QUE SÍ, QUE NO

Por Silvia Torres

Conocida la sentencia del juez de NY y transcurrido el mes de plazo de gracia para el vencimiento de una nueva cuota de la deuda reestructurada, en la Argentina el debate se centró en si el país está o no en default. Situación paradójica. 


Thomas-Griesa-Tribunal-Federal-Distrito

 

Las circunstancias que se produjeron cuando la Corte Suprema de Justicia de los EEUU dio por válida la sentencia del juez de NY, Thomas Griesa, sumada a que la República Argentina depositó la cuota correspondiente de la deuda reestructurada en 2005 y 2010, además de que liquidó la primera comprometida con el Club de París, disparó un debate en torno a la existencia o no de default, la palabreja en inglés que significa “falta, omisión, culpa, defecto; faltar, no cumplir, ponerse en mora”, que se puso de moda cuando el país dejó de pagar su deuda externa. Corría el 2001, cuando Adolfo Rodríguez Saá -uno de los presidentes de aquellos días cuando el país incendiado los consumía en horas-, tomó la decisión de suspender los pagos de la deuda en virtud de la crisis generalizada, la virtual destrucción económica, la inexistencia de reservas y de moneda y con un pueblo en las calles, protestando violentamente y recogiendo sus muertos por la represión.

 

Ahí, la Argentina entró en default, una situación que duró hasta que se firmó el primero y segundo canje de bonos para refinanciar los monumentales pasivos, con nuevos plazos, intereses y, sobre todo, importantes quitas de hasta 75 % y que incluyó al 92,4 % del total de acreedores, conforme una planificación que le permitió crecer y cumplir con la deuda –externa e interna-, de manera sustentable y sin comprometer el principal objetivo del gobierno de Néstor Kirchner: Crecimiento con inclusión.

 

La Argentina se resiste a acatar así como así una sentencia que pone en riesgo toda la reestructuración y que privilegia a un tenedor del 1 % de los bonos -adquiridos cuando ya estaban defolteados-, que podría extenderse al otro 6,6 % que pretenden ganancias exorbitantes –nada menos que del 1.600 %, en seis años- y que, por ello, se los denomina “buitres”: No entraron a ninguno de los canjes y litigan en juzgados de los EEUU, país que, a diferencia de otras plazas financieras internacionales, no tiene ninguna legislación que limite la voracidad de estos tenedores que, además, radican sus ganancias en paraísos fiscales y por lo tanto no tributan en el país. ¡Modelito financiero propio de capitalismo salvaje!

 

En esta lucha, la Argentina reunió la solidaridad y adhesión de la mayoría del poder mundial, de manera individual de países como Francia, China, Rusia, Brasil y hasta tibiamente del gobierno de los EEUU, además de organismos internacionales como la OEA, el G77 más China, Brics, la Celac, la Unasur, el Mercosur; de grupos de congresistas ingleses, franceses, belgas, canadienses y, más recientemente, de una centena de economistas, incluidos algunos premios Nobel, que solicitaron la intervención del Congreso de los EEUU, centrada en exigir la limitación a la voracidad de los tenedores de fondos especulativos a los que consideran un verdadero riesgo para la supervivencia de la plaza financiera de NY. Cabe decir que las otras dos plazas mundiales, Londres y Luxemburgo, se frotan las manos.

 

La resistencia de la Argentina -fuertemente cuestionada por sectores internos comprometidos, cercanos, agentes y/o socios de los intereses financieros internaciones, sean o no buitres-, es consecuencia de la timba financiera desatada por el neoliberalismo que manejó los resortes de la economía mundial en los países centrales durante los ‘70 a los ’90 y tuvo a sus obedientes lacayos en los países periféricos, incluido la Argentina.

 

Ahora, sin embargo, la situación es diametralmente distinta, por lo menos en países emergentes que se atreven a diseñar un nuevo orden mundial, en el que la Argentina, sin integrar el grupo que lidera esa construcción, el Brics -o sea la alianza estratégica que reúne a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-, comienza a tallar con su resistencia ante los buitres y en heroica defensa del interés superior de su pueblo.

 

En momentos en que se tomaron medidas para perfeccionar los derechos de usuarios y consumidores, se dio a conocer aumentos para la clase pasiva y una batería de medidas para resistir la decisión del tribunal neoyorquino y poner en evidencia del mundo sus temerarias consecuencias, quienes agitan la palabra default como sinónimo de “apocalipsis yatienen otros intereses en la cabeza y no precisamente a favor de los argentinos.

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