CON RESABIOS DE LA UNIÓN DEMOCRÁTICA (I)

 

 

 
Por Silvia Torres

 

 

Reproduciendo el formato de la Unión Democrática de 1946, el radicalismo logró subir al escenario de un teatro porteño a más de una decena de dirigentes para firmar un documento de unidad. No hubo discursos, ni bajada de línea, ni manifestación sobre proyecto y/o compromiso político alguno.

 UNEN

La alianza Fau-Unen no es la única oportunidad en que el radicalismo intenta armar frentes, coaliciones y/o alianzas políticas tendientes a realizar un papel decoroso en las elecciones. Además de la experiencia de la Unión Democrática, en 1945 para enfrentar a Juan Domingo Perón, con el triunfo de Raúl Alfonsín se intentó crear el Tercer Movimiento Histórico con intención hegemónica y de permanencia en el manejo del Estado, más allá de un período presidencial; luego, se vivió la experiencia de la Alianza Fernando De la Rúa-Carlos Chacho Álvarez, que culminó con el estallido social de la Argentina en el 2001, posterior a la renuncia de éste último; también experimentaron en el recordado rejunte parlamentario conocido como Grupo A, luego de la derrota K en el 2009, que solo sirvió para el reparto de la torta parlamentaria, pero paralizó la labor legislativa; otra oportunidad fue la alianza de Ricardo Alfonsín con el multimillonario Francisco De Narváez, en el 2011, de escasísima cosecha electoral y, ahora, el radicalismo logra un trabajoso acercamiento entre fuerzas políticas que van desde un socialismo fuertemente conservador, más dirigentes desprendidos del oficialismo luego del conflicto de la 125 más expresiones claramente de derecha.

 

Con la presentación pública de ayer en un teatro porteño, se repite el armado de la Unión Democrática, aunque sin el protagonismo manifiesto de un embajador del imperio, como ocurrió por entonces con el paradigmático Spruille Braden. Así, la alianza interpartidaria se presentó en sociedad subiendo a dieciséis dirigentes partidarios para apenas firmar un documento, aunque sin propuesta política, sin bajada de línea para la militancia y manifestando solo la intención de unidad ante las cruciales elecciones del año próximo. Algo así como amontonar para sumar.

 

Según manifestaron dirigentes misioneros del espacio al ser consultados por medios locales, tratan de imitar en cierto modo las alianzas que sostienen tanto al gobierno nacional como al provincial. Pero, saltan a la vista sus diferencias: 1) Tanto en el FpV como en el Frente Renovador misionero hay una conducción unificada que sintetiza y define la política, y 2) La transversalidad política se sustenta en un proyecto claro, definido y elocuente sobre un modelo de nación y un modelo de provincia. Estos presupuestos básicos marcan, a posteriori del acto eleccionario, cuál será el perfil del gobierno, cuál su sistema de alianzas con los poderes fácticos y las organizaciones sociales y, también, hacia dónde dirigirá el fiel de la balanza al momento de dirimir las tensiones propias de toda sociedad, no solo en cuanto a la distribución de la riqueza, sino también cuando se deben definir medidas en la guerra económica internacional.

 

Estos son los aspectos que el radicalismo y sus aliados multicolores no tuvieron en cuenta –o no pudieron anudar-, al momento del armado político que los llevó a la primera plana de los medios nacionales, cuando volvieron a repetir un discurso saturado de críticas hacia la acción del gobierno y un rosario de inminentes catástrofes que azotarán al país/provincia en forma de brote inflacionario, de hechos sangrientos de inseguridad, de caos económico, de fracaso en la política agraria, etc. etcétera.

 

¿Es un frente político o una simple constelación de dirigentes mediáticos al servicio del establishmentque, casualmente, expresó públicamente sus aspiraciones un día antes? ¿Qué ocurriría –si fueran gobierno-, si no pactan una clara conducción al momento de definir estrategias y tácticas? ¿Qué harían en torno de la soberanía en el manejo financiero, en el comercio exterior, en la distribución de la riqueza, en la recaudación de impuestos? ¿Qué rol cumpliría el Estado, sería el árbitro de las tensiones entre los intereses sociales o retornaría a su papel dócil y manuable al servicio de los más poderosos? ¿Qué harían con la inversión pública, al que muchos de sus integrantes denominan “gasto público” y le atribuyen el origen de todos los males que aquejan al país? ¿Continuarían privilegiando el proceso de industrialización y de creación de fuentes de trabajo digno? ¿Qué proponen en torno de la consolidación de empresas recuperadas como YPF, Aerolíneas Argentinas, etc.? ¿Están de acuerdo con profundizar inversiones genuinas en materia energética? ¿Continuarían las políticas de apoyo a PYMES?

 

La diversidad de las posiciones políticas de los integrantes del espacio y la inexistencia de una conducción definida que dé respuestas claras a algunos de los interrogantes que seriamente se plantearán con vistas a las elecciones del año próximo y, más aun, por parte de los ciudadanos al momento de definir el voto, obliga a que el Fau-Unen ajuste su organización interna y su discurso.

 

Un discurso que, por ahora, está plagado de contradicciones y más que un avance hacia un futuro mejor, propone el retroceso hacia un pasado plagado de dolor y de frustraciones para el pueblo argentino, como se verá en una próxima nota.

(Continuará)

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