En ese Encuentro, la mayoría de las y los trabajadores reclamaron al Estado una política integral que incluya capacitación; acceso a maquinarias y financiamiento; participación en pequeñas obras públicas, además de certificaciones, apoyo técnico, cooperativismo, y otros temas relevantes al sector, con las características de la economía popular basada en el trabajo mancomunado, el compañerismo, la solidaridad y la ética.
«La jornada fue muy satisfactoria. Asistimos a un conversatorio sobre la militancia y el compromiso con lo que hacemos en relación a la economía popular, y las grandes diferencias de nuestro trabajo con la economía capitalista. Para nosotros priman los valores de la economía popular: el compañerismo, la solidaridad, el compromiso y las buenas prácticas«, dijo Ariel Rivarola, de Puerto Mado.
Fomentar el cooperativismo y generar trabajo
En el Encuentro hubo varios módulos de debate que incluyeron específicamente el trabajo de bloqueras y premoldeados en general. Se hicieron propuestas acerca de la necesidad de certificar el producto a través de alguna universidad, y debates sobre la organización financiera y comercial de las unidades productivas y también sobre maquinarias, innovación y todo lo relacionado a la tecnología para poder desarrollar los bloques de la manera más eficiente posible.
«Esa es una deuda que tenemos para después exigir al Estado que intervenga más en nuestro trabajo. Es uno de los desafíos para Misiones: fomentar el cooperativismo en las unidades productivas. Fue muy provechoso para hacer vínculos y por el aprendizaje práctico que tuvimos en el encuentro que se hizo en el Centro Recreativo Nacional de Ezeiza», relató el trabajador misionero.
Fondo solidario para comprar insumos
Una de las tres unidades bloqueras del Evita en Puerto Mado se llama «Cultura Artesanal», y funciona en el barrio Los Compadres. El grupo trabaja con una máquina que compró hace un año con el fondo solidario que entre todos aportan mensualmente.
«Es una máquina a la que tuvimos que arreglar y ponerla a punto. Con las ventas y ayuda del fondo común hicimos un playón donde fabricamos nuestros bloques, y nivelamos los pisos con cemento para trabajar con la máquina semi-industrial a la que se la conoce como ´ponedora de cuatro bloques´. Los insumos que utilizamos también salen del fondo solidario del grupo. Al vender los bloques, el dinero vuelve al fondo y cuando escasea la venta, los ladrillos quedan para el galpón comunitario que estamos construyendo», subrayó Ariel.
Para la compra de la mezcladora, hicieron ventas de pollo a la parrilla, y esa plata la sumaron al dinero del fondo para comprar la hormigonera.
La bloquera en Jardín reúne a muchas mujeres
Soledad Franco, militante del Movimiento Evita, trabaja en la bloquera «San Antonio» ubicada en el barrio del mismo nombre, en Jardín América, y también participó del Primer Encuentro Nacional. Su unidad productiva funciona desde hace dos años en una tierra prestada por un compañero del Evita. Son 17 personas que además de la bloquera trabajan en la producción de huertas y textiles.
La mayoría de las mujeres que comenzaron con esa tarea -que les significa un gran esfuerzo- lo hicieron motivadas en la posibilidad de fabricar ladrillos para construir y mejorar sus propias viviendas y hacer los muros.
El trabajo se hace manualmente y la producción la comercializan en los barrios y con la misma organización.
«Con nuestros bloques se construyeron iglesias y varios muros de nuestros vecinos, y también como militantes hacemos trabajos sociales ayudando a rehacer paredes de las viviendas de familias necesitadas. Generalmente producimos unos 1500 ladrillos por semana y trabajamos con moldes; pero como los hacemos en un tinglado de madera, debemos tener cuidado con la lluvia y la humedad», explicó Soledad Franco.