LO QUE ESTÁ EN JUEGO

 
Por Silvia Torres

En las elecciones del 25 de octubre es mucho lo que se pone en juego para el futuro de los misioneros y de los argentinos. Dos proyectos de Estado, con dos claros modelos que oponen objetivos, metas, destino de las inversiones y distribución de la riqueza.

chori1Por ser tan importante y trascendente para la vida de los misioneros y argentinos lo que se pone en juego en las próximas elecciones, es que cobra considerable magnitud la responsabilidad de los ciudadanos para decidir su voto, con vista a optar por uno de los dos modelos que pugnan en las próximas elecciones, aunque hay más de dos candidatos para conducir el Estado nacional y provincial.

Este detalle, no menor por cierto, la presencia de más de dos candidatos a ocupar la primera magistratura de la Nación y de la provincia, no implica que no estén en juego dos proyectos de Estado, con dos claros modelos de administración y gestión con objetivos y metas muy diferentes y, sobre todo, fundados en qué destino tendrán las inversiones y cómo será la distribución de la riqueza. El campo popular, nacional y democrático, –localmente, en su versión misionerista-, consolidó su posición electoral a través de la conformación de un frente, que aglutina a todos los sectores sociales para sumar voluntades y contrarrestar el poderío económico de las corporaciones, que tienen en el neoliberalismo su propuesta política y que se expresa en más de un candidato, con sus respectivas listas de legisladores.

Es una cuestión que trasciende lo meramente electoral para alcanzar la dimensión mayor del verdadero y trascendente sentido de la Democracia, ese que exige y permite que la voluntad soberana del pueblo se exprese en la acción futura de sus gobernantes. Los argentinos y los misioneros transitaron los años de democracia desde 1983 viendo cómo se dilapidaban sus sueños y las expectativas de una vida digna, impidiendo la realización personal y la del conjunto de la comunidad. Vieron cómo se manipulaba el discurso de la campaña electoral con promesas jamás cumplidas y se bastardeaban las normas esenciales y sustanciales de la política. Comprobaron que la hipocresía del poder económico había banalizado hasta la emisión de la palabra y convertido a los medios de comunicación, en herramientas al exclusivo servicio de burdas operaciones de prensa, de mentiras y de manipulación de la realidad. El pueblo era así la víctima de la falacia de los políticos –a la sazón, también lacayos de las corporaciones- y el “que se vayan todos” fue la dramática culminación de aquel ignominioso proceso.

Aquellos años, que están a la vuelta de apenas una página de la Historia, pugnan por volver. En algunos casos, con figuras investidas de una pátina peronista, de aquellos que portan el calificativo –como lo hicieron tantos otros-, creyendo que con el calificativo alcanza; de otros que decidieron optar por el rumbo de la socialdemocracia, que acuñó el término “progresista”, algo así como ser de izquierda pero no mezclarse con la runfla popular y, finalmente, otros que, acostumbrados a ser los niños mimados de las elites y provenir de esa cuna, no se preocuparon demasiado por definirse con identidad pseudo popular, sino que descarnadamente representan un engendro decimonónico de la política: el liberalismo conservador. Ese que movió históricamente los hilos del poder en la Argentina.

Este es el panorama que se presenta en la provincia y en el país, con vistas a las próximas elecciones. Los intereses en juego son tan grandes que no cejan las operaciones destituyentes del establishment, ese poderoso sector social que ya no aguanta con no llevarse todo para sí; que no soporta que las inversiones del Estado sean para generar infraestructura, industrias, trabajo y consumo, en vez de convertirse en los codiciados verdes para engordar sus bolsillos, rumbo a sus cuentas ilegales en el exterior; no puede permitir que el país siga ordenando su estructura financiera, cobrando impuestos, endeudándose exclusivamente para invertir en lo que le sirve a todos y haya desterrado la timba financiera; se desespera porque millones de “choripanes” en forma de jubilaciones, becas, asignaciones para niños y embarazadas; créditos para pymes, emprendedores y chacareros; con la construcción movilizando toda la cadena productiva gracias al Procrear; de consumo récord en todos los sectores sociales, etc. etc. Choripanes que son la base de sustentación del modelo vigente.

Desesperan por éstos y por tantos hechos más a los que calificaron despectivamente como choripanes y desesperan, también, porque todos los ciudadanos ya saben que el neoliberalismo que anida en la oposición adhiere al modelo del choripán de lujo, o sea el negocio millonario para unos pocos.

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