PROYECTO DE REORGANIZACIÓN, CONVERTIBILIDAD Y CAMBIEMOS



Por Juan Ignacio López

Los autores y ejecutores del proyecto neoliberal impuesto por la dictadura cívico militar de 1976 no repararon en límites para cambiar el país del que se apoderaron. Con otro modos volvieron con la convertibilidad y después de más de una década, regresaron con Cambiemos
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El neoliberalismo se convirtió en política de Estado durante la última dictadura cívico-militar poniendo fin a un modo de organización social que prevaleció a lo largo de treinta años. Desde la llegada de Perón en 1945 y hasta 1976, con avances y retrocesos, la sociedad argentina se organizó en torno a un proyecto de industrialización y desarrollo que tuvo por resultado y condición la creación de una cultura del trabajo. Con sus limitaciones y problemas típicos del desarrollo, el proyecto de industrialización por sustitución de importaciones avanzó en la conformación de una sociedad industrial, con sindicatos organizados, una burguesía nacional anclada en el territorio argentino, obreros con conciencia propia y un Estado benefactor que coordinó ese proyecto de desarrollo.

El proyecto neoliberal del 76 destruyó la sociedad nacional precedente. Sus autores y ejecutores no repararon en límites para cambiar el país del que se apoderaron en aquella oportunidad por un golpe de Estado. Dispuestos a todo, ejecutaron un plan de represión, asesinatos, desaparición y apropiación de niños que golpeó principalmente a trabajadores, líderes sindicales y militantes políticos. La cúpula económica y empresarial que organizó y dirigió el gobierno militar una política económica dirigida a fugar capitales para lo cual necesitó destruir el aparato productivo y endeudar al Estado. Ese proyecto neoliberal condujo el “golpe de mercado” del 89, retomó la conducción del Estado durante la década del 90 y vuelve de nuevo mostrándose, sin pudor alguno, en los primeros meses del gobierno de Macri.

LIBERALIZACIÓN COMERCIAL

Las primeras medidas estuvieron dirigidas a disciplinar a los trabajadores con la política de despidos, que sigue en curso, y a reducir al sector manufacturero nacional mediante la quita de protección arancelaria a la producción local lo que hace posible que las importaciones desplacen al trabajo argentino. Las decisiones en materia de apertura comercial fueron reforzadas con quita de los regímenes de promoción y subsidios a la producción industrial.

Lo mismo sucedió en los inicios de los años 90 y ocurre ahora cuando con discursos sobre la eficiencia y en contra de la inflación se procedió a atacar, nuevamente, a la industria doméstica con una baja indiscriminada de aranceles en múltiples sectores.
A esa decisión se suman los acuerdos suscriptos con Estados Unidos que establecen la apertura comercial irrestricta y amplían la defensa de la propiedad intelectual y el acceso a los mercados, política que beneficiará al país con mayor mercado y escala económica, características que no se dan en nuestro país. A esa concesión se sumó el compromiso del gobierno argentino de enviar al Congreso para su ratificación el Acuerdo de Facilitación del Comercio aprobado por la Organización Mundial de Comercio en 2013.

LIBERALIZACIÓN FINANCIERA

La acumulación financiera es el eje neurálgico del crecimiento en el modelo neoliberal. Por ello, su regreso como política de Estado demandaba reformas profundas en el sistema financiero para dar “credibilidad” y “confianza” a los inversores que quieran colocar sus capitales en nuestro país. Para ello, Cambiemos unificó el tipo de cambio y eliminó los controles que limitaban la libre movilidad de capitales que hacen posible la propagación de la especulación financiera y la fuga de capitales.

Luego de la reforma financiera de 1978 que organizó el sistema para endeudar al Estado y fugar capitales, vino la Convertibilidad de la mano del Consenso de Washington que estableció la concesión de mayores libertades al capital financiero internacional. Las facilidades a los organismos multilaterales de crédito y a la banca internacional permitieron que Argentina fuese ejemplo mundial en materia de liberalización financiera.

DESPROTECCIÓN DEL TRABAJO


Otro denominador común en los proyectos neoliberales es el ataque constante contra los trabajadores y sus instituciones.
En los setenta no fue sólo la represión y desaparición de trabajadores y dirigentes sindicales. También la fue la suspensión de paritarias, la destrucción de puestos de trabajo, la caída del salario real y la desorganización del movimiento obrero.

En los 90 la historia fue similar.
Con nuevas regulaciones y concesiones al empleador, se facilitaron los despidos y la tercerización de actividades al tiempo que los trabajadores perdían salarios y puestos de trabajo. El aumento de la informalidad, la precarización y los múltiples avances por más flexibilidad laboral son el signo distintivo de esos años.

ENDEUDAMIENTO

El rasgo distintivo del proyecto neoliberal es la utilización de la deuda como instrumento para lograr dos fines. El primero es dar estabilidad y viabilidad a un modelo económico con profundos desbalances, y el segundo, condicionar la política pública a favor de los acreedores internacionales. Mientras los gobiernos populares se caracterizan por el desendeudamiento, los gobiernos neoliberales procuran aumentarlo para quitar soberanía y dar mayores concesiones a las finanzas globales.

DESTRUCCIÓN DEL ESTADO DE BIENESTAR

Ante la supuesta inviabilidad del Estado Benefactor plantea un retorno al Estado liberal que como tal, sólo debe dedicarse a tareas de seguridad, protección de la propiedad y monitoreo de los sectores populares. Tanto el gobierno de facto de 1976 como el del plan de convertibilidad avanzaron en la destrucción de las regulaciones y las prestaciones propias del estado benefactor, poniéndole fin a las intervenciones en la economía estatales en la privatización mediante la privatización de empresas públicas.

Los resultados de cada gobierno neoliberal y sus programas de políticas económicas han sido siempre los mismos: (1) reprimarización de la economía, (2) desindustrialización del aparato productivo, (3) crecimiento de la desigualdad, la pobreza y el desempleo, y (4) desarticulación y debilitamiento del Estado.

El macrismo llega hoy como un nuevo episodio del proyecto neoliberal en nuestro país.
No se disimula entonces que los lineamientos sean los mismos. Apertura comercial con la suspensión de las DJAI, el retorno de las licencias automáticas y el nuevo sistema de monitoreo de importaciones; liberalización financiera con la quita de controles a los capitales internacionales, y a las regulaciones para fugar dinero mediante la adquisición de moneda extranjera; desprotección de trabajo con despidos sistemáticos desde el Estado; una vuelta al endeudamiento con la banca internacional acordando con los fondos buitres; y el desmantelamiento de la intervención del Estado en la economía.

Para los que grupos económicos concentrados la llegada del neoliberalismo en el 76 se llamó proceso de reorganización nacional. Y no por nada se dieron esas palabras. Se quería reorganizar la nación, literalmente, para que aquellos que siempre ganaron hasta la llegada de Perón, volvieran a ser los privilegiados de un modelo económico al servicio de la desigualdad y la exclusión. Etimológicamente, Cambiemos es el nombre marketinero que designa la reedición de las políticas aplicadas desde 1976 hasta 1983 y durante la década del 90. Es, en los hechos, cambiar un proyecto de desarrollo industrial basado en el crecimiento económico con inclusión social, por un proyecto para las minorías que concentran el poder económico y la facultad de disponer de las fuentes de trabajo y de la distribución del ingreso. De tener la facultad de decidir cuánto trabajo y qué porción del ingreso les corresponderá a los asalariados y a pequeñas y medianas empresas.

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