NOVIEMBRE, SIEMPRE NOVIEMBRE

Por Fernando Gómez   ***

Habita en noviembre el germen de nuestro sentido. Allí donde la ideología se hace simple. Soberanía y militancia se reivindican por capricho del calendario con pocos días de diferencia. Un tiempo que exige resignificar la militancia y reconstruir una agenda de Patria. Paradojas de este mes, el FMI celebra el éxito y disciplina del gobierno.

“Es muy importante que Argentina mantenga el rumbo tal como lo ha hecho tan exitosamente en los últimos meses”
sostuvo hace apenas cuatro días Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional.

Lo dijo al concluir una reunión que mantuvo con el presidente Alberto Fernández y el ministro de economía, Sergio Massa, en el marco del encuentro del G20 en Bali, Indonesia.

La celebración de Georgieva se produjo 48 horas después de que Chicha, un pibe de 8 años que buscaba comida en el basural de Paraná, Entre Ríos, fuera atropellado por un camión de basura y muriera en el Volcadero.

24 horas antes, además, de conocerse que volvió a aumentar la inflación, que los jubilados van a perder contra ese indicador (a excepción que se mienta en el anuncio, como sucedió) y que no hay índice que evidencie mejoría económica en la enorme mayoría de los que pisan éste suelo.

Georgieva, a su vez, reconoció la autoría de su proclamado éxito. “Hemos concluido exitosamente la segunda revisión, en un período breve, debido a la disciplina que el ministro Massa y su equipo han demostrado. Y coincidimos en que en este ambiente global tan difícil es importante continuar con esta disciplina”.

La disciplina de Sergio Massa se evidencia en el reparto de la torta que desnuda el proyecto de presupuesto de 2023 en la que el principal gasto del Estado para todo el año próximo serán los servicios de la deuda.

Se pone de manifiesto en el descabellado ajuste sobre el gasto público que se agiganta mes a mes, en la transferencia brutal de recursos por inflación, en las mejores concedidas a los grupos económicos, en la quita de subsidios que importa un peso agravado sobre el bolsillo de la mayoría, en el deterioro de salarios y jubilaciones, en el acelere de la devaluación del nuestra moneda y en el crecimiento exponencial de la timba financiera que saquea las finanzas nacionales y pretende acelerar el ritmo de devaluación, aún a riesgo de ubicara al país en un escenario de hiperinflación.

Massa ha logrado atraer las felicitaciones de Kristalina Georgieva, en nombre del FMI y del kirchnerismo, que tensiona con el Fondo, pero solidifica la alianza con Sergio Massa a pesar del evidente ajuste que se está materializando en la realidad económica nacional.

En el medio de tanta celebración, Alberto Fernández sumó su cuota de desconcierto acerca de quién se ubica al frente del sistema de toma de decisiones del Estado, y sostuvo que «Hay que seguir trabajando para mejorar dos déficits que tenemos: la inflación y la distribución de salarios«.

Opinó, también, que «Tenemos que seguir bajando ese índice. La inflación es muy nociva para la economía del país y combatirla es una tarea de todos los argentinos» trasladando responsabilidades a un fatigado pueblo que tiene menos instrumentos en las manos que aquellos que fueron elegidos para ejercer el poder del Estado.


Noviembre Mundial y Soberanía Nacional

No sólo -por capricho de la FIFA- comienza a disputarse el mundial de fútbol un 20 de noviembre. También, en nuestra tierra, se celebra el día de la Soberanía Nacional. Recuerdo de aquella batalla de 1945 en la Vuelta de Obligado en la que, paradójicamente, las fuerzas de la Confederación Argentina fueron derrotadas.

En efecto, las dos potencias imperiales de la época, Francia y Gran Bretaña, remontaron el Río Paraná con naves de guerra y mercantiles. El objetivo era imponer la libre navegación de nuestros ríos interiores.

Encontraron la firme decisión política del brigadier general Don Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores de aquella Confederación Argentina de ofrecer resistencia. En el terreno, se enfrentaron con las fuerzas de la Confederación encabezadas por Lucio Mansilla, quien colocó barcas enlazadas con cadenas para impedir el ingreso de las potencias extranjeras.

Los obstáculos fueron vencidos por la flota imperial. La batalla terminó en una derrota para las fuerzas nacionales. Pero la resistencia de aquellos patriotas, impidió que las potencias pudieran celebrar una victoria.

Los sommeliers de relaciones de fuerza, aquellos para los que nunca es suficiente para dar una pelea, tan afectos hoy a mostrar disciplina frente al FMI y compromiso con el ajuste que demandan, jamás hubieran emprendido una batalla en la que, pese a la derrota, permitió soñar con un futuro de independencia económica y soberanía política.

Hace un año atrás, un 20 de noviembre, el entonces ministro de economía Martín Guzmán, ofrecía una entrevista en la que sostuvo que “La negociación con el FMI tiene el respaldo de todo el Frente de Todos”. Nadie lo desminitió, y silencio más, silencio menos, así terminó convalidado el acuerdo que hoy parece letra sagrada sobre la que no se puede transgredir una sóla coma. Todo lo contrario al contrato electoral.

El 20 de noviembre, entonces, cuando el Mundial empiece a hurgar sobre los recuerdos del Diego, el disfrute presente de la selección y el sueño de una nueva copa, algunos andarán celebrando el éxito ratificado por el FMI sin siquiera detenerse a pensar las razones por las que el 21 de noviembre se decretó un feriado.

Eterno retorno

Retazos de otro noviembre de nuestra historia se anclan en aquel 17 en que volvió Perón. 50 años del regreso de Perón a su Patria.

Perón no volvió cuando se le cantaron las pelotas. Perón volvió después de 18 años de exilio, tiempo en el cual se alternaron dictaduras feroces con falsas democracias restringidas por la proscripción, que intentaron suprimir al peronismo de la historia a través de actos criminales contra su militancia y una política económica alineada a los intereses de las potencias extranjeras y el puñado de familias que se creen dueñas de la Argentina.

Perón volvió al país porque la militancia recuperó para el peronismo su sentido épico, su programa prepotente contra los verdugos del pueblo, su mística sublevada al paroxismo de ofrendar la propia vida para realizar los sueños colectivos.

Perón volvió por la militancia peronista.

Aquella que logró sintetizar años de resistencia rescatando de las cenizas del olvido a los obreros y militares que pagaron con su vida en un basural o en un paredón la reivindicación de la lealtad y las convicciones.

En definitiva, el peronismo no irrumpió en la historia para sobrevivir. Nació para vivir, y realizarse. Nació para ofrecerle a los condenados de nuestra tierra la oportunidad de ser felices, para ofrecerle a nuestra Patria, un destino de grandeza.

Perón volvió cuando la militancia volvió a transformarse en protagonista de su propia historia. Cuando desnudó a los mercaderes que son hábiles en analizar la eficacia de la oligarquía y las debilidades de sus compañeros y concluían en la necesidad de parecerse a sus verdugos antes que perder sus privilegios. Cuando la militancia recuperó sus banderas históricas para volver a levantarlas y dejar en evidencia a los que sólo la alzaban para esconder sus agachadas.

Por esas razones, el eterno retorno del peronismo, está afincado en el motor de la historia que significa su militancia, los trabajadores, los humildes de nuestra tierra.

El peronismo es agenda de futuro, no sólo una postal del pasado en la que esconder nuestro presente.

Habita en noviembre el germen de nuestro sentido. Allí donde la ideología se hace simple. En la reivindicación de la militancia peronista, afinca la capacidad de poder transformar el dolor social que habita la cotidiana existencia de los humildes en agenda política material, concreta y presente. En la potencia redentora del peronismo se sigue escribiendo el destino de felicidad colectiva que merece nuestro Pueblo.

En la reivindicación de nuestra soberanía nacional, está la clave para entender los desafíos de éste tiempo global convulsionado. La potencia de nuestra riqueza y la creatividad de nuestro Pueblo, no pueden ser condenadas a ser espectadores del neocolonialismo que transforma al extranjero en propietrario de nuestros recursos, a la riqueza en el patrimonio de unos pocos y pretende hacer costumbre la miseria como destino.

Habrá que pensar la Patria, entonces. Para no andar tan extraviado esperando un 2023, al que lo separa una eternidad de las preocupaciones cotidianas de nuestro Pueblo.

 

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