Por José Yorg, el cooperario
“Tierras de corruptos para la reforma agraria”. MST.
En un ambiente de unidad, 1.500 trabajadores, representantes de cooperativas y del Movimiento de Economía Solidaria de diferentes regiones del país, participaron del encuentro con el candidato presidencial, Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado miércoles (14), en Galpão de Armazém do Campo, en São Paulo, informó la prensa.
Además del hambre, que afecta a más de 33 millones de personas, Brasil también enfrenta desempleo, desigualdad social y económica y falta de oportunidades y políticas públicas que atiendan a quienes más lo necesitan.
“¿Quieres volver a sonreír, trabajar, estudiar, almorzar, cenar y tomar un café todos los días? Este país existió una vez, pero fue destruido y tendremos que construirlo de nuevo. ¡Y solo podemos construirlo con tu participación!”, señaló Lula a la multitud de personas.
Sin embargo, debemos recordar que el Brasil de Lula, si bien es cierto que enfrentó poderosos intereses, no es menos cierto que se agotó en sí mismo, puesto que no realizó transformaciones estructurales perimidas que bloquean posibilidades de virtuosos desarrollos socio-económico del pueblo.
Para Lula “el Estado necesita que las personas tengan la posibilidad y la oportunidad de crear formas de organizarse y hacer su propia economía”. Le responde y le reprocho: Para las personas se necesitan que el Estado no se arrodille ante el FMI, es decir, ¡Que desarrolle políticas publicas a favor del cooperativismo, karajo!
Los cambios en Brasil fueron insuficientes.
En el año de 2009, concretamente, en el mes de mayo, algunos periódicos publicaron mi polémica con el entonces ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil, Roberto Mangabeira Unger que hoy, ante los acontecimientos de insatisfacción social desatados en Brasil, cobran vigencia, según mi modesto juicio.
En aquella ocasión discrepé con las declaraciones del ex ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil, Roberto Mangabeira Unger cuando éste expresó en la ciudad de Medianeira, en el Estado de Paraná (sur), ante miembros de cooperativas agrícolas, señaló que “Brasil hierve de vitalidad emprendedora y creativa, pero está sujeto por una camisa de fuerza de instituciones, prácticas e ideas que suprimen esa vitalidad, en lugar de instrumentalizarla”.
Coincido ampliamente, sin embargo y lo reconozco, con Mangabeira Unger, cuando éste afirma que el cooperativismo es el mejor camino a seguir para que Brasil dé el salto adelante, que puede y necesita dar, sobre todo teniendo en cuenta la actual crisis internacional, a lo que agrego exponiendo las razones, que eso es posible siempre y cuando modifique Brasil y los demás países las pautas sobre las que rigen su relación dependencia-dominio del capitalismo externo, por tanto, puedan evolucionar hacia un estadio superior de organización de la producción y distribución acompañado de una concepción cooperante de la vida social.
“Brasil debe impulsar revolución agrícola”
Valoré asímismo a las expresiones del entonces funcionario brasilero quien afirmó que “el país tiene interés estratégico en que esa experiencia ejemplar del cooperativismo agrícola supere los problemas que enfrenta y pueda ayudar a señalar el camino que el país debe seguir, y el Estado brasileño debe llevar adelante una revolución, y que el terreno más fértil para llevarla a cabo es en la agricultura, en particular, en la cooperativa.”
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!