ALERTA EN EL GOBIERNO, CAE EN LAS ENCUESTAS Y SE ACERCA UN MARZO COMBATIVO



por Alejandro Mosquera

Las alertas del gobierno están en amarillo. El diario oficialista Clarín publicó encuestas que verifican la baja en las opiniones positivas y crecimiento de las negativas hacia el Presidente. Más allá del impacto de los números lo más importante es la tendencia a la baja que se mantiene desde el año pasado en todas las encuestadoras.

Estas nuevas mediciones se hicieron previo a los anuncios sobre los aumentos de la luz, aunque el impacto de las facturas será recién en marzo. Y es aquí donde queremos concentrarnos. Ese mes impactara en los bolsillos de los trabajadores y la clase media dado tanto por las facturas de los servicios públicos, una inflación que no cede como se anunciaba, el impacto en la canasta escolar, en la percepción practica del fin del fútbol para todos y volver a la privatización del mismo y los costos que eso implica para los que quieran gozar de los partidos por TV, el techo a las partirías por debajo de la inflación real, tanto la del 2016 como la previsión 2017.

El escenario político y social se presenta duro para el oficialismo. Movilización el 7 de marzo de los trabajadores de la industria acompañados por la  CGT, convocatoria de un paro nacional para fin de marzo, lucha de los docentes contra el techo en las paritarias que funcionan siempre como gremio testigo para otros sindicatos especialmente estatales, movilización del 24 de marzo recargada por las explicitas políticas de olvido, impunidad y de desandar el camino de memoria, verdad y justicia por parte del gobierno de Cambiemos.

La estrategia gubernamental hacia las elecciones parecería estar centrada en tratar de activar otra agenda, especialmente de seguridad y demagogia punitiva, para tratar de que la discusión hacia el momento del sufragio no se concentre en la situación económica tan difícil que se vive producto de las políticas de ajuste y de recesión programada en base a objetivos y metas inflacionarias que se propusieron.  Sin embargo, marzo puede hacer trastabillar toda la maniobra.

El segundo capítulo de esa estrategia es justificar los desastres que producen sus políticas aduciendo la herencia recibida.
Sin embargo, suena a un instrumento muy gastado en todo el año que paso, y donde ya no logra la credibilidad suficiente. En todo caso está pensada para frenar el drenaje de votos propios que se consiguieron por su antikirchnerismo y antiperonismo.  Los propios funcionarios dejan correr hacia el periodismo que ellos prefieren competir y polarizar con Cristina Fernández de Kirchner. Eso sí, con una CFK perseguida por los jueces adictos, y aislada, sustentada solo por el kirchnerismo de las agrupaciones más cercanas. “No sea cosa que nos gane” dicen como asumiendo que es una politica de riesgo.  Quieren cooptar una parte del voto de Massa, pero no desean que se debilite demasiado  para no engrosar al peronismo que sospecha que puede alinearse con la ex-presidenta. Así la estrategia real es la de generar la mayor división posible de la oferta electoral, sostienen que si lo logran aunque ellos pierdan votos, ganarían la elección.

El malestar social se extiende. Y marzo puede ser un mes clave que bañe todo el año, y a solo seis meses del comienzo del proceso electoral.

El gremialismo cegetista si bien lanzó la idea del paro nacional, lo plantea a más de 50 días, es en realidad una convocatoria al gobierno para encontrar nuevas bases para un acuerdo y así evitar la acción de protesta. Los sectores combativos intentaran convertirlo en un plan de lucha y que se efectivice el paro, pero los antecedentes de la central, su forma opaca y colaboracionista de estos meses de políticas neoliberales no lo hacen una tarea fácil.

Desde el gobierno les responden que no tienen más dinero para dar ni para repartir. Que hay que achicar el gasto porque no va a alcanzar ni siquiera con el tremendo endeudamiento que han realizado. Eso si van a concentrar los recursos en la provincia de Buenos aires, en sus municipios (los oficialistas, sobre todo) tanto en obra pública como para la campaña electoral. Creen que pueden sostener la imagen de Vidal, convirtiéndola en una leyenda sobre que la “gente la apoya” aun cuando Macri baje en la consideración publica, están convencidos que los medios hegemónicos acompañan esta simulación.

El gobierno y sus ministros pueden ser o parecer malos gestores de la cosa pública, tienen una política y programa que lo pueden implementar según correlaciones de fuerza y la magnitud de la resistencia popular, pero es peligroso subestimarlos.

Derrotar a los neoliberales necesita de mucha inteligencia y política para hacerlo posible. Entre ellas la capacidad de crear puentes dentro del movimiento nacional y popular para generar las condiciones de un Frente amplio, que sea capaz de convocar a una nueva mayoría. Hay que romper la trampa divisionista y aislacionista del poder. Van creciendo las voces en este sentido tanto desde el peronismo, el kirchnerismo, a la cual se suman voces -cada vez más escuchadas- como la del Manifiesto Argentino que plantean la necesidad de una Ideario Nacional un rumbo claro de transformaciones y una amplitud política y social en la concreción de una Confluencia Nacional y Popular.

Está claro para todos los actores (oficialistas, cuasi-oficialistas y opositores) que una derrota del gobierno abrirá una nueva etapa difícil de prever en toda su dimensión. Que incidirá en toda la región y podrá estimular la recuperación de las fuerzas que en esta década que paso crearon una de las etapas más ricas de Latinoamérica en cuanta a las políticas de igualdad, de expansión de derechos y soberanía.

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