DESMITIFICANDO LAS MICROTURBINAS HIDROELÉCTRICAS

Por Carlos Andrés Ortiz

Pueden  definirse como micro turbinas  hidroeléctricas, a aquellas  que tienen hasta 100 KW de Potencia Instalada. Muy pequeñas por cierto, apenas aptas para dar  iluminación  o  poco  más,  a  un  puñado  de  casas  o  a  algún  destacamento  o  escuela  en  un  paraje  alejado.  En  los  años  ’80,  en  el  marco  de  un  promocionado  plan, se instalaron siete en diversos parajes de Misiones. De tan bajas potencias,  que  ni  siquiera  pudieron  autosustentarse  desde  lo  económico.
CAO
Hoy  están  todas desactivadas e inútiles.
La más grande, tenía escasos 40 KW de Potencia.
El imaginario popular, más cierta tendenciosa forma de difusión, instalaron la  peregrina  idea  que  con  micro  centrales  podría  suplantarse  a  las  grandes  obras binacionales; lo cual es tan absurdo como pretender construir una gran autopista  de  ocho  carriles,  con  las  herramientas  de  un  puñado  de  enanos  de  jardín  (herramientas de utilería o decorativas).

El cerrado criterio de no expandirse a proyectos de mayores potencias (Brasil  no hace nada inferior a 1 MW = 1.000 KW), hizo morir a una iniciativa, que con una  pizca de visión superadora, habría perdurado y tenido su  moderado y persistente  efecto positivo. Conocer errores evita volver a cometerlos.

Microturbinas  hidroeléctricas  es  un  concepto  que  en  Misiones,  es  casi  un  sinónimo  del  carismático  y  muy  contradictorio  Ingeniero  Erico  Barney,  más  conocido  como  Erik.
 Hoy  jubilado  pero  con  persistente  presencia  mediática  y  en acciones del “ecologismo” anti hidroeléctrico de Misiones, en esto último  con muy endebles o inexistentes fundamentaciones.

Las micro turbinas hidroeléctricas, son precisamente muy pequeñas turbinas hidros,  de  menos  de  0,10  MW  (menos  de  100  KW)  de  Potencia  Instalada,  que  fueron  promocionadas  muy  fuertemente,  durante  la  gobernación  de  Barrios  Arrechea,  en  el  período  1983-1987.  A  ese  efecto  se  creó  un  ente  específico,  el  CREDMHI, formado por el Estado Nacional, la Facultad de Ingeniería de la UNaM, y La Provincia, por medio de EMSA. Pude conocer desde adentro el tema, pues en buena  parte  fui  el  administrador  de  esa  institución,  colaborando  con  varios  destacados  profesionales,  como  Julio  Mercanti,  Jorge  Senn,  Gustavo  Sánchez,  Jaime Moragues, el citado Barney, Francisco Ternouski y otros.

Desde sus comienzos, el programa se enfocó excluyentemente en proyectos muy pequeños, siendo el menor de ellos de tan solo 7 KW, mientras que otro, de 40  KW,  solo  alcanzaba  a  abastecer  aproximadamente  la  mitad  de  la  pequeña localidad de Pueblo Illia, en el Departamento Cainguás, fundada en esos años.

En  teoría,  la  filosofía  que  motivaba  al  CREDMHI  (al  proyecto  de  micro hidroeléctricas)  era  abastecer  a  zonas  no  interconectadas,  sea  chacras  aisladas, pequeñas  localidades,  escuelas,  puestos  sanitarios,  destacamentos  de  gendarmería o policiales. En esos casos, en teoría, no resultaría relevante que los  costos  reales  por  KWh  resultaran  bastante  más  elevados  que  los  valores  medios

​ ​

del  Sistema  Interconectado,  pues  cualquier  alternativa  convencional  (como  un  pequeño  grupo  electrógeno),  sería  aún  más  costosa  y  de  problemática implementación, por las distancias, los caminos en mal estado, etc.

Es bueno  reiterar  que  las  eólicas son  inviables en Misiones  por  carencia de vientos permanentes, mientras que las solares  tienen bajísimos rendimientos con muy  altos  costos,  pues  en  lugares  aislados  necesitan  contar  con  acumuladores, costosos y muy contaminantes.

Respetando el enfoque social del concepto, resultaba evidente que las muy reducidas escalas de generación, tornaban inviable y no autosustentables a todos esos liliputienses (pequeñísimos) emprendimientos, sobre todo considerando que casi todos ellos debían abastecer a comunidades, por lo general de bajos recursos.

Y cuando abastecen a más de una familia o grupo humano, por lógica nadie quiere hacer  el  trabajo  de  mantenimiento  y  administrativo,  gratis  para  otros.  Y  las bajísimas  potencias,  además  de  otras  limitaciones  técnicas  (fluctuaciones  lógicas en los niveles de los arroyos), solo permitían bajísimos niveles de generación, los cuales no permitían afrontar los imprescindibles gastos de contar al menos con un personal  multifunción,  encargado  tanto  del  mínimo  mantenimiento,  como  de elementales  tareas administrativas  de  cobranzas  y  similares.  Por  otra  parte,  los accesos  a  esos  micro  emprendimientos  hidroeléctricos,  eran  tan  rústicos  y elementales, que hoy no superarían ningún parámetro de seguridad laboral, que podrían considerarse pintorescos para la visión de un atleta y destacado deportista que  fue  Barney, pero  para el poblador que debía hacer ese complicado  itinerario como  rutina  laboral,  era  una  complejidad  y  una  molestia  adicional  significativa.

Teóricamente  muy  idílico  y  “natural”,  pero  nada  de  practicidad  con  bajísimos índices de seguridad laboral.

Por  otra  parte,  la  cerrada  negativa  a  aumentar  los  rangos  de  generación  a potencias más lógicas, capaces de autofinanciar los propios gastos operativos, y a la vez abastecer a cantidades  mayores de usuarios, y con consumos más acordes a la realidad (no solo un par de escuálidos foquitos por vivienda); cerró el camino a proyectos perdurables y sobre todo, autosustentables.

Mientras  que  acá,  contra  toda  lógica,  se  insistía  tozudamente  en pequeñísimos rangos de potencia, en Brasil (que sin duda hace bien las cosas en el rubro  hidroeléctrico),  el  módulo  mínimo  para  aprobar  un  proyecto,  es  de  1  MW (1.000 KW), muy lejos de la decena o poco más de KW de  cada uno de  los siete proyectos concretados en Misiones por esos años.

Incluso se desperdició totalmente la posibilidad de transformar los pequeños talleres artesanales, en Pymes industriales estables y con producciones de ciertos volúmenes  constantes,  para  posicionar  a  Misiones  como  proveedora  de  micro turbinas para el país y otros países de la región. En esos talleres, algunos herreros o  técnicos  criteriosos  y  con  mucho  ingenio,  construyeron  algunas  microturbinas que llegaron a funcionar razonablemente bien, y eran económicas, como el caso del Sr. Bycovich en Oberá, en esos años.

Realmente, las microturbinas eran tan pequeñas, que literalmente no movían la aguja, siendo insignificantes sus producciones y carentes de toda posibilidad de sobrevivir por si mismas.

Por  otra  parte,  resultaba  evidente  que  para  el  Secretario  de  Energía  Jorge Lapeña,  la  escasísima  financiación  nacional  en  el  rubro  microturbinas hidroeléctricas,  era  la  excusa  perfecta  para  “ningunear”  a  Misiones  en  otros proyectos  energéticos  de  relevancias  mayores.  Como  las  obras  públicas  no abundaban precisamente,  en los años del  alfonsinato, el  justificativo (ustedes ya

​ ​

tienen las micro turbinas) era muy funcional a la postergación permanente de las legítimas aspiraciones de desarrollo de esta siempre marginal provincia.

Con el cambio de gobierno, desde 1987 a 1993, el gobierno de Humada dejó de sostener las micro turbinas, claramente  más que por convicción,  por  esa vieja maña de la política argentina de desacreditar todo lo hecho antes. En esa misma miope  concepción  de  la  política,  el  humadismo  se  dedicó  a  atacar conceptualmente a la Central Hidroeléctrica Uruguay  (116 MW –  355 GWh/año de

​ ​

promedio), pese a que mayoritariamente esta gran obra se terminó en su gestión, y  falseando  de  hecho  la  enorme  importancia  que  esta  eficiente  usina hidroeléctrica  tuvo  y  tiene  para  Misiones,  al  punto  de  ocultar  por  completo  que Urugua-Í  “cometió  el pecado”  de terminar con el monopolio termoeléctrico, y los negocios asociados a la generación basada en combustibles (fletes, repuestos, etc.)

Pero el caso de Urugua-Í merece ser tratado aparte, como ya lo hice en años precedentes en varios artículos.

En síntesis, pretender solucionar la importante y creciente demanda eléctrica de Misiones, en base a las micro centrales hidroeléctricas (como recurrentemente suelen afirmar opinólogos de distinta laya), es simplemente una incoherencia sin ninguna  base  de sustentación.  Es  otra  de  las  tantas  mentiras,  pergeñadas  por  el

​ ​

ecoterrorismo fundamentalista, que algunos opinantes de buena voluntad suelen

​ ​

repetir.

Carlos Andrés Ortiz

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

Enlace permanente a este artículo: http://ellibertadorenlinea.com.ar/2014/10/15/desmitificando-las-microturbinas-hidroelectricas/