EL PESO DE LA HISTORIA: LA IDENTIDAD

 

Por Jorge Rachid ***

El país ha regado de sangre sus ansias emancipadoras en el siglo XlX, tuvimos héroes y villanos, aun así construimos, una historia, constituimos un pueblo, somos una conciencia americana en marcha, que está siendo atacada, sometida y con pretensión de enterrarla. Son los planes estratégicos del Imperio global que hegemoniza la información y el poder financiero, imponiendo patrones de conducta social.


Hay conceptos y palabras que han desaparecido del léxico habitual de la política y los medios y por lo tanto dejan de ser usados o convocados por los compatriotas y las nuevas generaciones. Términos como Liberación Nacional, patriotismo, soberanía y muchos otros, fueron echados al campo del olvido.

Esos conceptos que otrora ocupaban espacios simbólicos importantes en las utopías y esperanzas del pueblo argentino, su juventud y la militancia, no fueron cayendo en desuso por obra de dejar de ser convocantes a la conciencia de los argentinos, sino por acción del enemigo.

Se preguntará el lector de que enemigo hablamos, cuando estamos describiendo “sólo palabras”. Es que las palabras crean, amplían, construyen espacios en la memoria colectiva de los pueblos, convocan a defensas épicas sobre valores intangibles, que el neoliberalismo cultural dominante, pretende desalojar desde hace 40 largo años.

Nos preguntamos que palabras habrá empleado Belgrano para producir uno de los mayores episodios épicos de nuestra historia como el Éxodo Jujeño y pienso que no habrá sido bajo la bandera de la “competitividad”, sino de dejar tierra arrasada al enemigo, para evitar su aprovisionamiento guerrero.

Cuando San Martín reúne a los caciques de los pueblos originarios a la Consulta-Mendoza, lo hizo convocando a una guerra de Liberación contra el español colonial. Cuando en palabras nos deja su legado: “algún día la historia escribirá, que esta guerra por la Patria, la libraron lo negros libertos, los pueblos originarios y los criollos de ley, porque los dueños de las propiedades, prefirieron mandar a sus peonadas al ejército, antes que enviar sus hijos a luchar por la Patria”. Héroes y traidores en todas las épocas.

Los radicales  de Alem e Irigoyen, la Revolución del Parque, los trabajadores de los Talleres Vasena, de la Patagonia Trágica, de los quebrachales chaqueños, los peronistas del 17 de octubre y la Resistencia, las juventudes combativas a todas las dictaduras, nunca lo hicieron para “volver al mundo”, ni para “mantener el equilibrio fiscal”, ni para comprar una radio, televisor o un celular al día de hoy. Fueron valores y principios patrióticos que con aciertos y errores, permitieron en cada etapa histórica recuperar identidad.

El país ha regado de sangre sus ansias emancipadoras en el siglo XlX, tuvimos héroes y villanos, aun así construimos, una historia, constituimos un pueblo, somos una conciencia americana en marcha, que está siendo atacada, sometida y con pretensión de enterrarla. Son los planes estratégicos del Imperio global que hegemoniza la información y el poder financiero, imponiendo patrones de conducta social.

Por eso desaparecen las palabras que pueden convocar al destino común, a las construcciones colectivas de un idearios de sociedad solidaria, que pueda hacernos fuertes en la defensa de la paz, la inclusión y la Justicia Social, generando poder popular para instalar la Independencia Económica y la Soberanía Política. Liberación Nacional es eso, peronismo en acción.

La batalla cultural se da en este campo que parece reservado a los intelectuales. Error. Error mayúsculo creer que quienes son intelectuales pueden reinstalar estos conceptos, que sólo logran ser visibles en la lucha, en especial en un período de Resistencia Popular como el que estamos atravesando ahora con un gobierno neoliberal, cipayo, entreguista y colonialista como el que soportamos estoicamente en democracia, pero enfrentamos en la calle movilizando.

Entonces será tiempo de elaboración de consignas como Patria o Colonia que nunca perdieron vigencia por ser estratégicas, porque nos define como Nación y como pueblo, desde el fondo de nuestra propia historia, arrebatada por los vencedores de Caseros, del 55, 66 y 76, ahora recreada por esta nueva imposición imperial llamada neoliberalismo, que define acabadamente al mismo, como el cáncer del liberalismo, que aunque igual de capitalista preservaba libertades. Este combate perpetuo, que a veces entristece por su dura realidad sobre el pueblo, nos fortalece en las convicciones de nuestra propia historia. Más temprano que tarde la causa del pueblo vencerá.

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