ANTAGONISMO HISTÓRICO CON LOS SUCESORES DE LA OLIGARQUÍA

por Edgardo Rodriguez del Barrio

 

El país de la “Sociedad Rural” es para pocos. Los dirigentes rurales piensan en dólares y en el mercado externo. No necesitan de trabajadores con capacidad de demanda ni de una industria de capital argentino que produzca para abastecerla.
SRA
En el discurso inaugural de la Exposición Rural 2014, el presidente de la Sociedad Rural realizó duras críticas al gobierno nacional calificando estos diez años de gobierno de “década depredada”. El posicionamiento anti kirchnerista de este sector no es nuevo y tiene antecedentes en la actitud crítica de la oligarquía terrateniente hacia el peronismo en todas las etapas en que este Movimiento Nacional ejerció el gobierno. Para ser más precisos, deberíamos decir que la postura de los representantes del modelo agro exportador cobró virulencia declarativa ante los gobiernos democráticos posteriores a la etapa histórica que podríamos llamar “la República Oligárquica”. Etapa que se inició con la presidencia de Julio A. Roca en 1880 y que se cerró con Roque Saenz Peña en 1916. Durante ese período la oligarquía terrateniente, mediante el manejo de la economía y la implantación de un sistema electoral que anulaba la libre elección de los votantes, logró imponer un poder hegemónico que le permitió controlar los diferentes gobiernos que se sucedieron hasta que la sanción de la ley Sáenz Peña llevó al triunfo a la UCR en las elecciones presidenciales de 1916.

La oligarquía vernácula ha estado aliada a los intereses antinacionales y promovió los golpes militares acaecidos en el país, con la excepción de la Revolución del ’43 que terminó con el gobierno fraudulento y corrupto de Ramón Castillo, expresión del régimen conservador conocido como década infame, originado en el golpe militar de 1930.

El slogan “Argentina granero del mundo” sintetiza las características del modelo agroexportador basado en la producción y exportación de materias primas y en la importación de manufacturas. Por esa razón ese modelo generó una balanza comercial deficitaria saldada con deuda externa. A pesar de los siglos transcurridos, la oligarquía terrateniente sigue manteniendo el mismo ideal de país que en los comienzos del siglo pasado: una economía basada en la producción y exportación de materias primas y en la importación de productos industrializados, dependiente del capital financiero internacional y desconocimiento de la moneda nacional. En lo político ha intentado conformar un bloque hegemónico, asociada en estos tiempos a los representantes de las multinacionales, la corporación mediática y los sectores financieros con exclusión de los sectores populares y cooptación de las clases medias mediante la acción mediática y la imposición de tendencias consumistas. Por tal razón, este sector, defendiendo sus intereses de clase, considera una “década depredada” a la década kirchnerista. Una década en la que la preocupación principal del gobierno nacional ha sido la consolidación y extensión de derechos civiles y económicos, la implementación de un modelo de crecimiento basado en la sustitución de importaciones y aplicando retenciones a las exportaciones agrícolas para financiar el desarrollo y la adopción de políticas sociales, promoviendo una distribución del ingreso orientada a la inclusión social.

La Argentina de la “Sociedad Rural” es una Argentina para pocos.
Es la sociedad de la pobreza para las mayorías; de la exclusión y la opresión. La demanda de las materias primas está en el extranjero por ello los ruralistas no necesitan de la demanda interna y en consecuencia, no precisa de un pueblo trabajador con capacidad de demanda y de una industria de capital interno que produzca para satisfacerla. En realidad no necesitan de un pueblo. Un pueblo con libertades y con derechos; pueblo que, organizado, pueda levantar su voz y reclamar justicia social, defender la soberanía política y ejercer el poder mediante un gobierno “para todos” comprometido con la independencia económica. Los gobiernos populares y democráticos siempre han molestado a la oligarquía terrateniente porque no los pueden manejar. Los tildan de populistas, dictatoriales, o sectarios, toda vez que en lugar de sostener los intereses del poder concentrado pretenden defender los derechos del pueblo. Fueron socios de los militares y hoy lo son del poder financiero, de las multinacionales, de las corporaciones mediáticas y de los buitres. Esa es la oligarquía terrateniente que sigue asolando a nuestra patria. Los proyectos de esa élite y los del pueblo son antagónicos.

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