LLEVO EN MIS OÍDOS

Por Silvia Torres

 

El 1° de julio de 1974 terminaba la vida de Juan Domingo Perón, habiendo cumplido nada más que ocho meses y medio de su tercer mandato como presidente de la Nación y dejando a los argentinos un legado histórico y político de asombrosa actualidad.

 

PeronNadie podía imaginar acabadamente que, cuando el general Juan Domingo Perón, en ejercicio de su tercer mandato como presidente de los argentinos, pronunció su célebre frase: “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”, ante una Plaza de Mayo colmada de ciudadanos de todas las edades, estaba pronunciando sus palabras de despedida. Fue el 12 de junio de 1974, en horas de la tarde y luego de una declaración por cadena nacional en la que denunció la irresponsabilidad de sectores empresarios que violaban la concertación de precios acordada en el marco del Pacto Social, comenzaban a retener productos y mercaderías de primera necesidad y a crear las condiciones para la aparición de un mercado negro, debidamente fogoneado por la prensa con una insistente acción psicológica sobre la población. (Cualquier similitud con la actualidad, no es casualidad).

 

El viejo General había regresado a la Argentina en misión de consolidar la paz interior, luego de 18 años de proscripción y exilio y de un enfrentamiento severo entre sectores populares y la oligarquía vernácula que tenía en las Fuerzas Armadas su instrumento de dominación. Después de un holgado triunfo, Perón asumió el 12 de octubre de 1973 y, a pesar de su edad y delicado estado de salud, comenzó a desplegar una intensísima y proficua actividad, con reuniones con empresarios, recibiendo delegaciones extranjeras, legisladores nacionales, gobernadores, además de dictar clases magistrales con trabajadores y jóvenes, en medio de crecientes desencuentros internos dentro de su propio movimiento. Tampoco escatimo esfuerzos por atender a medios de prensa nacionales y de todo el mundo, con la finalidad de explicitar clara y contundentemente cuáles eran los objetivos que perseguía en su nueva gestión, a la que calificaba como “el último sacrificio en aras de la Patria y del amor al pueblo”.

 

El Presidente presentó su Plan Trienal en diciembre de 1973, que comprendía el desarrollo de distintos programas para la promoción minera, petroquímica, siderúrgica, forestal, etc.; se creaba una Corporación para el Desarrollo de Pymes; el Sistema Nacional de Institutos y Centros Científicos para acelerar la investigación científica a favor del desarrollo tecnológico e industrial; se dictaban las normas para la radicación de capitales extranjeros; se establecían las retenciones para la exportación de granos y el monopolio del Estado para la comercialización del trigo, el maíz y algunas forrajeras y se habilitaban las mejores condiciones para el desarrollo del comercio exterior sin ningún tipo de barrera ideológica, etc. etcétera.

 

Una revisión de los hechos más importantes que se concretaron en su corta magistratura, dan cuenta del esfuerzo ciclópeo que desplegó el General y que tuvo el costo de su irremediable fallecimiento: En lo estrictamente político, la convocatoria a la unidad fue su desvelo, como el factor imprescindible para alcanzar el desarrollo y la paz. Lo segundo fue un trabajo intenso en pos de la Unidad Latinoamericana, que le demandó la atención de delegaciones de los países vecinos con las que se elaboraron convenios clave como la firma del Tratado de Yacyretá, el de Límites y de Uso del Río Uruguay, se inició la construcción de Salto Grande, además de que se estableció una serie de exenciones impositivas para productos de Paraguay, Chile, Brasil, Bolivia, Ecuador y México, que permitieron intensificar el intercambio comercial.

 

Se crearon siete nuevas universidades nacionales, incluida la de la Provincia de Misiones y se dictó la Ley Universitaria, conocida como Ley Taiana, cuya aplicación tuvo muchos impedimentos debido a la inestabilidad de la vida universitaria por los reiterados enfrentamientos en ese ámbito. Al mismo tiempo, el mandatario también propuso la discusión de la reforma constitucional para superar la anormalidad de la vigencia irregular de la Carta Magna.

 

El 1° de Mayo, el Presidente anunció el lanzamiento del Modelo argentino para el proyecto nacional, en su tradicional mensaje en Plaza de Mayo, que constituye su legado para las generaciones futuras en donde despliega metas y objetivos en todos los órdenes de la vida nacional, incluido un tema de absoluta novedad para aquellos tiempos como lo era el cuidado y la preservación del medio ambiente.

 

Las tensiones internas y la creciente violencia, un viaje inoportuno a la República del Paraguay, la virtual ruptura del Pacto Social y la intensa actividad que desplegaba, lo llevaron a la muerte el 1° de julio de 1974.

 

Antes de pronunciar sus palabras que fueron de despedida, tuvo tiempo de decirle a los argentinos de aquel momento y de la posteridad: Los enemigos del pueblo argentino están preocupados por nuestras conquistas, más que por nuestros problemas, palabras que hoy, de nuevo, cobran una vigencia insospechada tanto como su legado, su doctrina y su absoluta confianza en las fuerzas que anidan en los pueblos para enfrentar batallas que los liberen del yugo de la codicia de los imperios, de sus lacayos de adentro y de afuera y de sus despreciables buitres.

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2014/07/01/48057/