CUATRO AÑOS


Por Silvia Torres
No es lo mismo aceptar el arreglo con los buitres, con su nefasta implicancia de ilimitado endeudamiento, como aspira el macrismo, que no hacerlo y atenerse a las consecuencias de un ajuste despiadado. En este último, caso hay que tener en cuenta que, cuatro años, pasan mucho más rápidamente que enterrar el destino de la Patria, por generaciones.

mauricio-macri-patrimonio_0Endeudamiento o ajuste, es la disyuntiva que pesa sobre la cabeza de los argentinos desde el momento en que el gobierno de Mauricio Macri puso como condición indispensable para la continuidad institucional el arreglo con los fondos buitres, un 7 % del total de la deuda de la Argentina entrada en default en el 2001 y que Néstor y Cristina lograron negociar en condiciones altamente favorables, en el 2004 y en el 2008.

Ni bien asumidos el gobierno, el ultra neoliberalismo de Cambiemos se lanzó a la búsqueda de un arreglo con los holdouts que litigaron en NY, que contaban con sentencia favorable en ese distrito, para cobrar intereses leoninos de una deuda comprada luego del default y que el gobierno anterior se resistió a aceptar en esas condiciones.

La alianza gobernante macrista-radical, alcanzó acuerdos cuya validez depende del Parlamento nacional, en donde buscan se deroguen la ley Cerrojo y la de Pago Soberano, que le impiden al país realizar pagos distintos a los pactados con el 93 % de los tenedores que aceptaron los canjes mencionados. Para ello, lograron que 16 legisladores que ingresaron por el FpV abandonen el bloque y formen uno independiente y también, alcanzaron acuerdos con los massistas, maniobras sobradamente sospechadas de corrupción –aunque no aparezca ningún juez/fiscal dispuesto a investigar-, recelo que también le cabría al alcanzado en los EEUU, conforme los antecedentes de similares negociaciones en el pasado reciente y por las cuales Federico Sturzenegger, el actual presidente del Banco Central, está procesado por las millonarias coimas que se cree circularon con motivo del megacanje, concretado en tiempos de Cavallo-De la Rúa.

La espada de Damocles que pesa sobre la cabeza de los argentinos es que si no se arregla con los buitres, no hay “financiamiento” externo para nada. O sea, que se paga y se endeuda por cifras hiper millonarias, con plazos de acá a 20/30 años, o se viene “el ajuste en serio”, tal como afirmó uno de los primeros actores de esta comedia de terror, el ministro de Hacienda -con antecedentes de fugador de divisas-, Adolfo Prat Gay, mientras que el presidente Macri se puso al frente de la militancia a favor de aprobar el acuerdo, como la condición indispensable para que los argentinos puedan seguir respirando, o algo por el estilo.

Pero lo cierto, lo verdaderamente importante en las horas que corren es que los argentinos no pueden volver a tropezar con la misma piedra de hace pocos años atrás, cuando el endeudamiento fue una bola de nieve que terminó sepultando a la gran mayoría, con un 28 % de desocupados, un 56 % de pobres y un 18 % de indigentes. En tanto el festín de dólares dulces servía para que unos pocos se enriquecieran vilmente –incluidos los funcionarios que hoy vuelven a manejar el Estado-, favorecidos por la estatización de las deudas privadas, las sucesivas negociaciones para financiar el endeudamiento y el riego de comisiones sobre sus bolsillos.

Si el macrismo-radicalismo-peronismo conservador tienen como únicas alternativas endeudamiento o ajuste, los argentinos debemos hacernos cargo de que somos los responsables de haber votado, de haber elegido este gobierno y por lo tanto, ¡debemos aguantar las consecuencias del “ajuste en serio” o del ajuste en broma, como el que parece que están aplicando hasta ahora! Y jamás volver a comprometer el bienestar y la dignidad de las generaciones futuras. No permitir que se hipotequen las posibilidades de salud, de educación, de trabajo y salarios dignos, de desarrollo humano integral de nuestros hijos, de nuestros nietos y de nuestros bisnietos.

Argentinos: Cuatro años, ¡pasan volando!

 

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