CUANDO SE DELEGA LA FRUSTRACIÓN



por Sergio Faletto

Los referentes del deporte argentino, según los resultados, son convertidos en héroes y villanos por un sector de la sociedad que convive con la idea de que el problema siempre es el otro

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Cachito Vigil le dijo a Ovación: «Hay que ser sinceros. ¿Discutimos para tener razón o para tener mejores ideas y expandirnos? No es el vehículo discutir para tener razón. Me pregunto: ¿qué nos está faltando personal y colectivamente para tener tanta necesidad de tener razón? Cuando eso ocurre el problema no es el otro, el problema sos vos«.
No hay dudas de que la sociedad argentina de un tiempo a esta parte está estancada en un estado de confrontación en el que se pugna por imponer un pensamiento sobre otro, lejos de construir un ámbito deliberativo para converger en conclusiones que mejoren la matriz del país.
En este contexto, todo transcurre en el confortable pensamiento crítico donde el problema es el otro. No dejando ni siquiera el mínimo resquicio para considerar que la equivocación puede habitar en la rapidez de juzgar sin siquiera evaluar si el inconveniente no habita en uno mismo. Y en esto el periodismo no está exento.
Esta patología es obscenamente visible en cuestiones políticas y deportivas, porque las pasiones se exacerban hasta llegar al hábitat del fanatismo, allí donde la razón pierde por goleada.
En este vaivén de opiniones urgentes donde las sentencias se disparan sin reflexión existe una marcada tendencia de delegar en determinadas individualidades la responsabilidad de conseguir un éxito para todos, aunque todos nada hagan para ayudar a esa conquista. Y en caso de que ese logro no se obtenga, adjudicarle toda la culpa al personaje en cuestión.

Claro que este singular comportamiento social siempre se queda con el derecho de sentenciar la suerte de ese deportista y como si fuera Nerón lo decide con el pulgar para arriba o para abajo. No obstante menos mal que en la actualidad los «culpables» de las frustraciones colectivas no pagan con su vida como sí lo hacían los guerreros romanos, porque las condenas sociales hoy mutan a reverencias y homenajes cuando el resultado es positivo. Y nutre esa pretenciosa creencia de «ser los mejores del mundo».

Así Diego Maradona pasó de héroe a despreciable para esa masa crítica y voluble habitada por los sicarios mutantes que pululan en la impunidad de las redes sociales.

Idéntico proceder adoptan cuando se trata de evaluar a Lionel Messi, a quien ubican alternativamente en el cielo o en el infierno según el desempeño que alcance con la camiseta de la selección argentina.
Ahora otra vez este comportamiento execrable asoma oportunista tras el descenso del equipo argentino en Copa Davis, a un año de haber obtenido al fin la Ensaladera de Plata, un logro durante tanto tiempo añorado.
Y paradójicamente, Juan Martín Del Potro, el mismo que este sector de masas elevó hasta lo más alto por haber sido artífice de aquella conquista en la Davis y al que recientemente lo llenó de elogios por sus resonantes victorias en el US Open, ahora es condenado de nuevo al ostracismo del desamor por no haber integrado el equipo de Orsanic.

Un hecho reiterado en la historia contemporánea del deporte, donde un sector de la sociedad delega en los más destacados la responsabilidad de «ser los patriotas» de un país donde el patriotismo se conjuga en términos relativos. Ya que los reales valores de ese concepto están más vinculados a otras cuestiones que sí hacen a la necesaria transformación de un país.
Cachito Vigil tiene razón: «Hay un paradigma de que si lo lográs, sos, y si no lo lográs, no sos. Y ese paradigma destruye a todos».

Diego nunca quiso ser ejemplo

Diego Maradona, quien jugó pese a las lesiones y golpes, siempre es utilizado para ejemplificar la actitud que hoy muchos pretenden de los jugadores de la selección. Pero también es defenestrado por sus polémicas declaraciones. No obstante, Diego se encargó en más de
una ocasión de fijar su posición: «Yo siempre sólo quise jugar al fútbol y darle alegría a la gente, nunca pretendí ser ejemplo para nadie».

​http://www.lacapital.com.ar/ovacion/cuando-se-delega-la-frustracion-n1472380.html​

 

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