CHACO: HERMANOS ABORÍGENES

Por Sergio Schneider

Luego del receso judicial podría tener fecha de inicio el juicio oral y público por la muerte de Imer Flores, el chico qom asesinado a golpes el verano pasado, en Villa Río Bermejito. Por el crimen hay tres hermanos detenidos. Uno de ellos habría sido el ejecutor principal de la criatura. Con la golpiza, le deformaron la cara y le quebraron el cráneo. ¿El motivo? Aparentemente, Imer había tenido la osadía de acercarse al balneario de la localidad, un territorio que muchos blancos de la zona consideran prohibido para la población indígena.Sergio Schneider

Como cualquier chico, él, a sus 12 años, tampoco entendía las disfunciones de los grandes. En la noche del 4 de enero de 2013, por ser plena temporada, estaba programado un festival. Él quería ir, porque en esas noches había juegos y el pueblo parecía otra ciudad, lleno de gente desconocida. Ni lo dudó. Imer debió estar deslumbrado con tanto movimiento, tantos sonidos, tantas luces, tanta gente. Seguramente lamentó que el tiempo pasara tan pronto y que llegase la hora de volver a casa.

En ese camino de regreso, se le cruzaron sus asesinos. Lo insultaron, lo provocaron, lo denigraron. Usaron las palabras que tanto dolían entre sus padres, sus hermanos, los suyos. Esas palabras que venían de un lugar que él no acabó de entender ni cuando llegó el instante de dejar de ser. Venían de una de las formas más ignorantes y brutales del odio.

El amigo alemán
Villa Río Bermejito es la comarca de Lorenzo Heffner, el intendente que habla un castellano de acento germánico y fue acusado en la década pasada de cometer actos racistas desde la función pública. Se abrió por ello una causa judicial federal en su contra. Se decía que Heffner no atendía a los indígenas de su localidad en el despacho de la intendencia, sino fuera de allí, y que su explicación era que lo hacía de ese modo para que la oficina “no quedara con mal olor”. Se le atribuía también discriminar a las familias originarias en la toma de personal para el municipio y en la distribución de ayuda social oficial.

Heffner siempre negó todo y descalificó a los acusadores tratándolos de haraganes. La denuncia fue retirada por sus autores al cabo de un tiempo. Se habló de que habían sido sobornados con distintos beneficios, pero eso no se pudo comprobar. Lo concreto es que el intendente fue sobreseído, aunque las polémicas no se agotaron allí.
Algunos familiares de Imer sostienen que los hermanos Saturnino, Miguel y Daniel Franco, detenidos por el crimen del chico, tenían vínculos con la intendencia y a veces actuaban como informales custodios. Habrá que esperar al juicio para ver si esa conexión existía.
Heffner se hizo conocido en los años en que la Alianza gobernaba el Chaco. A raíz de las denuncias en su contra, el intendente fue una de las figuras más criticadas por la oposición justicialista de aquellos años. Pero el Frente Chaco Merece Más le abrió los brazos para recibirlo luego de que Ángel Rozas perdiera la elección de 2007 y el intendente viese que convenía jugar para otro equipo.
El resultado es que en Bermejito nada cambió con el giro electoral de seis años atrás, ni cambiará nada por un buen tiempo más.

Campañas
Lo que sucede en el resto de la provincia no es mucho mejor. Como se sabe, en 2006 la desesperante situación de las comunidades indígenas hizo que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dictara una medida cautelar ordenando a la Nación y al Estado chaqueño que instrumentaran medidas humanitarias, sociales y sanitarias dirigidas a detener el “genocidio silencioso” de los originarios. Fue luego de la seguidilla de publicaciones de la prensa nacional sobre las muertes aborígenes por desnutrición o causas asociadas al hambre y la miseria.

La foto de Rosa Molina en la Catedral de Resistencia, mostrando su piel abrazada a las costillas (tenía 56 años y pesaba 30 kilos), dio vuelta al mundo. Desde el Washington Post hasta la cadena árabe Al Jazeera le dieron espacios al tema. La gestión de Roy Nikisch reaccionó atribuyendo la difusión de los decesos a “una campaña de desprestigio (que) dejará secuelas en la imagen de la provincia”.
Era cierto: a partir de allí todos dejaron de creer que el Chaco era una versión sudamericana del Principado de Mónaco.
 
La cautelar de la Corte sigue vigente. Durante el tiempo transcurrido, la Nación y la Provincia mejoraron la asistencia en las zonas alcanzadas por el resguardo judicial. El Estado entrega cajas con alimentos y bidones de agua potable, aunque ambos en cantidades insuficientes. Lo que verdaderamente marca una diferencia positiva con la situación previa a la medida cautelar es la amplia llegada de beneficios sociales federales (planes asistenciales y previsionales, más la asignación universal por hijo) que brindan ingresos a hogares que vivían en condiciones de pobreza extrema.

La contaminación cultural y el abuso blanco reducen el impacto de esas mejoras. Es común que los indígenas, en los pueblos, paguen todo más caro: el teléfono celular que ahora piden los más jóvenes, la financiación de la motito familiar, la carne, el remís que los lleva y los regresa a sus parajes.
Esa módica capacidad de consumo alivia, pero no modifica la esencia de una realidad que tiene su tronco desviado. Los qom, los wichí, los mocovíes son naciones que nunca fueron reconocidas como tales. La cultura blanca continúa pasándoles por encima. Van perdiendo sus lenguas, sus hábitos, sus relatos, sus creencias, aun sus heridas. Cuando algún padre pregunta en el colegio de sus hijos si se puede hacer un acto para recordar la Masacre de Napalpí, le dicen que no. “No está en el programa”, es la respuesta. Fue lo que le contestaron al dirigente comunitario Alfredo José, tiempo atrás, nada menos que en la Colonia Aborigen.

Deserciones y traiciones

Necesitan la tierra y el monte, y los van perdiendo. No hay ley ni reserva que frenen eso. Hasta las 150.000 hectáreas del interfluvio Teuco-Bermejito, al cabo de tantas luchas, son un coto de explotación forestal con complicidad de la dirigencia indígena. Gastón Lion, un belga que fue fundamental en esas batallas por la reivindicación, lo expresó hace pocos meses al visitar la región. Él, con la autoridad que le da su historia personal, dijo sin vueltas que la representación aborigen en ese territorio “está captada por una mafia, gente sin escrúpulos, corrompida”, y habló del consentimiento para la tala de los montes por parte de empresarios forestales que tienen la zona a disposición con sólo sobornar a quienes deberían proteger el hábitat de sus hermanos.
El Instituto del Aborigen Chaqueño, a su vez, nunca logró ser mucho más que un organismo burocrático, cuya principal misión parece ser sostenerse a sí mismo. El Idach sólo salió de ese rol pasivo en el último tramo del gobierno aliancista, pero cuando el peronismo llegó al poder, los dirigentes pusieron su condición de justicialistas por delante de las demandas de las comunidades. Tampoco cambió algo con la llegada de dos legisladores indígenas a la Cámara de Diputados.

Dejar la vida
En contraposición, a los dirigentes honestos todo se les hace cuesta arriba, tanto que les puede quedar la vida en cualquier camino. Como le ocurrió a Mártires López, el líder de la Unión Campesina, protagonista de históricas marchas desde el interior hacia Resistencia, caminando cientos de kilómetros, para exponer las necesidades de su gente y defender la posibilidad de seguir sembrando la tierra.

En junio de 2005 se instaló con una gran cantidad de familias en la plaza central de la capital. El gobierno hizo decir a sus comunicadores todoterreno que era “vergonzoso” que acamparan en pleno invierno “con chicos descalzos y sin abrigo”. También decían que habían sido “arreados” por dirigentes de la izquierda provincial. Para la partidocracia clásica era más tranquilizador pensar eso que asumir que se trataba de una acción decidida democráticamente en una sucesión de asambleas.

Mártires contestó reafirmando que la movilización había sido una decisión horizontal y masiva, y que las condiciones en las que vivían en la plaza eran las mismas que padecían en sus parajes de origen por la falta de apoyo oficial para sus cultivos
. La única diferencia era que aquí, en Resistencia, esa pobreza quedaba a la vista. 

“No queremos que nuestras familias vuelvan a la miseria, o que nuestros jóvenes se vayan a las ciudades. En estos días en la plaza vimos a muchos chicos de la ciudad respirando
(pegamento) de unas bolsas, drogándose. No queremos eso para nuestros hijos, queremos trabajar, seguir todos juntos”, declaró aquella vez.
El dirigente murió al ser atropellado cerca de Pampa del Indio. La justicia dictaminó que fue un accidente de tránsito, pero sus compañeros descreen de que haya sido así y con su la lucha lograron que se reabra la investigación.

Sin vedas
La discriminación no mata únicamente a golpes. Mata en la atención sanitaria precaria, en la ausencia de respeto por el discriminado. Cuando los familiares de Ariel, el bebé qom que murió en el hospital de Pampa del Indio al pasar horas en una cuna improvisada como equipo “de luminoterapia” (donde soportó temperaturas de unos 50 grados que le provocaron quemaduras y un colapso generalizado), buscaron su cuerpito, una enfermera quiso entregarlo dentro de una caja de cartón. L.N.P., la niña violada por blancos en El Impenetrable en 2003, pudo lograr eco recién en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, después de ser humillada por toda la institucionalidad del Chaco. El desgarramiento anal sufrido llegó a ser justificado por el juez que absolvió a los acusados como un simple efecto del “ímpetu” del amor juvenil.

La discriminación mata en una educación pública, que si ya es precaria en los establecimientos blancos de Resistencia, lo es mucho más en las escuelas alejadas, en las que lo bilingüe y lo intercultural forman parte de la misma virtualidad administrativa. Mata en la ausencia de interés por comprender el mundo de creencias y valores de los excluidos; en la represión que siempre es más veloz y potente cuando se dirige a una manifestación indígena que a cualquier otra; en la hipocresía de cada 19 de abril, cuando ellos dejan de ser los “indios de mierda” de intramuros para convertirse, fugazmente, en los “hermanos aborígenes” que reciben floridos discursos.

Oscar Talero, tío de Imer Flores, días después del asesinato del niño, dijo que los originarios de Bermejito contabilizaban seis muertos más por causas asociadas al racismo ocurridas en la zona en los últimos años. Una de ellas había sido la de un hombre que murió ahogado en el balneario. Los qom creen que lo asfixiaron por meterse en las aguas prohibidas.

“Ésta es séptima víctima fatal de los pueblos originarios, con lo cual nosotros estuvimos muy mal estos tiempos. Como que nunca se termina. Hoy le tocó a un niño, sentimos que hay una cacería”
, dijo Oscar. ¿Alguien se lo podría discutir?
 
Diario Norte

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