¿NEGOCIACIÓN O ACUERDOS?



por  ANNCOL – Agencia de Noticias Nueva Colombia

Con la firma del trascendental acuerdo logrado en la Habana (04.06.15) entre las FARC-EP y el Estado Colombiano, sobre la llamada Comisión de la Verdad, se  ha dado un paso decisivo (y del pueblo trabajador depende que sea irreversible) hacia la finalización del conflicto interno colombiano.
Soldados
Se le ha abierto una puerta grande al protagonismo y participación de la gente del común en la búsqueda de las Verdades ocultadas en 70 años de Contrainsurgencia, y terrorismo de Estado patrocinado por los EEUU contra el pueblo trabajador colombiano, que lo obligó a ejercer su legítima defensa y a desarrollar la resistencia armada.

Ha quedado claro también que, la simplificación contrainsurgente desarrollada por sus teóricos o politólogos y demás asalariados del oligopolio mediático contrainsurgente, para desvirtuar y prostituir con su mercantilismo el concepto de Solución Política del conflicto; llamándolo primero paz negociada, luego negociaciones de paz y por último, negociaciones para terminar el conflicto, que incluso llegaron a contaminar “inconscientemente” a algunos defensores del proceso de la Habana, no ha podido sostenerse: hoy todos los diarios y noticieros del oligopolio mediático contrainsurgente hablan del “ACUERDO” firmado, para constituir la Comisión de la Verdad y además, reconocen que no se negoció nada; que ha sido un simple, claro y llano acuerdo político entre las partes para cumplir el objetivo trazado.

Ha sido pues un paso más en la Solución Política del conflicto colombiano. Quedan pendientes aún dos acuerdos políticos más: El acuerdo sobre la justicia transicional y el de la Constituyente democrática y popular que abra definitivamente la otra puerta a la masiva participación de la gente del común en los destinos de su país.

Pero también hay que reconocerlo: Gracias a la torpeza del militarismo “santouribista pro-yanqui” dominante, que forzó los terroríficos bombardeos “bumerang” sobre los campamentos guerrilleros en tregua unilateral, y la reacción defensiva que estos produjeron en las filas insurgentes; se ha logrado otra claridad que el oligopolio mediático contrainsurgente había demonizado, proscrito y perseguido con saña obsesiva:

Que combinando todas las acciones de masas, sin excluir ninguna, como lo recomendó Lenin, se puede avanzar positivamente en la lucha de clases.

Esta quizás sea una respuesta a la pregunta que se hizo recientemente Jairo Neira el director de la revista Semana, al preguntarse si sirvió la muerte del comandante de la paz destacado en el proceso de la Habana Jairo Martínez, junto con los 40 muchachos insurgentes reventados y volatilizados en las selvas del mar Pacífico colombiano, con bombas inteligentes “made in USA” de 250 kilos (de hecho violatorias del DIH) y lo peor, dirigidas con tecnología digital desde las 9 bases norteamericanas que los EEUU tienen ilegalmente en territorio de Colombia, violando su soberanía.

Al igual que el comandante Alfonso Cano; Jairo murió explicándoles a sus camaradas el concepto revolucionario de Solución Política del conflicto colombiano y confiado, ingenuamente, en que el dúo Santos-Pinzón iría a respetar su decisión política y su estatus de delegado en el proceso de paz de la Habana. Sus muertes y toda la sangre derramada no han sido ni serán en vano. Han contribuido a aclarar ideológicamente y sobre todo políticamente, lo que en los renglones anteriores ANNCOL ha escrito:

Que la solución al conflicto interno colombiano no es una burda negociación mercantil, sino que solo es posible una Solución Política y que, combinando todas las formas de lucha de MASAS, el pueblo trabajador colombiano puede avanzar hacia un futuro promisorio de paz con justicia social, democracia y soberanía.

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