VELANDO LAS ARMAS


 
Por Silvia Torres

 

Mientras transcurren los meses y lentamente (o no) el calendario avanza hacia el 2015, ciudadanos que adhieren al proyecto nacional y popular con o sin responsabilidades gubernamentales comienzan a reunirse para debatir acera de las presidenciales. 

 Reunion

 

 

Despuntando el viejo vicio de la participación, la reunión, la discusión y el debate en torno de la continuidad del modelo vigente conducido por Cristina Fernández de Kirchner, militantes, simpatizantes o simples adherentes comienzan a reunirse de manera más o menos regular, en todo el país. El tema excluyente es la sucesión en la conducción del gobierno, fenómeno inédito y gran desafío que se tiene en puerta, ya que nunca fue posible analizar una coyuntura política como la que se tiene con vistas a las presidenciales del 2015.

 

La dirigencia y la militancia que adhieren al modelo que tiene como eje al peronismo y que suma aliados de distintos matices políticos, pero que centran la acción en el desarrollo económico con inclusión, en la industrialización y la creación de fuentes de trabajo genuinas, en la educación y la salud, en la unidad latinoamericana y en el respeto irrenunciable del interés nacional ha hecho gala, a lo largo del devenir histórico, de una adaptabilidad y de una capacidad de sobrevivencia ante los más espantosos avatares que incluyen desde las prohibiciones de toda índole hasta la detención/desaparición forzada de personas.

 

En primer lugar, se trata de evitar la dispersión del campo popular que parecía ser el gran peligro ante el sorpresivo triunfo en provincia de Buenos Aires de uno de los dilectos protegidos del establishment, ex intendente de Tigre y actual diputado Sergio Massa. Lo que, hasta el momento, no pasó a mayores debido a sus últimas movidas y las de sus aláteres, con propuestas del tipo eliminación de retenciones, contener las inversiones públicas, reducción de salarios, productividad, estrecha vinculación con los EEUU, adhesión a grupos golpistas en América Latina, facilitar el acercamiento con Gran Bretaña, etcétera.

 

Por otra parte, es imperioso el cierre de filas en torno del modelo en virtud de la violenta ofensiva que llevan a cabo los poderes fácticos tendiente al desgaste del poder político, mediante la agitación del pánico social, con espurias maniobras que van desde la corrida del dólar en diciembre; pasando por la corrida de los precios, en enero; la inminencia de la debacle, en febrero para culminar con la inseguridad, incluida la incitación de justicia por mano propia y, si es a patadas, ¡mejor!

 

De lo que se trata es de ocultar o, aunque más no sea, disimular la espectacular recuperación de la identidad de los argentinos como pueblo laborioso, creativo, solidario y políticamente comprometido, a la vez que la fuerte inserción en la dimensión Latinoamericana que, a través de la Unasur, esa audaz creación de Hugo Chávez y Néstor Kirchner, viene resolviendo de manera democrática todos los conflictos que desata la oposición golpista y violenta, que ya no tiene cabida en el continente.

 

El desarrollo industrial, los millones de puestos de trabajo, las paritarias, la AUH, el Procrear y el Progresar, el consumo masivo y la revisión de los crímenes del terrorismo de Estado con juicios y castigos intachables, además de que América Latina sorprende al mundo con sus inéditos índices de desarrollo económico-sociales, son huesos duros de roer para una oligarquía que se jugará hasta sus últimas cartas para recuperar el terreno perdido. Que no es otro que el terreno ganado por los sectores populares que aprendieron la dura lección sobre la experiencia del dolor, de la pobreza, de la marginalidad, de la falta de horizontes, de la desesperanza.

 

De allí que las reuniones en las que dirigentes, militantes o simples vecinos debaten el futuro tan próximo del 2015 son un aliciente, una sólida expectativa de continuidad entre tanto fárrago de mala onda, de espantosas profecías nunca cumplidas, del país estallando en mil pedazos, de “fin de ciclo” inminente, de derrota por “nock out o por abandono”.

 

Porque en esas reuniones, ni que estuvieran conducidas por los geniales actores Guillermo Francella o Mercedes Morán, se aúna la idea de que el país (“mi país”, “nuestro país”), no es el que se bate en la pantalla de la Tv dominante, sino es el que cada uno de los ahí presentes vive todo los días: Con su trabajo, con su familia, con la casa que se está construyendo o ampliando, con los precios que están “altos y que hay que defenderse” o que “hay que darse maña para que la plata alcance”, con la hija que va empezar la universidad y el hijo que va retomar el secundario gracias al Progresar, con todos los chicos en la escuela y con las vacunas puestas, con la calle que se pavimentó y el agua segura que viene por la red, con la flamante escuela que se inauguró en el pueblo, con la energía eléctrica que llegó ¡por fin! a la chacra y con todo lo que hay que hacer para vender en la feria franca y ¡con todo lo que falta asegurar y conseguir todavía!

 

Porque la opinión también es unánime: El país no se terminó de reconstruir y hay que ponerle el hombro, pero siempre hacia una dirección y por eso el pueblo, vela las armas.

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