberbios e insultantes hacia los otros miembros del bloque regional y, por otro, el sentido común le aconseja hacerlo para evitar que su administración quede aislada.

La prueba de que el presidente electo está encontrando dificultades, que quizás no había imaginado, se evidencia en la postergación de la designación de los miembros de su futuro gabinete, apareciendo en la prensa algunos nombres nada recomendables si es que Cartes quiere contribuir a mejorar el clima de cooperación regional. Para la Cancillería, por ejemplo, suena Eladio Loizaga, un militante de la derecha radical, enemigo acérrimo de los gobiernos progresistas y, en especial, de Venezuela. Su candidatura en sí, es anticipo de una virtual declaración de guerra diplomática.

Todo ello se está dando, ante el apagón de algunos focos que, aunque débiles, habían logrado ilusionar a cierto número de ciudadanos, como fueron los casos del conglomerado Avanza País, encabezado por el comunicador Mario Ferreiro, el Partido Movimiento al Socialismo, de Camilo Soares, fracasado en su intento de ser Senador, el grupúsculo A-20, del Secretario de la Presidencia bajo Lugo, Miguel López Perito, que consiguió la Vicepresidencia de la Cámara Alta desde este uno de julio, y otras siglas más, todas firmantes del pacto de gobernabilidad.

En la vereda contraria, sólo han quedado el Frente Guasu y el Partido Democrático Progresista (PDP), el primero con cinco senadores y el segundo con tres, a los que se sumaría la banca del exFiscal Eduardo Petta, del Encuentro Nacional, discrepante con su extrema derecha, cuyo diputado electo, Hugo Rubín, firmó el pacto con Cartes.

El Frente, liderado por Lugo, dada su heterogeneidad e indefinición ideológica y de proyecto país, para nada garantiza unidad en sus decisiones, en momentos que se abre al mismo una excepcional oportunidad de contribuir al tan postergado  aglutinamiento de las fuerzas partidarias del cambio.

Esa misión histórica, que podría tener por delante, está condicionada, sin embargo, al cumplimiento de un esfuerzo autocrítico que abarque conductas personales y orgánicas, con limpieza moral de sus filas, y transparencia en su rendición de cuentas y actos, sin ocultar negociaciones, alimentando el indispensable debate democrático con amplia participación ciudadana que requiere la articulación de la mejor ciudadanía para constituir la fuerza capaz de transformar estructuralmente el país, trascendiendo la parálisis metodológica y conceptual del progresismo.

Timorato por confuso, el Frente activa hasta ahora impulsado por los hechos, incapaz de anticipárseles, tomando la iniciativa que necesita el país en la movilización popular  en temas sensibles como la política macroeconómica privatista, la evasión impositiva por las grandes fortunas, la corrupción parlamentaria, el transporte de pasajeros, la complicidad del Poder Judicial con la oligarquía, y los abusos del supermercadismo, de las corporaciones financieras y agroexportadoras transnacionales, entre otros males.

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