por Carlos Borgna
Hoy a la mañana tomé un taxi en Buenos Aires. Apenas subo, el taxista me dice “ayer estuvo esta marcha y no pudimos trabajar por la cantidad de gente que había, porque tenemos la parada cerquita, así que nos fuimos hasta la esquina a ver la marcha…. La mayoría eran tortis…” y sin inmutarse señaló: “…. Que no me vengan con esas cosas de las mujeres, a algunas un chirlo hay que darles de vez en cuando….”
Le aclaré que había visto mucha gente, muchísimos jóvenes…. Pero me cortó (sin gritar) y me preguntó .”.¿Ud sabe porque no vino ELLA, que va a todas las marchas…?
Sin dejarme responder agregó “… a mí me lo aseguró una enfermera muy amiga. ¿Vio cuando ELLA salía con un pañuelo al cuello?, era porque EL la acogotaba, es muy brava la SEÑORA…” y continuó: “… y esto me lo confirmó un diputado nacional radical al cual lo tuve que llevar a varios lados, durante tres horas y le comenté lo que decía mi amiga y él me dijo que efectivamente era así…”
Se hizo un silencio y agregó: “… estaba lleno de matracas también, ante la cosa no era así. Yo cuando terminé de combatir en Malvinas, me vine a vivir a Buenos Aires y hace 30 años era otra cosa esta ciudad. Ahora ud. ve a los matracas dándose besos en las plazas, caminando de la mano, como vamos a vivir así…”
Cuando estábamos por finalizar el viaje alcanzó a decirme “… este es un problema cultural, porque los argentinos no somos así, estas costumbres y cosas vienen de Europa y las metieron aquí…”