LA FANTASÍA TILINGA



por Julio Moyano

Desde el mismo momento que Mauricio Macri se hizo cargo de la República Argentina, comenzó el saqueo. Es que el tan «mentado» republicanismo» vociferado en plena campaña electoral no entró en vigencia. La Argentina otra vez en el rumbo del desastre social.
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Si Mauricio Macri ocupa la oficina principal de Balcarce 50, sede de la casa Rosada, es por el voto de una mínima mayoría de ciudadanos argentinos.
Ciudadanos que decidieron el rumbo a tomar. Y el barco puso proa a la especulación financiera y permitió el abordaje de una camada de vaciadores de empresas, evasores de impuestos y explotadores.

A menos de un año, se descorrió el telón y la farsa está a la vista. Se ha elegido a un ciudadano escaso de valores para hacerse cargo de un país. Ser mentiroso es cosa seria. Y el presidente votado por esa escasa mayoría de argentinos miente a diario.

Miente relatando una conversación informal con la primer ministra inglesa Theresa May sobre un tema que es de vital importancia para el país: Las islas Malvinas. Y mintió de tal forma que su canciller Susana Malcorra hubo de poner una cuota de realidad. Y fue tal la falta de verdad que desde la cancillería pirata lo desmintieron.

A Macri lo desmiente la realidad. Mintió sobre sus cuentas offshore en Panamá y los mismísimos papeles con su tinta contradicen su relato.
A través de fotografías diseminadas en las redes sociales mintió sobre un supuesto viaje en un proletario ómnibus en el segundo cordón del conurbano bonaerense. Se lo puede observar en el interior del transporte rodeado de humildes pasajeros para querer demostrar «su verdad» ante tanto ataque desde los sectores opositores que alertan que solo gobierna beneficiando a los ricos.

Y nuevamente aparecen otras fotos, desde otros lentes no tan comprometidos con la figura del presidente y desdicen el relato. En realidad fue una puesta en escena para luego ametrallar en la memoria gráfica de millones de argentinos y argentinas, que aún creen. Mentime que me gusta, murmuran.

La actual gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal también miente a la hora de realizar anuncios en obra. Y como no pueden juntar ni siquiera a 20 parientes es que contratan actores para que hagan de trabajadores. Patético y lamentable. Somos parte de una gran fotografía que desnuda la mediocridad colectiva. Es que solo una ciudadanía mediocre puede elegir a mediocres.

El ministro de Energía, Juan José Aranguren, en tren de aprendizaje de como es esto de manejar un ministerio, de un plumazo saqueó las economías hogareñas de millones de argentinos con la tarifa del gas. La Justicia obligó a una audiencia pública que fue otra puesta en escena. No permitieron a muchos de participar y se saldrá otra vez con la suya. Dolarizó las tarifas y allá iremos los argentinos con nuestra miseria. Es mentira el dolor que dice tener el presidente Mauricio Macri cuando toma este tipo de medidas contra el pueblo. Es que una parte del pueblo le gusta la autoflagelación.

Y por último, la fantochada de estos días. Macri a horas de asumir, comenzó pagándole al grupo Clarín los servicios sucios prestados. Se llevó puesta la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que entre tantas cosas no permitía la concentración de medios en pocas manos.

Para ello armó una comisión redactora para una nueva ley que beneficie a unos pocos. Para Macri y sus tilingos boys, la comunicación es un negocio, no un derecho. Y allá irá contra los derechos de los argentinos, que siguen bailando en el salón del Titanic, sin saber que se va derecho al naufragio. Y en estos barcos neoliberales, los botes de salvamento son para pocos.

A los fines de mostrar una imagen de gobierno que consulta a su pueblo, anunciaron que se pedirá opinión a los ciudadanos sobre la nueva ley que regulará a los medios. Y sin ponerse colorados anunciaron la habilitación de una plataforma que estará habilitada en el sitio web  del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). (http://www.enacom.gob.ar/ley-de-comunicaciones)

Durante dos meses los ciudadanos podrán aportar opinión. Claro que con una extensión de ¡300 caracteres!!. Nos están tomando para la chacota.
Por lo visto un tema tan importante como la libertad de expresión se puede realizar en tan solo trescientos caracteres ni uno mas. ¿Para que tanto?
Si la ley que ellos dicen haber discutido en engañosos foros en universidades solo tendrá un objetivo común: seguir adocenando el discurso de quienes lo votaron.

De aquellos que le reclaman al presidente que despida a todos esos vagos trabajadores que van al paro. Son esos que con tal de no pensar con su propio pensamiento, toman el pensamiento preelaborado de los medios.

Y sobre los tilingos nada mejor que leer a Don Arturo (Jauretche) Ahí va un pequeño esbozo sobre el tilingo:  «Lo que pasa es que los obreros no producen». Ahí está el tilingo.

No se le ha ocurrido averiguar qué es lo que él produce y qué producen todos ellos, puntas sueltas, mallas erradas en la enorme red de intermediación que es Buenos Aires.

Que un tipo que no produce diga, en una reunión de tipos que no producen, que no producen los únicos que producen algo, es tilinguería
. En esto de producir, tenemos muchos productores rurales por el estilo que creen que la condición de productor la da la propiedad de una estancia, unos breeches y unas botas de polo, que viven en la ciudad -«porque mi señora dice que hay que educar a los chicos»- y dan una vuelta por el campo cada quince días. Productores rurales son los que trabajan y producen en el campo, que pueden ser patrones o peones, pero no los que no intervienen en la producción sino como propietarios, y que son rentistas aunque no arrienden. Estos también son de los que dicen que los «obreros» no producen. Y ya no desde la posición marginal del tipo del portafolio, sino empinándose como «fuerza viva» sobre la que descansa la economía del país.

Inevitablemente, éstos y otros representantes de la tilinguería son los que, ante la menor dificultad, califican al país: «Este país . de m…», colocándose fuera del mistao a los efectos de la adjetivación. Y la verdad es que el país lo único que tiene de eso son ellos: los tilingos.

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