A partir de la propia realidad internacional, el machismo es analizado recorriendo el espinel de los “notables y famosos” en boga en la Argentina. Un comentario de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina y el repudio de Alex Freyre actualizaron la polémica: de la caballerosidad a la discriminación. En este informe un catálogo de machistas asumidos y mujeres que los sufren.
“En una cita, al acabar de comer, la chica nunca coge la cuenta y paga. Deja que pague él y después ella le da el dinero (…). Si no, herirías el orgullo masculino. A mí, por supuesto, me da igual. Yo no soy ningún machista. Pero a muchos hombres sí les importa”, afirma el protagonista de Baila, baila, baila –la última novela del japonés Haruki Murakami–. Y en esa simple tesis el personaje principal deja al descubierto un debate que, pese a los diferentes cambios socioculturales, todavía persiste. El machismo sucede en Oriente y en Occidente. En una hoja de ficción, en Cabildo y Juramento o en un estadio repleto de fans. ¿Pero cómo funciona el machismo hoy en día? Un grupo de artistas y comunicadores dan su punto de vista en relación a un tema que parece no agotarse.
La humorista Dalia Gutmann asegura que “el hombre entiende el poder de manera distinta. Y las minas somos distintas. Por eso no hay que buscar la igualdad sino respetar los derechos de cada género entendiendo las diferencias –que son muchas–. Buscamos cosas diferentes. Es como que yo me caliente con un stripper: y no… El que se calienta con el stripper es el hombre”. Y marca distancia: “El problema es cuando los hombres, en lugar de tratarte como un ser humano, te tratan como un objeto sexual. Es cierto que hay minas a las que les gusta, pero no debe estar bueno sentir que, como mujer, sos sólo eso. Nadie quiere ser sólo algo para garchar”.
El pasado sábado 15 de diciembre, Alex Freyre –integrante del primer matrimonio gay en América latina y militante por los derechos humanos– fue a ver el show de Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina en Boca Juniors. Pero el concierto con el que los españoles despidieron su tour “Dos pájaros contraatacan” no fue lo esperado. “Hablaron un rato largo como consumidores de prostitución y aclarando que no son gays. Horrible. Intolerable (…) Ambos se dedicaron a hablar de cómo Sabina canta para poder tocarles el culo a las mujeres (…) Sabina dice que Serrat, con su voz aterciopelada, hace que en su canción, ‘La Magdalena’ no parece ni puta; a lo que Serrat responde: ‘Lo que sucede es que con mi voz le cambié el precio, la he vuelto más jovencita’”, afirmó desde su cuenta de Twitter. El machismo les pega a todos. Incluso a aquellas figuras populares claramente queridas y veneradas.
Por otro lado, Coco Sily y Valeria Schapira coinciden en que el machismo pasó de moda. “Ser machista es antiguo, viejo. Un tipo machista es una persona insegura. No necesito decir piropos, me gusta sentarme con una mina y decirle todo sin dejar de ser caballero porque eso es lo que me enseñaron en mi casa”, dice el creador de La cátedra del macho. La periodista –quien recientemente publicó el libro Tengo 40, ¿y qué?– sentencia: “El hombre se vuelve más machista cuando una mujer es feminista. Pero los dos son demodé. Hay que separar el caballerismo del machismo. Hoy los mocosos creen que es lo mismo y por eso dejan de ser caballeros. A mí me encanta salir con un señor y que me pague todo, que me agasaje. Me gusta el juego de la seducción. Es más, prefiero que por la calle me digan una guasada a que no me digan nada. Eso sí, a veces también me gusta decirles cosas a mí porque se ponen nerviosos”. Sily retoma la palabra con su crudeza característica: “Con las feministas me llevo mal porque son bobas. Minas literales. Entienden todo desde la literalidad y no me caen bien”.
Una encuesta realizada por Ibarómetro en marzo de este año arrojó datos duros. El 63 por ciento de los consultados/as percibe un entorno cultural impregnado por el machismo, pero a su vez un 70 por ciento desea que las diferencias entre hombres y mujeres se superen. El hecho de que el país tenga a una mujer como presidenta no parece un dato menor. “Es un catalizador para terminar de acelerar otros procesos que venían manifestándose, como por ejemplo la violencia de género. Hubo un corrimiento de roles en la mujer y ambos tenemos que reacomodarnos. Una mujer con independencia económica es una mujer que elige estar al lado del hombre que quiere todos los días. Quizás el día de mañana las Barbies vengan con el ataché de ministra o la banda presidencial, roles que la mujer puede desarrollar”, asegura la actriz Esther Goris.