APORTES PARA EL DEBATE SOBRE UNA POLÍTICA DE COMUNICACIÓN

 
Por Red de Comunicadores del MERCOSUR   ***


Para comenzar un debate y  plantear propuestas sobre el tema de la necesidad de una política de Comunicación del campo nacional y popular parece necesario  detenernos primero en algunas cuestiones conceptuales para encuadrar las posteriores reflexiones.
Observamos entonces como una innumerable cantidad de dirigentes políticos, sociales, sindicales e inclusive comunicadores y periodistas confunden la comunicación con la prensa.

Hoy, a la luz de la experiencia colectiva y del desarrollo de la tecnología en por parte de las grandes corporaciones ya no deberían quedar dudas que la Comunicación es constitutiva de lo Político, no una oficina cuyo rol es difundir simplemente lo que él mismo genera o desea transmitir.

Por lo tanto forma parte del Poder y tiene connotaciones ideológicas.
 
Una política de Comunicación nacida desde el Estado tiene que contemplar una multiplicidad de aspectos y no sólo estar dirigida a los propios medios estatales sino que avance en contemplar la variedad y riqueza de las organizaciones y medios a lo largo y ancho del país. Es decir, debe tener territorialidad, no pensarse y ejecutarse para la ciudad Autónoma de Buenos Aires, el conurbano y en particular, para los medios y productoras que allí confluyen.
 
El segundo elemento es que hay que definir los temas/contenidos estratégicos,  los importantes y los urgentes y esto adquiere relevancia cuando los acontecimientos se precipitan o se efectivizan anuncios. A partir de allí, la formulación y utilización de las herramientas comunicacionales más adecuadas  para la instalación o difusión de cada tema.

Puntualizar  esto le da a lo comunicacional otra perspectiva porque además de lo inmediato trabajará los conceptos, e ideas que se piensan instrumentar en proyectos de ley, iniciativas populares, propuestas gubernamentales o de las propias organizaciones: los de corto, mediano y largo plazo.
Esto está en  directa relación con  la forma de construcción política que se defina. ¿Será cerrada o dirigida a la formulación de consensos y  la participación de la multiplicidad de actores intereses, y objetivos de diversos ámbitos, no sólo del plano partidario o de los grupos económicos?
Debe reconocerse –a priori- el profundo desconocimiento que la población tiene de una innumerable cantidad de conceptos/elementos y de la tergiversación que los grandes multimedios han hecho de alguno de ellos o directamente silenciaron.
Nadie defiende lo que no conoce. En consecuencia, hay un rol insustituible del Estado que en la actualidad es una carencia alarmante.
Aquí aparece lo que algunos señalan cuando se plantean expresiones como: privatización, soberanía alimentaria, triangulaciones de granos, etc, para poner un ejemplo cercano, pero podríamos relatar viejas y nuevas decisiones donde se da por implícito que un conjunto general de la población conoce y maneja terminologías que luego en la práctica se observa que no es así.

La otra cuestión operativa  – en donde se vuelven a repetir equivocaciones- es hacer un anuncio, generalmente por el titular del Ejecutivo vía conferencia de prensa y se comenta la noticia en distintos programas, sitios y redes ese día y siguiente, pero no hay una progresividad de la instalación de la noticia. Recordar, entonces, que en todo acto humano individual o colectivo hay un antes, un durante y un después. Parecería dársele una importancia superlativa al Hoy desconociendo los otros dos momentos. Entender la comunicación y el traslado de la información como un Proceso es vertebral en una política en esta materia.

El otro ítem a tener en cuenta,  remite a una deformación y es aquella que le otorga, al respuestismo informativo, el carácter de casi toda la estrategia. Salimos día por día  a contestar lo que dicen y hacen los sectores de poder, cayendo en el juego donde ellos son más fuertes y cuentan con las herramientas y los recursos para sostener esa perspectiva indefinidamente.

Aquí las redes nos atrapan, nos envuelven y gastamos tiempo y esfuerzo siendo absolutamente funcionales a lo que la derecha prefiere: muy cerca de nuestros egos, muy lejos del pueblo, de las organizaciones, del oído atento a lo que dicen los trabajadores y trabajadoras, vecinos, organizaciones de base e intermedias. Prevalece nuevamente la bajada de línea como militancia comunicacional, la puteada, el desahogo, la catarsis que nos devuelve siempre el mismo espejo: nosotros mismos.
 
El entender e implementar otro modelo de comunicación implica revisar las actuales estructuras, herramientas y medios que el Estado posee y crear dentro y fuera del mismo, espacios que permitan fortalecer la estrategia general. Presupone también, poner sobre la mesa la cantidad y direccionalidad de los recursos que se asignan y detentan para esta tarea.
Hay una mirada indispensable de interior al puerto y de abajo hacia arriba que no es retórica, sino conforma una percepción distinta, un pararse diferente frente a los hechos que suceden.

Es decir no se trata de armar un combo con lo que ya está sino redefinir áreas, y estructuras en el cuál tendrán que aparecer los emergentes y referentes que la realidad está demarcando. Temáticas vertebrales que deben dejar de ser enunciados para constituirse en espacios institucionales que le den otro volumen a la información que producimos: el interior, pueblos originarios, diversidad, lo sindical,  el mundo rural, mutualidad y cooperativismo, nuevas tecnologías pero también soberanía tecnológica, capacitación, etc., sin pretender que estos son los únicos ni puestos en orden de jerarquía.

Todos estos criterios y propuestas deben converger en la elaboración de una Agenda propia del campo nacional y popular, que necesitará dotarse de un elemento que hoy constituye una carencia central: la falta de coordinación.
 
Tenemos un enorme potencial humano, de fierros comunicacionales, de producciones realizadas, de actividades emprendidas que dan cuenta de las posibilidades de desarrollo en la medida que articulemos todos estos aspectos.
En los territorios se han configurado experiencias  de mutuales y cooperativas, sindicales, de medios comunitarios, de universidades nacionales, de redes regionales, del movimiento campesino y organizaciones de base de distintas características. Si bien el nivel de dispersión sigue siendo una dificultad, el común denominador es tener a la mujer y al hombre que trabaja o busca trabajo, que se reúne alrededor de cuestiones básicas como el hambre, la salud, la cultura, entre otras cosas y constituyen herramientas (boletines, periódicos, acciones en redes, pintadas, manifestaciones colectivas, etc.) donde el protagonismo popular es un vertebrador de la práctica social y política.

Por tanto, es clave formular un plan de formación política de comunicadores en lo conceptual y lo técnico.

A partir de este marco general incorporemos el debate sobre  la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, ni demos pérdida la batalla, ni la presentemos como el único estandarte sobre el cual se deben ir acomodando los demás ítems de discusión. Hay una enseñanza en la gestación, la lucha y hasta en las decisiones que sobre ella tomó el macrismo, que merecen ser motivo de evaluación y aprendizaje. Sobre lo realizado vayamos por una nueva y actualizada legislación.
 
El impulso de una Política de Comunicación desde el Estado que incorpore estas y otras visiones  serán también un hecho que ayude a avanzar en el camino hacia un cambio en la correlación de fuerzas hoy existente.
 

Patria Grande, 22 de Junio de 2020.-

 

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