CAVALLO Y MULFORD SABE DONDE ESTÁN LOS DÓLARES QUE RECLAMAN SINGER Y SUS SOCIOS



por Pablo Chena

El 70% de los bonos en default tiene su origen en el Megacanje de la deuda pública de 2001. El Megacanje consistió en cambiar 46 bonos distintos por otros cinco nuevos, aumentando la deuda externa en 55.405 millones de dólares.

dólares
Los sectores opositores al gobierno argumentan que el conflicto con los fondos buitre es innecesario y que su dilación es una pérdida de tiempo para volver a los mercados financieros. Ante este escenario la propuesta es simple: hay que pagar lo que piden, lo antes posible, porque esto atraerá los dólares necesarios para financiar obras de infraestructura y nuevas fábricas. En otras palabras, es importante estar conectado al mercado financiero internacional, incluso a costa de ceder a una extorsión, porque los grandes fondos de inversión y los bancos que operan en dicho mercado ayudan, prestando su dinero, al desarrollo del país. En sentido histórico es válido preguntarse: ¿cuáles fueron las obras de infraestructura y las fábricas que nacieron como contraparte de los bonos de deuda que hoy tienen en su poder los fondos buitre? Esto podría ser un factor para legitimar sus reclamos. Si el dinero tomado a modo de deuda fue utilizado por el país para construir represas, puertos o carreteras y generar empleo, entonces, los financistas podrían argumentar que es lógico reclamar el 100% de su deuda a modo de participación en la riqueza que ayudaron a generar.
La simple pero sugestiva pregunta, ¿para qué se utilizaron los dólares que entraron como contraparte de la deuda que hoy tienen en sus manos los fondos buitre?, nos lleva a analizar la trazabilidad de esos bonos. Es decir, a identificar el origen de esta deuda para juzgar luego su legitimidad.
La reconstrucción de la película sobre estos bonos parte de un hecho concreto, casi el 70% de ellos tiene su origen en el Megacanje de la deuda pública de 2001, llevado adelante por el entonces Ministro de Economía Domingo Cavallo, y está instrumentado a través de los bonos Global 2008, Global 2013 y Global 2018. El Megacanje consistió en canjear 46 bonos distintos que en su gran mayoría tenían en su poder las AFJP y los bancos, por otros cinco nuevos, entre los que se encontraban los mencionados. A cambio de aceptar dicho cambio de bonos, que significó un incremento de la deuda externa del orden de U$S 55.405 millones, los bancos que participaron como intermediarios recibieron, en concepto de comisiones, 150 millones de dólares.
La lógica del endeudamiento argentino previo a 2001 nos lleva a suponer, como hecho altamente probable, que el dinero que dio origen a esos bonos ingresó al país durante las dos etapas de mayor «conectividad» con los mercados financieros. El período del golpe cívico-militar 1976-1983, que incrementó el endeudamiento externo de U$S 8000 millones a 45 mil millones; y los años de la Convertibilidad, cuando la deuda externa se incrementó de U$S 60 mil millones a 149 mil millones.
Los dólares que ingresaron al país en esos períodos, a través del mecanismo del endeudamiento, tuvieron como principales destinos, adquirir importaciones baratas para desindustrializar al país o, alternativamente, financiar la acumulación de activos de los grupos dominantes locales en el exterior. En este último caso la operatoria consistía en cuatro grandes pasos: 1- presionar al gobierno para que se endeude en el extranjero y consiga dólares; 2- comprar baratas esa divisas en pesos (producto de la Tablita de Martínez de Hoz primero y de la ficción del $ 1=U$S 1 posteriormente); 3- fugarlas nuevamente a cuentas bancarias en el exterior y 4- presionar por una devaluación del peso para que se revaloricen los dólares ya depositados en los paraísos fiscales. En este sentido, la salida de la Tablita y de la Convertibilidad tuvieron un denominador común: la megadevaluación más la pesificación y estatización de las grandes deudas privadas.
Con ese recorrido, es muy probable que los dólares que ingresaron como contrapartida de la deuda que hoy reclaman los fondos buitre sean parte de los U$S 200 mil millones que se estima que los grupos dominantes locales tienen en el exterior. Como contrapartida, el país se quedó sin esos dólares, sin ninguna obra productiva concreta que ayude a generar recursos necesarios para pagarla y con un asiento contable de deuda que hoy los fondo buitres utilizan para reclamar  los U$S 1500 millones de nuestras riquezas.

 

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